Fuego amigo

Doctor, creo que estoy poseído por el demonio

En los años en que mis padres dejaron que los curas me torturaran impunemente con los castigos eternos si no era bueno, me enseñaron que el demonio es un ángel caído que, dominado por su soberbia, soñó un día (bueno, los días todavía no existían) con ser dios, y le echó un pulso para arrebatarle el reino de los Cielos.

Él y sus secuaces perdieron, como era previsible (hasta un niño de mi edad lo entendía), y fueron arrojados al infierno. Pero ¡oh sorpresa!, no para ser condenados ellos mismos, en castigo por haberse rebelado contra el jefe, sino que inexplicablemente, reflejo del carácter caprichoso e inconsistente del que goza de la mayoría absoluta en el Paraíso, dios les regaló una finca para que gozasen martirizando a los seres humanos eternamente. Un dios arbitrario que castiga al hombre por una nimiedad, por la glotonería de Adán y Eva, y premia en cambio al diablo con una regalía eterna en los infiernos.

Y uno de los entretenimientos de este subnormal, de este mentecato de los demonios es meterse en el cuerpo de los creyentes (sólo posee a los que creen en él, de la misma manera que la Virgen sólo se aparece a los que creen en ella) para darles un curso acelerado de idiomas exóticos, de formación de espumarajos y de toda una colección de blasfemias dichas con voz de haberse tragado de un golpe media botella de ginebra. Y allí, de pie, crucifijo en ristre, el cura hablando como un loco con otro loco. Vaya panorama.

Ya sé que me vais a decir que esto es una estupidez, pero, cuidadito, porque en esa estupidez creen millones de personas que tienen en común no preguntarse jamás si esa historia es una estupidez, y hasta es materia de estudio en las facultades de teología. Juan Pablo II fue exorcista en sus años mozos, lo que no fue impedimento para llegar a ser un día Papa, por increíble que parezca.

En España, la profesión de exorcista es toda una especialidad dentro de la Iglesia, aunque no entre la clase científica. Alguno tiene hasta un púlpito digital en una página web. Ayer me enteré de que la comunidad de Valencia (por cierto,¿no gobierna allí el PP?) es la zona de España en la que se conocen más casos de poseídos.

¿Y qué es un poseído? Pues nos lo explica un tal Juan José Gallego, cura, catedrático de Teología de la Universidad de Valencia (¿cómo se puede ser catedrático de algo que no es ciencia, que estudia lo que no existe?): "El chico entraba en trance cuando yo rezaba, se le ponían los ojos en blanco, le cambiaba la voz y se volvía extremadamente agresivo". Qué casualidad, exactamente lo que me ocurre a mí cuando oigo a los cardenales de la talibanía española rezando por mi salvación. Se lo tengo que contar a mi psiquiatra.

El caso es que cualquier cura ignorante, ante un caso psiquiátrico grave, puede practicar el intrusismo profesional e intentar, a golpe de latinajos, cristazos e hisopopazos, curar a un enfermo, porque en su soberbia ignorancia confunde una enfermedad psiquiátrica con el diablo, sin que la fiscalía actúe de oficio.

Ayer, por ejemplo, la policía judicial detenía a los dueños de varias clínicas catalanas que hacían abortos ilegales. ¿Por qué no detienen también a estos exorcistas por intrusismo y mala práctica médica?

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Meditación para hoy: Además de los post de los fasciotrolls que recibo a diario en el blog (y que acojo generosamente como parte de la terapia para curar sus complejos, pobrecitos míos), creo que diariamente recibo en mi correo electrónico particular unos trescientos mensajes de spam. A veces me da por pensar que si en vez de borrarlos sistemáticamente con fastidio les prestara un poquito de atención, a lo mejor, con un poco de suerte, en este momento sería multimillonario gracias a alguno de los casinos que se anuncian on line, llevaría en mi pulsera unos relojes de ensueño, de la mejor relojería suiza, y (ahora viene lo mejor, supongo) tendría un pene descomunal gracias a los muchos productos que se venden en red para alargar ese pequeño cerebro que llevan los trolls entre las ingles. Pues con el Partido Popular tengo la misma sensación: me ocurre con sus mensajes que siempre me resultan sospechosos de spam antes de abrirlos, de gusano, de troyano que te trae la desgracia disfrazada de regalo, de virus, de información basura, la misma multiplicada por cien cada vez que conectas la radio o el televisor, con idénticas ofertas increíbles, las mismas  promesas tramposas, las sempiternas cremas para alargar falsamente nuestro poder adquisitivo. ¿Os ocurre también a vosotros, o es que oigo voces?

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