Fuego amigo

Ya suenan los claros clarines

"¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines. La espada se anuncia con vivo reflejo." Estaban de vacaciones, lo sé por su indumentaria informal, pero han comenzado ya el precalentamiento. Apenas queda un suspiro para inaugurar el curso de septiembre y los paladines de la extrema derecha ya quieren acelerar sin la menor piedad nuestra depresión post vacacional. Ya se oyen los claro clarines del Apocalipsis. La estrategia de la tensión necesita que se le aplique mucha tensión, y para alcanzar la masa crítica del odio son necesarios dos factores, ambos al mismo tiempo: que los sembradores de rencor se hallen a pleno rendimiento, y que los destinatarios de su mensaje, o sea nosotros, hayamos superado el período de descompresión hacia la superficie, hacia la realidad, pausadamente, como un lento despertar, tal como hacen los buzos.
Ver a Rajoy, así, en Galicia, con atuendo de verano, yendo a beber de la fuente ideológica de Fraga, una inmersión en el caldo del pasado predemocrático de su residencia veraniega de Perbes, no presagiaba una juerga, precisamente. Y así fue. Tras la visita al oráculo, Rajoy nos ha recordado que el veraneo no fue más que una ilusión óptica, que en realidad España continúa tal como la había dejado antes de la modorra colectiva, rota, como la institución de la familia, donde el Psoe quema el monte mientras dormimos la siesta y llama a voces a los inmigrantes con falsas promesas humanitarias para que acudan a morir en patera a nuestra costas, y reenvía a guerras que ni nos van ni nos vienen a las tropas que había detraído de la guerra de Irak, que esa sí era una guerra con todos los ingredientes humanitarios.
Como tenemos todo un año hasta las próximas vacaciones (¡ánimo, que solo quedan 11 meses!), no hay prisa. Hagamos la descompresión como hay que hacerla. Si, por ejemplo, oís que Rajoy pide a Zapatero que explique por qué "mete a España en el peor escenario bélico internacional", que no os hierva la sangre, vosotros a lo vuestro, despacio, sin alteraros, sed comprensivos con él. Porque al fin y al cabo también él sale del nirvana vacacional con los sentidos embotados, y el pobre todavía no acierta a distinguir una necedad manifiesta de una oposición responsable, inteligente y conciliadora, tal como nos tiene acostumbrados.
Prefiero, si no os importa, dedicarme a la meditación trascendental.

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(Meditación -trascendental- para hoy: Y hela aquí. La vida, como decía el otro, es como una escalera de gallinero: corta, pero llena de mierda. Corta como unas vacaciones, apenas un breve paréntesis a nivel cósmico entre los 14.500 millones años de existencia antes de nuestro nacimiento y la nada eterna posterior a nosotros. Por eso la meditación de hoy es infinitamente -nunca mejor dicho- más importante que la pájara mental del jefe de la oposición a todo, y viene servida nada menos que por el guía espiritual de occidente, conocido en el siglo como Benedicto XVI, y que, como bien sabéis, trabaja de Papa en el Vaticano. Según asegura el diario británico The Guardian, el santo padre "estudia con un grupo de sus más estrechos colaboradores la adopción, o al menos la aceptación, por parte de la Iglesia Católica de la teoría del diseño inteligente", que no es otra cosa que el creacionismo (dios creó el universo) disfrazado de teoría científica.
Según avanza el conocimiento humano, las religiones necesitan desesperadamente vestir con el ropaje de la razón la desnudez de la fe. No importa que George W. Bush también crea en el diseño inteligente, lo que ya sería una pista para dudar de la salud de semejante teoría; lo novedoso es que el Vaticano está a punto de admitir, quizá como un mal menor, una conjetura que forma parte del ideario de la iglesia de la competencia, la de los evangélicos fundamentalistas, a la que pertenece el guerrero universal. El caso es cortarle el paso a Darwin, aunque sea aliándose con el diablo. La salvación de nuestras almas, excepto la mía –la mía que ni me la toque-, bien merece ese pequeño equívoco.)
P.S. Entre mis lecturas de verano, recalé en un libro que me parece imprescindible para los que sólo créeis en la razón como fuerza salvadora. Se llama "Tratado de ateología" (de Michel Onfray, en Anagrama) y de él os extraigo esta otra meditación: Dios, forjado por los mortales a su imagen hipostasiada, sólo existe para facilitar la vida cotidiana a pesar del camino que cada cual ha de recorrer hacia la nada. Puesto que los hombres han de morir, parte de ellos no podrá soportar esa idea e inventará todo tipo de subterfugios. No se puede asesinar un subterfugio, no es posible matarlo. Más bien será él quien nos mate; pues Dios elimina todo los que se le resiste. En primer lugar, la Razón, la Inteligencia, el Espíritu Crítico. El resto sigue por reacción en cadena...

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