La democracia asamblearia de la madrileña Puerta del Sol sigue desconcertando a los grandes partidos. El socialista Ramón Jáuregui no le encuentra sentido a esas acampadas quizá porque distraen los votos de una izquierda que el PSOE busca desesperadamente. A González Pons, fino analista político del PP, simplemente le parece que los jóvenes del ya llamado "Movimiento 15M" pertenecen a una facción de la extrema izquierda infiltrada en el PSOE.

Lo que nos preguntamos todos es cómo acabará todo esto, cuando el poder asambleario se diluya el día 23 por falta de liderazgo definido, es decir, de asamblea que continúe la gestión revolucionaria. En las artes marciales saben que la patada victoriosa procede de encauzar sabiamente la violencia. Y la Historia enseña que el peor día de las revoluciones es el siguiente al triunfo. ¿Quién va a encauzar, y hacia dónde, la ira de los jóvenes?

Mientras las asambleas florecen en calles y plazas de España, los partidos políticos continúan a lo suyo ofreciendo carnaza con la que seguir alimentando el cabreo juvenil. Imagino el ánimo de los acampados ante el palacio de Esperanza Aguirre, mientras oyen decir a Mariano Rajoy por la radio que "Camps está acusado, pero es un hombre honrado".

El hombre que a la vuelta del verano será juzgado por cohecho, el presidente de la Comunidad Autónoma más endeudada de España, con un desempleo de cinco puntos por encima de la media, que no paga a los proveedores de su Sanidad ni al servicio de Correos, resulta ser uno de esos líderes que prometen solucionar los problemas de los acampados en Sol.

Gente, por cierto, civilizada que por fortuna (y por ahora) utiliza los mecheros solo para encender algún cigarrito con que aliviar la espera.