Fuego amigo

ETA no es moneda de cambio

 

El mayor frente contra el que tiene que luchar el gobierno está formado en estos momentos por un ejército de encuestas. Pero gobernar con las encuestas en la mano es como conducir con el móvil en la mano, te distrae de los peligros más inminentes. Y si, por ejemplo, en situaciones de crisis económica el electorado está dispuesto a caer en brazos de los políticos de la derecha, las encuestas aconsejan a los estrategas dar un giro a la derecha.

 

El caso de Bildu y su ilegalización es sintomático de como el PSOE no ha querido dejar espacios libres al PP. El terrorismo es un asunto demasiado visceral, demasiado determinante en la motivación electoral, como para dejarlo en manos de la derecha.

 

Bueno, del Partido Popular. Porque derecha es también, o sobre todo, el PNV, un partido nacionalista que ha tenido que vivir desde la transición hasta hoy en el incómodo trance de gozar del blindaje del terrorismo separatista, lo que provoca no poco estupor, y a la vez tener que respetar el juego democrático, condenando los métodos asesinos de ETA. El nacionalismo es el escudo. La prueba viviente de que el sentimiento nacionalista es una superestructura ideológica que, como una religión, se sitúa por encima de cualquier otra concepción de organización de la sociedad, y que deja los conceptos de derecha e izquierda en pura chatarra filosófica.

 

Esta derecha nacionalista con el corazón partido es quien más ha sobreactuado en la desgraciada ilegalización de Bildu. Primero amenazando a Zapatero con retirarle el apoyo para el resto de la legislatura, y luego tomándose un receso, a la espera de lo que diga sobre el asunto el Tribunal Constitucional.

 

Precisamente por su autoridad moral sobre los otros nacionalismos antidemocráticos, el PNV debería evitar la tentación de utilizar a ETA como moneda de cambio en su apoyo al gobierno. Porque ETA, bien lo saben, no es moneda de curso legal.

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Meditación para hoy:

 

El hecho de que el Tribunal Supremo haya "cometido" un fallo sobre Bildu con tanta división entre sus miembros da la medida de la cantidad de ingrediente político que comportaba la cocina de una decisión que se nos quiere presentar en su única vertiente jurídica.

 

Ya lo comentamos el otro día, y quiero volver sobre ello: creo que haber sido tan rigurosos en la literalidad del derecho sobre el caso Bildu está retrasando una paz definitiva que, querámoslo o no, en su momento necesitará de grandes dosis de "generosidad" política, aquella que hasta alguien infradotado para el análisis, como el hombrecillo insufrible, vislumbraba como inevitable.

 

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