Fuego amigo

De la mafia del ladrillo a la del gressite

La piscina ilegal que el líder carismático de la derecha española, Pedrojota Ramírez, posee en Mallorca, más que una piscina es una metáfora.
Ayer leía, no sin cierto sonrojo, cómo se ha convertido en el campo de batalla (naval, supongo) de las dos españas: de la derecha que considera su España como la finca particular y construye y coloca las piscinas donde le sale de ahí mismo, en terrenos de dominio público, y la izquierda que lucha por apear al señorito de sus privilegios públicos y privados. En el siglo XIX y principios del XX estas cosas se hacían guardando las formas, se organizaban partidas de la porra financiadas por los terratenientes o los partidos políticos, y se procuraba no dejar rastro de la mano negra que movías los hilos.
No sé si es un salto hacia delante en el progreso de la infamia, pero el caso es que ahora ya nadie disimula. Tuve que leer varias veces la noticia en el diario El País porque en un principio malpensé que aquel disparate sólo podía ser producto de las neurosis de los chicos de Polanco. Pero no, allí estaban con foto y todo altos cargos del Partido Popular en defensa de la ilegalidad piscinera (suena bonito lo de piscinera, no me lo negaréis), de la mafia del gressite habrá que decir ahora, apoyados por cientos (miles, supongo, si se utiliza su prodigioso aparato de contar manifestantes y hectáreas calcinadas) de cachorros de la derecha, de las Nuevas Generaciones del PP. Los habían llevado allí en autocares y barco financiados por el partido, desde varias provincias peninsulares, como en los buenos momentos de fervor pancartero, que diría Rajoy.
Vosotros, los que estáis de vacaciones y tenéis las neuronas a medio gas, os estaréis preguntando entre la modorra de la siesta y el trajín de la noche qué coño pintaba allí medio Partido Popular, con diputados y eurodiputados al frente, para contraprogramar la manifestación capitaneada por miembros de ERC, del PSM y las plataformas en defensa del patrimonio natural de la isla. ¿Es que acaso el director del diario El Mundo es un dirigente del PP? Pero vamos a ver, ¿ese diario no es de centroizquierdaderechaarribabajo? ¿Por qué las nuevas generaciones se movilizan a favor de la ilegalidad de una piscina de un señor y no fletan, por poner un ejemplo, cien autocares para asistir a la manifestación de Santiago de Compostela en apoyo de la plataforma Nunca Máis contra los incendios forestales? ¿Qué nuevas generaciones son estas que piensan, angelicos míos, que son más importantes para el futuro de la humanidad las piscinas en primera línea de costa que los bosques?

Hasta ahora uno podía pensar que tanta coincidencia entre los editoriales de ese periódico y la estrategia diaria del Partido Popular tan sólo apuntaba la buena sintonía ideológica que se le supone a los compañeros de paddel. Lo de esta manifestación demuestra ahora que el partido había ido en socorro de la metáfora, no de la piscina, había acudido a defender el lugar donde el ideólogo, el que escribe el guión diario de la estrategia de la derecha, refresca su cerebro, chapuzón tras chapuzón hasta la chapuza final. Desde que el hombrecillo insufrible es consejero (¿qué consejos le dará, dios mío?) del líder mediático de la ultraderecha norteamericana, Ruperto Murdoch, el PP valora en lo que vale el tener entre sus filas dirigentes, aunque sea en la sombra de la piscina, al líder mediático de la derecha española, el mismo que hábilmente ha arrinconado al ABC a un papel de mero plato de postre en el alimento espiritual diario de los conservadores.
Si el líder tiene el capricho de conservar su piscina, pues hay que defenderlo de las hordas de ecologistas y progres resentidos, aún a riesgo de posar para una foto desconcertante y vergonzosa que quedará para siempre adosada a las hemerotecas como una ladilla.
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Meditación para hoy: Esa foto, además, me ha llenado de preocupación. He leído que asistieron como un sólo hombre editorialistas y columnistas del periódico para defender a su jefe en horas tan amargas. En su descargo quiero pensar que no tenían otra elección, conociendo el carácter egocéntrico de Pedrojota. Por lo que me toca, me he apresurado a llamar a Arsenio y a Martínez Soler para recibir instrucciones, pero no hubo manera: sus teléfonos móviles, en lugar de sonar ring ring ring, hacían un sospechoso glub, glub, glub, como si se les hubiese caído, no sé, a una piscina, quizá. Miedo que me está dando.)

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