Fuego amigo

La acumulación de basura como método de negociación

Dice el manual de buen revolucionario que "cuanto peor, mejor". Las revoluciones parten de situaciones de injusticia, y es bien sabido que si un millonario se hace revolucionario, como Bin Laden, es porque tiene una enfermedad mental (quizá una inflamación religiosa). De hecho, todas las navidades, hacia el día de la lotería, me asaltan unas enormes ganas de ser rico para dejar de ser rojo para siempre, lo cual me acarrearía, sin duda, incontables problemas de conciencia que me vería obligado a tratar allá por las Seychelles, con una cura de baños y masajes antiestrés a cargo de una hermosa nativa.

Cierto es que los motivos catastróficos para erigirse en líder revolucionario, como bien demuestra la historia de la mayor parte de los golpistas, pueden inventarse para que los ciudadanos saludemos la llegada de los salvapatrias. El catastrofista Partido Popular, rey del "cuanto peor, mejor", lleva intentándolo cuatro años.

El mismo método es aplicado por todos los huelguistas que deseen asegurarse el triunfo: cuanto mayor sea la implicación de la ciudadanía en su problema particular, cuanto mayor sea el caos inducido, mayores probabilidades de éxito. Los trabajadores de aviación, autobuses o ferrocarriles, en huelga en fechas que puedan incomodar al mayor número de usuarios, conocen bien los efectos del caos generalizado para el éxito de su negociación.

En Madrid, por ejemplo, llevamos una semana soportando una huelga de trabajadores de limpieza de Metro. Por si me está leyendo algún marciano, le diré que Madrid es ese paraíso de las cacas de perro en las aceras, de las bolsas de plástico volanderas y colillas sembradas por la calzada. La falta de educación de buena parte de sus habitantes es un magnífico aliado de cualquier huelguista de los servicios de limpieza.

Y si en unos casos el éxito viene dado por el caos inducido entre los viajeros, en éste el efecto psicológico lo consiguen los trabajadores ayudando a extender la basura natural, volcando papeleras, troceando en miles de cachitos todo papel que se ponga por delante, en ese efecto conocido de molinillo para extender la mierda, para que la incomodidad de todos les ayude a mejor negociar.

Lo suyo se arreglará, sin duda, un día de estos. Lo del PP, en cambio, me temo que va para largo, aunque estoy dispuesto a soportar su actitud y su basura durante cuatro años más, si eso les hace felices.

 

Más Noticias