Fuego amigo

Hay que saber matar con corrección

Cuando en plena batalla del tomate, no la de la exportación sino la de la "tomatina" de Buñol, me contaban cuántos beneficios económicos, en forma de turismo, captaba aquel aparente despilfarro, me dije para mis adentros y mis afueras que la tradición estaba consolidada para siempre. Si da dinero, como la visita del Papa, queda el disparate disculpado. Cierto que es un despilfarro, aunque no más que las toneladas de pólvora que explotan en el aire en nuestras fiestas patronales o las toneladas de material que arden en las fallas, pero que resulta ser una inversión rentable, como decía el pequeño de los Bush para animarnos a los españoles a arrebatarle el petróleo a Irak en aquella guerra tramposa y de venganza.

 

Pero si la adrenalina aportada por una inocente batalla a tomatazo limpio es adictiva, como se ha demostrado en apenas medio siglo de existencia, las fiestas con tortura animal, que sacan a relucir lo peor del ser humano, alcanzan la categoría de droga dura, de la que un pueblo no puede desengancharse fácilmente. Dejo para la psicología el estudio de qué pasa por la cabeza de mis paisanos de Tordesillas que disfrutan persiguiendo a un toro con lanzas, hasta que muere desangrado en una lenta agonía, después de haber sufrido el terror de una persecución multitudinaria. Puro arte y tradición ancestral.

 

El Toro de la Vega que se tortura hoy, 13 de septiembre, se llama Afligido, aunque él todavía no sabe por qué. Al parecer el alcalde (socialista) de Tordesillas está muy preocupado por el bienestar del animal, y ha mandado vigilar "que las lanzas tengan las medidas correctas". Si el toro supiese leer bandos municipales, quizá a esta hora no estaría tan afligido.

 

Como en las guerras bien organizadas, como la de Irak, se prohíbe utilizar bombas racimo, balas explosivas y minas antipersonas. Ahora sí. La guerra ya puede empezar.

 

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