Fuego amigo

Entre el pato cojo y el palomo cojo

 

A los del PP les ha pasado lo que al del chiste: ahora que habían aprendido a decir penícola resulta que se dice flim. O lo que es lo mismo: ahora que habían aprendido a decir ¡váyase, señor Zapatero! tienen que entrenarse a decir ¡váyase, señor Rubalcaba!... o señora Chacón, o señor Bono ¿Cómo tiene la desfachatez el señor Zapatero de cambiarnos el muñeco de vudú en mitad de la sesión de espiritismo?

 

En los últimos meses, sobre todo desde la remodelación del gobierno, la incógnita no era si Zapatero renunciaría a ser candidato en las generales, sino cuándo lo anunciaría, cuál sería el momento estratégicamente más oportuno. En el propio partido existían dos bandos enfrentados: los que preferían dilatar el anuncio a una fecha cercana a las elecciones generales del año que viene, para que Zapatero funcionase mientras tanto como un imán de toda bofetada que se perdiese desde la izquierda y la derecha (desde arriba, dios ya se la tiene sentenciada), y sobre todo, para mantener al tapado sucesor como en un capullo, al abrigo del desgaste de la brega diaria; y en el otro lado estaban los que exigían despejar inmediatamente la duda, sobre todo los llamados barones y los candidatos a las elecciones locales y autonómicas, con la esperanza de que así los debates se centrarían en la política local, en los déficits y corrupciones, lejos del lastre de la figura de un presidente gastado y aferrado al poder.

 

Ganó esta segunda opción, y vista la reacción desmesurada, rozando lo cómico, del Partido Popular, creo que han acertado en la estrategia. Como reconocía ayer Javier Arenas, el experto en perder elecciones en Andalucía, "íbamos a votar el 22 de mayo contra la política de Zapatero, y resulta que no sigue". Así, sin disimulo. Se les viene abajo toda una estrategia electoral montada contra un presidente de gobierno que no se presentaba a las elecciones, y les deja desnudos, sin contenido, ante el electorado. ¡Pues no van a tener que hablar ahora de política municipal y autonómica, de autonomías como la valenciana, podrida de corrupción; o de ayuntamientos, como el de Madrid, que él solito tiene un déficit que casi triplica la deuda pública... de Holanda!

 

González Pons, el jefe del club de la comedia de Génova 13, ya le llama a Zapatero "el pato cojo", apelativo utilizado en los EE.UU. para referirse al presidente en su segundo mandato, es decir, a alguien debilitado para el mando, con fecha de caducidad. Un ave desvalida, fácil presa de los depredadores. Olvida Pons (¡son de memoria tan frágil!) que Aznar fue nuestro pato cojo desde el día en que renunció a presentarse a la reelección, y que no fue precisamente Rajoy quien lo cazó. No me preguntéis por qué, pero mientras Aznar se comportaba como un valiente demócrata por renunciar a la tercera elección, Zapatero apenas alcanza a ser un pato cojo y cobarde. No un palomo cojo, como propalaban por el foro madrileño sobre Mariano Rajoy lenguas maledicentes de su propio partido.

 

Se empeñan obsesivamente en dar a entender que les da lo mismo quien sea el candidato, si Rubalcaba, Bono o Chacón. Pero si da lo mismo, ¿por qué ese afán de desplumar al pato antes de tiempo en las cocinas mediáticas de la ultraderecha? ¿Será que el pato cojo es más fácil de digerir que un correoso sucesor como Rubalcaba, una serpiente como Bono, o una mujer que se ha ganado el respeto de unas Fuerzas Armadas enfermas de machismo?

 

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