Fuego amigo

La honradez asistida

Esta noticia pasó prácticamente inadvertida. Un grupo de biólogos y psicólogos de la Universidad de Newcastle que experimentan con lo que ellos llaman el método de la "honradez asistida", llegaron a una conclusión que, en principio, parece de Perogrullo: cuanto más observado se siente el ser humano más "honestamente" actúa. Parece casi un refrendo de la novela 1984 de Orwell en la que los ojos del Gran Hermano (trasunto de Stalin) y su partido único todo lo ven, omnipresentes para impedir cualquier comportamiento que se salga del sistema.
Varios ayuntamientos españoles han propuesto la implantación de una red de cámaras de vigilancia en las calles más transitadas o las consideradas más inseguras, más como prevención del delito que como documento inculpatorio posterior contra el delincuente. Los detractores alegan la pérdida de intimidad, un bien que para ellos debería estar por encima del de la seguridad. Sus defensores sostienen la misma obviedad a la que han llegado los investigadores de Newcastle: que donde existen cámaras de vigilancia los delitos disminuyen, o, por decirlo con las palabras de su informe, la gente actúa "más honestamente" . En su estudio deducen que es viable potenciar la honradez del ser humano en la vida diaria: basta con hacerle sentirse vigilado. O, lo que es lo mismo, se le puede potenciar la honestidad mediante la "honradez asistida", asistida, claro está, por las cámaras del Gran Hermano.
Es el fondo de debate universal. George W. Bush, en su batalla global contra el terrorismo, ha fisgado en millones de cuentas corrientes de ciudadanos de todo el mundo, y no hay ser más indefenso que aquel al que le dejan su cuenta bancaria con el culo al aire. La cuenta y la tarjeta de crédito, el rastro más exacto de nuestro comportamiento, de nuestros gustos y preferencias, de nuestras angustias y debilidades.

Otra forma de honradez asistida es la conseguida con los radares en las sociedades modernas. En Francia descendieron las infracciones de tráfico en una proporción parecida al aumento masivo de la implantación de radares en las vías públicas. En cualquier caso, las matrículas de los coches son una suerte de honradez asistida, pues es como llevar el carnet de identidad en la boca. No consigo imaginarme cómo sería la "jungla de asfalto" si los automóviles no llevaran adosada la identidad del dueño, si fuéramos seres anónimos escondidos tras los cristales tintados de las máquinas de insultar y matar.
Volviendo el argumento por pasiva, creo que la muestra más extendida de "falta de honradez asistida" es la existencia de los servicios telefónicos de "desatención" al cliente de las empresas de telefonía y otras multinacionales. Hasta hace unos años, el cliente se veía vis a vis con el funcionario de turno, con el que mantenía un tira y afloja en la negociación de su reclamación, generalmente en una conversación educada, pues es difícil ser grosero con alguien al que le miras a los ojos. Hoy, la empresa se escuda en el anonimato de sus empleados (que a menudo no son "sus" empleados, sino compañías interpuestas contratadas para soportar, sin resolver, las reclamaciones de los clientes), y las conversaciones suelen encresparse hasta llegar no pocas veces al insulto.
Otro ejemplo que avala la teoría de la "honradez asistida" lo tenéis en el comportamiento de alguno de los habitantes de esta bitácora. Al sentirse seguros de la impunidad que les otorga el anonimato, no necesitan un mayor esfuerzo intelectual para disentir (sea de mí, sea de los demás contertulios) que la grosería y el insulto. Y así, podríais encontraros entre los trolls insolentes de los mil nombres a un sobrino mío, convencido de su anonimato, que en la vida normal, con la cámara de mis ojos enfocada, tiene conmigo un comportamiento civilizado.
Si la ley nos permitiera hacer públicas las IP de los infractores, de la misma manera que podemos hacer con las matrículas de los conductores, otro gallo nos cantaría. No como denuncia sino como prevención. Quizá están necesitando esa "asistencia" para que florezca su honradez.

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