Fuego amigo

Las mujeres maltratadas también votan a Zaplana

No me toméis por un converso, os lo ruego, pero cada día admiro más a Eduardo Zaplana. Y no por su porte de galán de cine, sino por su capacidad para hacer del cinismo un arte insuperable. Yo, que soy un cínico, lo tengo a él por maestro. Si alguno de nosotros hubiera tenido la mala suerte de haber sido pillado en una escucha policial en la que confesáramos estar en la política "para forrarnos", se nos pondría una cara de escayola para el resto de las legislaturas que no la animaría ni L ’Oreal con toda su maquinaria cosmética.

Zaplana no. Tiene siempre a mano esa sonrisa seductora, peligrosamente simpática, que si te coge (como dirían los argentinos) en un momento malo serías capaz de liarte la manta a la cabeza, salir del armario y abandonarte a sus brazos.

Entre el pelo de Aznar y la sonrisa de Zaplana forman una escuadra de seducción tal que sus votantes corren el peligro de olvidarse de ir a misa los domingos

Como el buen seductor que siempre está de caza, con la atención en permanente estado de erección, en previsión de que salte la pieza en cualquier esquina, los tiros de seducción de Zaplana disparan a todas partes. Un día contra los mileuristas, a los que ofrece exonerarles del pago del IRPF, y otro, como ayer, a las mujeres maltratadas, que sólo tendrán seguridad y cobijo... a ver si lo adivináis... si gana el PP.

No importa lo asombrosa que sea la oferta, porque de eso se trata: de asombrarnos. A unos nos asombra el tamaño de su jeta, y a sus incondicionales, el de su ingenio.

Como los del Partido Popular no pueden reconocer que las muertes en atentado terrorista bajo sus gobiernos multiplican por mil las sucedidas bajo el de Zapatero (mala suerte, hombre) han tirado de las estadísticas del maltrato a las mujeres: "(El de Zapatero) es el Gobierno que más muertes tendrá que lamentar de violencia de género (...) 26 más que en toda la legislatura anterior".

No me digáis que no tiene mérito que lo diga el más pinturero de la derecha cavernaria, cuyo credo secular ha sido el desprecio a la mujer, expresado tan gráficamente por aquel juez que absolvió al violador porque "ella iba provocando".

Así que no sé si hacerme mujer del PP. Me encanta que me mimen.

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P.S. Los padres ideológicos de estos nuevos defensores de las mujeres maltratadas podrían levantarse de sus tumbas un día de éstos y dar un susto de muerte a cuanto zaplana anda suelto defendiendo causas que ellos ya daban por perdidas e inconvenientes. Os traigo algunas perlas de lo que pensaban de la mujer apenas el otro día, en términos históricos, aquellos energúmenos.

A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir. Cuando Dios hizo el primer hombre, pensó: "No es bueno que el hombre esté solo". Y formó a la mujer, para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue "el hombre". Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, estos es, como algo útil. (Sección Femenina. Formación Político-Social, primer curso de bachillerato, 1962)

Cuando estéis casadas, podréis en la tarjeta vuestro nombre propio, vuestro primer apellido y después la partícula "de", seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín. En España se dice señora de Durán o de Peláez. Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos la personalidad, puesto que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín, o sea, Carmen García de Marín. (Sección Femenina. Economía doméstica, para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968).

La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular –o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda de todos los minutos, de todos los deseos y las ilusiones, es el estado más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes –vanidad, egoísmo, frivolidades- por el amor. (Medina, revista de la Sección Femenina, 13 de agosto de 1944).

La mujer sensual tiene los ojos hundidos, las mejillas descoloridas, transparentes las orejas, apuntada la barbilla, seca la boca, sudorosas las manos, quebrado el talle, inseguro el paso y triste todo su ser. Espiritualmente, el entendimiento se oscurece, se hace tardo a la reflexión; la voluntad pierde el dominio de sus actos y es como una barquilla a merced de las olas; la memoria se entumece. Sólo la imaginación permanece activa, para su daño, con la representación de imágenes lascivas, que la llenan totalmente. De la mujer sensual no se ha de esperar trabajo serio, idea grave, labor fecunda, sentimiento limpio, ternura acogedora. (Lo firmaba un tal Padre García en la revista Medina del 12 de agosto de 1948).

Menos mal, como os decía, que ahora los herederos espirituales de aquella carcundia llevan a su programa electoral el velar por la dignidad y la integridad física de las mujeres. De sus mujeres, supongo.

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