Fuego amigo

Los del PSOE sufren más la depresión post vacacional

Estáis todos a punto de volver, y la comunidad científica todavía no se ha puesto de acuerdo en si existe o no lo que se conoce como "depresión post vacacional", esa tristeza inexplicable, esa sensación de vacío, esa angustia que te anuda la garganta según vas viendo a lo lejos la silueta de tu ciudad. Para unos médicos, es en verdad una enfermedad leve, y para otros no es otra cosa que un incremento súbito en el estado de cabreo ante la constatación de que el jefe y los compañeros de trabajo son una pesada carga añadida al propio trabajo, a soportar durante otros once meses.
En elmundo.es se puede leer una curiosa estadística sobre esta presunta depresión. Aunque nos advierte de que a la mayoría de los ciudadanos no les afecta (en torno al 90%), dice el diario electrónico que "los del PP vuelven al tajo con más ánimo que los del PSOE, de los que un 10,1% sufre frente al 3,6% de los populares".
Esto tiene varias lecturas. No cita la fuente, aunque doy por hecho que la encuesta no está confeccionada por el equipo de investigación del 11-M del periódico. Ni siquiera doy valor a esa categoría periodística que distingue maliciosamente entre las "pequeñas mentiras, las mentiras, y las estadísticas". Me voy a creer el dato, porque ya que no existe dios, en algo habrá que creer. Y no es fe ciega, sino una conclusión pasada por el tamiz de la razón: los del PSOE, además de los tediosos compañeros de trabajo, saben que han de soportar hasta las próximas vacaciones las predicciones diarias del fin del mundo retomadas con nuevos bríos por parte del ZAR (Zaplana-Acebes-Rajoy). Y eso les deja la moral por los suelos. En cambio, como los del PP saben que los del ZAR no cuentan más que mentirijillas, saben que el mundo continúa sin ellos, o a pesar de ellos, y se lo toman a coña, y venga champán, y venga a contarse las vacaciones en Cancún, ajenos a que, mientras, en la televisión llueven las más negras predicciones sobre el futuro de España (¡Paña!)

Vamos, digo yo que será una cosa así.
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Hace cuatro años escribí una columna para el periódico impreso del 20minutos sobre la depresión post vacacional, que me costó una depresión por culpa de las decenas de cartas que recibí como respuesta. Os dejo aquí un extracto para que juzguéis si era para tanto.
Ya es hora de que te quites de la cara ese rictus de funeral, que hace una semana que han terminado las vacaciones, y dos o tres días de depresión son suficientes. Tómalo de esta otra manera: has conseguido volver milagrosamente, a pesar de que no cambias las ruedas del coche desde ni se sabe, los chorizos han desvalijado la casa del vecino y no la tuya, has sobrevivido a las paellas del chiringuito (apenas te queda una ligera secuela en forma de diarrea) y la niña ya no volverá a ver a aquel chulo macarra que cuando llegaba a tu casa por la noche nunca sabías si venía a sacar de paseo a tu hija o la navaja. Estoy de acuerdo contigo en que el mes de vacaciones es más corto que los otros. No sé si tiene menos días o los días tienen menos horas. El caso es que agosto parece febrero, y febrero se hace eterno. Pero, es lo que yo digo, alegra esa cara porque te quedan menos de once meses para las próximas vacaciones, para los siguientes sarpullidos de la alergia al sol, las riquísimas cervezas calientes, la arena que tapona los oídos y las narices, el alegre concierto de bocinas de las tres de la madrugada, los melodiosos tubos de escape de los imbéciles motorizados de las cuatro, el asturiaspatriaquerida de los borrachos de las cinco, los cortes de agua en medio de la ducha... Todo eso lo disfrutarás otra vez en unos meses si pones otra cara, que ya me tienes aburrido con tanta languidez. Dirás que funciono con una lógica distinta a la del resto de los mortales, pero lo cierto es que todavía no le he cogido el tranquillo a eso de tener que pedir permiso en la hora punta de la playa para llegar hasta el agua calentita de los pises...

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