Fuego amigo

Camisa nueva con cocodrilo que tú bordaste en rojo ayer

El Valle de los Caídos ya no será escenario de la apología del fascismo, tras el acuerdo alcanzado con el PP en uno de los puntos de la futura Ley de la Memoria Histórica. El monumento, levantado con el sudor y la sangre de los presos del bando perdedor, acabó sirviendo para que reposaran los huesos de su verdugo, el general Franco, y del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera.
Era una herida abierta en la memoria de todos, inexplicable atracción turística, como un Auschwitz al revés, concebido para cantar la memoria de los verdugos. Cada 20 de noviembre era tomado al asalto por los nostálgicos del régimen anterior. Franco había muerto ese día, aunque las malas lenguas aseguran que el yernísimo, el Marqués de Villaverde que lideraba el famoso "equipo médico habitual", tuvo un especial interés en hacer coincidir la fecha de la muerte oficial del dictador en la madrugada del 20, aunque en realidad podría haber muerto antes de las doce de la noche del día anterior. Quién sabe.

Si hay que fabricar un mártir (ahora en el Vaticano se fabrican a cientos), hágase que parezca que fueron los designios divinos los que eligieron la fecha de la ansiada defunción, para hacerla coincidir con la del otro mito, el de Primo de Rivera, asesinado el 20 de noviembre de 1936 tras ser juzgado por un tribunal popular sin el enterado preceptivo del gobierno de la República.
Desde entonces, los nostálgicos aprovecharon durante muchos años tan señalada efeméride para, después de oír misa en el Valle de los Caídos, recorrer la llamada "zona nacional" de la capital de España (¡Paña!), con banderas rojigualdas, aguiluchos, arribaspañas, saludos fascistas y el alma en estado de erección, dispuestos a violar con ella a cuanto ciudadano se dejase ver con pinta de rojo de mierda.
Ahora, al menos, ya no podrán utilizar el recinto para desfilar con la camisa nueva que tú bordaste con el yugo y las flechas, sustituida definitivamente por el polo bordado con el famoso cocodrilo. Los caminos de la estética acabaron llevando al PP a la ética. Celebrémoslo.

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