Fuego amigo

No llevéis a vuestros hijos a la manifestación

Quedan veinticuatro horas para el tinglado de la antigua farsa pseudo religiosa de la gran concentración de Madrid en favor de la familia cristiana. De todos los fieles que mañana acudirán a esa manifestación, en favor de los hijos nacidos en santo matrimonio, pocos se habrán escandalizado de esa otra manifestación, mucho más escandalosa, del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, para quien el abuso de menores existe porque hay niños que lo consienten: "Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y además, deseándolo, incluso si te descuidas te provocan".

Si no me dieran miedo los fundamentalistas cristianos, acudiría mañana, armado de megáfono, para verle la cara a ese espécimen ensotanado víctima de picores pederastas cuando se queda a solas con nuestros niños "a poco que se descuide", para ir desgranando en voz alta las cuentas de los abusos a menores por los que la Iglesia norteamericana casi entra en bancarrota.

Y recordar a todos que la archidiócesis de Boston tuvo que pagar hace cuatro años 85 millones de dólares para hacer frente a la indemnización de 552 víctimas de las pederastas calenturas sacerdotales. La misma diócesis que desde 1990 lleva pagados 110 millones de dólares de indemnización, mientras Bernardo Álvarez y el Papa de Roma se preocupaban, entre otros asuntos, del estatuto de Cataluña.

La lista sería interminable: 36 víctimas en la diócesis de Providence, 243 en la de Lousville, 176 en la de Manchester... Tan sólo en Massachusetts, un sólo curita, tocado por la calentura divina, se pasó por el arco del triunfo a más de cien jovencitos. ¿Todos eran consentidores?

Es propio de las religiones culpabilizar a las víctimas. Tan interiorizado está el sentimiento de culpa (la base de su negocio) que a menudo la víctima llega a dudar ante su dios si en verdad no habría podido hacer algo más para evitar el abuso. Así, los fundamentalistas islámicos castigan a cien latigazos a las mujeres violadas, y ya conocemos la anécdota de algún juez cristiano que disculpó una violación porque la "víctima iba provocando" con su forma de vestir.

Desde luego, si yo fuera católico, mañana no llevaría a mis hijos a la manifestación. Emboscado entre la multitud podrías encontraros con el obispo de Tenerife. Quedáis avisados.

 

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