Fuego amigo

La injusta herencia de la corona

La princesa Letizia nos va a traer un heredero. Parafraseando a aquel gran pensador, conocido en Moncloa como Miguel Ángel Rodríguez, "si es niño será rey y si es niña se pondrá de largo". Esto me lleva a pensar cuán injusta es esta carrera de la vida. Unos la comienzan desde los tacos de salida, y otros, los ricos herederos, salen desde la mitad de la pista. Bueno, a otros ni les dejamos participar en la carrera, pero al fin y al cabo son negros o de colores exóticos, y adoran a falsos profetas. No interesan ni como espectadores porque se cuelan sin entrada.
A mí, ya desde pequeño, la herencia me pareció uno de los elementos más injustos de la sociedad, y eso que todavía no reinaba por entonces ningún Borbón. Ya sé, no soy tan ingenuo, que también es un factor económico de primer orden, pues favorece el deseo de superación y la acumulación de dinero, básica en la sociedad de consumo. Pero la herencia es una práctica ciega, que lo mismo premia a los hijos emprendedores que a los necios y vagos. Y estaréis de acuerdo conmigo en que un imbécil con dinero es mucho imbécil.

Ya entonces, ser hijo de catedrático de latín me parecía algo completamente inútil, e incluso injusto, pues el sueldo de mi padre no llegaba jamás a fin de mes (para que luego digan de los listos "que saben latín"). Ya desde que tengo memoria fantaseaba con que me hubiera gustado haber nacido duque de Alba, no sé muy bien por qué, quizá porque vi alguna foto suya de petimetre en alguna de las revistas ilustradas que mi madre distraía de la peluquería. Pero cuando llegué al mundo, el puesto de duque de Alba ya estaba ocupado. Y me preguntaba qué había hecho el señor duque para ser un señor duque, por qué él era duque sin haber hecho ninguna oposición, y mi padre, que era catedrático de latín y número uno de su promoción, malvivía con un trabajo inútil, que no servía para construir casas, ni para curar enfermos, ni para fabricar objetos, ni para producir alimentos, como al menos sí hacían los padres de mis compañeros de colegio.
No tardé en perdonarles su falta de puntería por no haberme nacido duque de Alba. Al menos les agradecí haber heredado sus genes, porque gracias a ellos soy blanco y, pertenezco a una nación del primer mundo, y sobre todo, sobre todo, porque vine a nacer en un lugar de la Tierra donde se adora al dios verdadero.
Porque no veas cómo debe de joder el tener que ir al infierno por culpa de que nadie te haya avisado a tiempo de su existencia .

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