Fuego amigo

Abracadabra pata de cabra, pero en latín

Desde el viernes pasado ya se pueden dar misas en latín. Era la fecha de inicio fijada por el Papa Ratzinger en su "motu proprio" (que significa "por propio impulso", es decir "porque me da la gana" o "porque me sale de mis mismísimas ínfulas"), como una medida más del desmontaje lento del espíritu y la letra del concilio Vaticano II impulsado por aquel rojo perdido de Papa Juan XXIII.
Si el invento de la confesión se había revelado como el mecanismo perfecto de control social, además de un exitoso instrumento para extender el sentimiento de culpa y pecado, la misa en latín era la representación de la magia de las religiones, el poder de las palabras cabalísticas, privativas de los brujos de la tribu. Excepto los profesores de latín y los curas, ninguno de los fieles tenía la menor idea de lo que significaba la jerga sacerdotal, que sonaba a misteriosos encantamientos.
Yo comprendo que hay cosas que mejor no deben saber los fieles. Por ejemplo, considerando que las iglesias están pobladas en su mayoría por ancianos, parece un sarcasmo que les hagan recitar -tras el "entraré al altar de Dios"- un "hasta Dios, que alegra mi juventud". En estos casos es mejor que el anciano no lo entienda. "Ad Deum qui laetificat juventutem meam" suena lo mismo que abracadabra pata de cabra, y en cambio se conjura el peligro de que sus queridos ancianitos lo consideren una tomadura de pelo.
En el resto de los casos, creo que las misas deberían decirse en lengua vernácula, para que los creyentes tomen conciencia de las cosas en las que están creyendo. Muchos fieles darían el salto a este otro lado de la razón si pusieran un poco más de atención, ahora que todavía pueden entender lo que allí se dice.

Los médicos también abusaron históricamente del lenguaje críptico mediante el empleo de una letra endiablada en sus recetas, para conservar el aura mágica de su profesión. Y por culpa de esto, ¡cuántos accidentes han ocurrido por una mala interpretación de las recetas!
Ese es el peligro. Con la misa en latín nunca sabes si estás tomando la dosis correcta de dios o te estás intoxicando.
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Meditación para hoy: En Irak ya se cuentan más de 650.000 los muertos provocados por la guerra. La retirada de la facción liderada por el cura radical chií Múqtada al Sáder del gobierno sólo presagia un recrudecimiento de la guerra civil larvada que está viviendo el país. Bush ya no sabe cómo salir de allí con dignidad. Sus generales le sugieren que se meta la dignidad por el mismo sitio por el que suele meterse el honor, y que salgan pitando de allí lo antes posible mirando hacia otro lado. Y ahora, Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de los EE.UU., algo así como el banco central, anuncia la publicación de unas memorias demoledoras en las que admite el "inconveniente político que supone reconocer lo que todo el mundo sabe: que el principal motivo por el que se inició la guerra en Irak es el petróleo." Todo el mundo sabe, incluido Bush, Blair y Aznar, que ni Sadam Hussein tenía nada que ver con Bin Laden ni la lucha en Irak consistía en la gran batalla contra el terrorismo internacional que nos querían vender. Era, como siempre, puro y simple negocio. ¿Cuándo pedirá perdón el siniestro trío de las Azores? ¿Continuará como si nada el profesor de Yorytáun dando clases magistrales por el mundo sobre el arte de inventarse armas de destrucción masiva y lucha antiterrorista?

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