Fuego amigo

Carlos V bebía vino del Rhin, como ZP

En el debate de hace dos días en el Congreso de los Diputados, los chicos del ZAR (Zaplana-Acebes-Rajoy) dijeron cosas tan vergonzosas sobre conspiraciones delirantes, de tan grueso calibre, que las simples tonterías que menudearon al cabo del día quedaron en la sombra, deslumbradas por la magnitud del brillo de la estupidez conspirativa. Hubo un momento desconcertante en que Rajoy me hizo reír, cosa que estaría dispuesto a agradecerle de todo corazón si no fuera porque el chiste no era otra cosa que la materialización de la pobreza argumental de una oposición a todo lo que se mueve, con la impresión añadida de que leía lo que le habían escrito desde Génova 13 Rue de Percebe los autores del guión, sin percibir en su totalidad el tamaño de la necedad que estaba leyendo, quiero suponer.
Criticaba Rajoy el reciente viaje de ZP a Alemania, en el que daba por hecho que había abandonado a Endesa ante las fauces de E.on. Y tras la crítica patriotera esperada, remató con otro ejemplo que explica por sí sólo la rendición del presidente español ante la presidenta alemana Angela Merckel, ya desde el brindis mismo de bienvenida: "Le han obligado a beber vino del Rhin, y un campeón bebe Torres..." y citó además un par de denominaciones de origen españolas que ahora no recuerdo (quizá Rioja y Ribera del Duero). "Le han obligado a beber..." Y claro, pasa lo que pasa, las conversaciones sobre Endesa le pillan ya medio pedo.
Empiezo a dar crédito a las voces que aseguran que los peores enemigos de Rajoy están en su propio partido, no tanto porque se lo hayan puesto a huevo a ZP en su contestación ("es una cortesía elemental beber lo que le ofrecen a uno", dijo más o menos) sino porque colándole morcillas tan vergonzosas como éstas dejan al jefe de la oposición a un nivel intelectual que, de verdad, no le hacen justicia. Según Rajoy, ¿con qué deberían haber brindado?

Dejando a un lado que el redactor de la gracieta es un ignorante al mezclar peras con manzanas, o sea, bodegas y marcas concretas con denominaciones de origen genéricas, está acusando a Zapatero de haber aceptado como bienvenida el ofrecimiento de uno de los mejores vinos blancos del mundo: un Riesling (probablemente) del Rhin, del que ya quisiera yo para mí en mi bodega, un vino con unas cualidades solo comparables a los de Alsacia, de vendimia tardía, con una acidez mítica, de una fruta inacabable, que no necesita pasar por madera para alcanzar su plenitud. Hacer patrioterismo metiendo en el lío a Torres (que por cierto tiene un blanco soberbio, el "Milmanda"), comparándolo sin venir a cuento con los blancos más sublimes del mundo, es un flaco favor a Torres, a nuestra vinicultura y al sentido común. Además de un insulto a Angela Merckel, la anfitriona.
Y una metedura de pata de dimensiones históricas. Cuando su jefe José María Aznar se comparó a Carlos V (primero de España y quinto de Alemania), en el sentido de que al igual que el emperador, él se retiraba en el momento cumbre de su gloria, seguramente ignoraba, como ahora el redactor de la morcilla del discurso de Rajoy, que Carlos V amaba con pasión el vino del Rhin, a pesar de que tenía en nuestro suelo patrio espléndidos vinos de verdejo y albariño, o los blancos del Ribeiro con sus tostados legendarios ya en la Edad Media.
Lo sabemos porque un inglés coetáneo, Roger Asham, autor del Toxophilus, un libro clásico sobre el arte de la arquería, tuvo un encuentro un día de 1551 con el Emperador, del que salió impresionado, sobre todo por la insaciable sed de Carlos. Fruto de aquel encuentro escribió: "Bebió cinco veces durante el ágape, pero es que en cada sorbo sopló no menos de un cuarto de galón", más o menos un litro. Así se las gastaba el primero de España y quinto de Alemania, la patria, por cierto, de Angela Merckel: casi cinco litros de vino del Rhin, y no para un breve brindis de cortesía sino para irse calentito a dormir la siesta y, de paso, alimentar la gota que le torturaba y que habría de llevarle a la tumba. Eso eran hombres, como José María Aznar.
Pero esa es ya otra historia.

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