Fuego amigo

Demostración científica de que la monarquía es un disparate

 

Desde que sabemos que las monarquías ya no tienen origen ni respaldo divino, por el pequeño detalle de que dios no existe, resulta muy difícil conciliar una sociedad democrática con la permanencia de una institución tan disparatada que tan sólo otro disparate de mayor altura (está en el cielo, nada menos) podía justificarla. 

 

La monarquías dan por hecho que los descendientes de aquel primer rey que inauguró la dinastía, casi siempre a sangre y fuego, transportan en sus genes la sabiduría, la templanza, el sentido de la justicia y todas esas virtudes que se supone deberían haber adornado la testa coronada de sus queridos y listos progenitores. De nada ha servido la constatación de que a menudo lo que transmiten en el torrente de su sangre azul son los vicios, la ineptitud, la idiocia y hasta las enfermedades, debido a la endogamia histórica de las casas reales.

 

Algunas dictaduras, una forma pedestre de monarquía, sueñan con ser hereditarias. En Corea del Norte al dictador Kim il Sung le sucedió su hijo Kim Jong-il . En la Cuba de Fidel, el sucesor previsto es el hermano Raúl. Franco creyó haber dejado atado y bien atado su régimen con Juan Carlos Primero (y espero que último), régimen al que estúpidamente sus secuaces llamaban Movimiento cuando en verdad no se movió un milímetro en cuarenta años.

 

En el PP los mecanismos de sucesión monárquica permanecen intactos. Sus líderes no brotan de asambleas ni de elecciones internas, sino que "se suceden" unos a otros: como monarcas y principitos, simplemente se heredan unos a otros. Aznar, designado por Fraga, alumbró a Mariano como hijo político, pero dejó un delfín (antes reconocían a los hijos bastardos a los que dejaban regalías como marquesados y ducados; Aznar, que es más tacaño, le dejó Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid). No es un hijo, sino su amada esposa, Ana Botella, cuyo único mérito conocido es el poderoso influjo seminal de su marido. 

 

Ella es la demostración de que las monarquías son un completo disparate. La concejala tanto se inventa bulos, visiones místicas sobre las clínicas abortivas ("esas escenas realmente espeluznantes de niños de siete meses de gestación en las trituradoras"), como sobre la contaminación de Madrid, debida, según ella, al "polvo africano" (y yo que pensaba que los polvos africanos lo que provocaban era superpoblación... y sida, gracias a los consejos anti condón de los misioneros enviados por Ratzinger). 

 

Lo peor de ella no es su simpleza aterradora, sino que cree haber heredado la gracia del insufrible que la nombró. 


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