Fuego amigo

Las reglas incomprensibles del juego del mus

En mi primer año universitario en Salamanca, por razones de escasez presupuestaria, mi almuerzo consistía en un bocadillo en un bar, un establecimiento que a lo largo del día cambiaba de ambiente con la facilidad de un escenario de teatro de ópera: taberna de chateo y tapas hasta el mediodía, campo de juego de cartas en la sobremesa, y bullicioso bar de copas estudiantiles al caer la noche.

En aquellos años en que mis hormonas estaban en perenne estado de ebullición, tuve que enfrentarme de pronto a un doble choque cultural: por razones absurdas que todavía hoy no entiendo, por primera vez oía hablar entre mis compañeros más de toreros y de toros bravos que de mujeres, y asistía intrigado, dando tabaco pero sin derecho a hablar, a las primeras partidas de mus entre los parroquianos, cuando yo pensaba que el juego de cartas por excelencia era el tute. Me pasé todo un curso más preocupado por desentrañar la reglas del juego del mus, con su lenguaje de secta de iniciados, que los versos de la Eneida.

Esperanza Aguirre y sus intérpretes llevan dos días retomando la partida de mus en el punto en que la dejé hace cuarenta años. Es como una pesadilla. Ella misma habla de órdagos, de envidos, de la chica, de faroles... y yo sigo sin enterarme, aunque creo entender que, por ahora, lo que más le molesta no es perder, sino que la partida no haya comenzado porque el dueño de la baraja se niega a repartir.

La mayoría de mis colegas se pasó el día de ayer en radios y tertulias de televisión -con amplios reportajes en los telediarios- intentando desentrañar el juego de la tahúr Aguirre. Y todos coincidían, a derecha e izquierda, que la presidenta de Madrid tiene escondidas varias cartas en su bocamanga por si las que está a punto de repartir Mariano no le sirven ni para un miserable farol.

Ella continúa con su lenguaje abstruso, jugando al escondite con todos nosotros, aunque ha cambiado la grande, la chica, el juego, pares sí y pares no, por un glorioso "nada es inamovible". Para entendernos, es la teoría de la Relatividad aplicada al juego del mus político. A simple vista parece un farol, pero no me hagáis mucho caso.
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Meditación para hoy:

Leo en la prensa que el ejército de los Estados Unidos es un ejército de criminales. Y no es una valoración política. Por lo visto había en 2006 unos 34.000 convictos, ¡casi el 20% de todos los soldados alistados!, a los que se les conmutó la pena a cambio de entrenarse en sus filas para poder matar legalmente a gente como a nuestro compañero el cámara José Couso. Al parecer cada día son más necesarias estas "levas" con las que cubrir el cupo de efectivos necesarios para engrasar sus guerras, preventivas o no.

No os extrañe, pues, que la incorporación de José María Aznar a la invasión de Irak fuese asumida por el jefe de la milicia, George W. Bush, con tanta naturalidad.

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