El barómetro definitivo de la crisis económica mundial es el estado lamentable de las finanzas de nuestra internacional terrorista. La carestía de las materias primas, entre las que se encuentra el tytadine, más la subida de las hipotecas, de los txiquitos y de los uniformes del colegio de los niños, han obligado a las redes mafiosas del terrorismo a reforzar sus departamentos de administración en detrimento del I+D.

Ya no es aquello de coge el dinero y corre. Ahora, la mafia de la extorsión en nombre de la libertad de la patria vasca envía una carta al empresario contribuyente en la que se le comunica, muy señor mío, que debe pagar usted 72.000 euros en este año fiscal, pero que nos hacemos cargo de lo dura que está la vida: así que puede fraccionar los pagos en doce mensualidades de... así que son 6.000 euros cada una. Queda suyo afectísimo su asesino de cabecera.

Los expertos policiales nos cuentan que este es un salto cualitativo en la forma de recabar recursos, una profesionalización en toda regla, una manera sensata de poner orden en las cuentas caóticas de ETA, pues de esta manera las pequeñas PYMES pueden contribuir en cómodos plazos, sin agobios, a la revolución pendiente.

Y digo caóticas porque la gente de armas y de acción conoce cómo sacar el dinero de los bancos (con el auxilio de una ametralladora, por ejemplo) pero no tanto cómo meterlo en ellos para blanquearlo, al contrario de lo que me ocurre a mí. Sólo así se explican los problemas del conocido como "recaudador de ETA" al que pillaron el otro día con tres millones de euros de recaudación en una cuenta de un banco suizo. Cuando se vio pillado alegó que eran las ganancias del bar de su propiedad. ¿A cómo cobrará los txiquitos, se preguntaba la policía estupefacta?

Definitivamente la administración etarra estaba anticuada y necesitaba de un máster en Marbella con el catedrático Roca. Y si no, que aprendan de los piratas somalíes, que los ves con esa pinta de matados, de terroristas famélicos, y sin embargo les lleva el negocio de la extorsión un bufete de abogados del Reino Unido. Según dicen, más de un millón de euros de rescate, a pesar de tener a toda una fragata de la Marina española apuntándoles entre ceja y ceja.

Eso sí es profesionalidad y no la de esos bandarras de la boina.

Hay últimamente como una desgana en el trabajo de oposición del primer partido de la oposición a todo. Quizá, un estilo funcionarial, de funcionario que sabe que tiene que hacer su trabajo en las horas estipuladas pero que, por lo que le pagan, no está dispuesto a que le exijan un plus de entusiasmo.

Desaparecido Rajoy, el nuevo estilo de oposición del PP me recuerda al cazador de escasa puntería que prefiere disparar con munición menuda, para que quepa mucho plomo en el cartucho, aún a riesgo de que cada bala minúscula apenas consiga matar a un gorrión. Los populares disparan a nuestras bandadas de problemas sin cambiar de munición, sean palomas o elefantes.

Mientras Mariano guarda cama lamiéndose las heridas recibidas de un disparo de Esperanza Aguirre en un reciente accidente de caza, a Soraya Sáenz de Santamaría le toca afinar la puntería. ¡Y qué puntería! Por ejemplo, cuando disparó que pensaba exigir la comparecencia del gobierno en el Congreso para que explique lo del secuestro del pesquero español en Somalia me pareció entender, por su tono de voz, que ella ya sabe antes que nosotros que uno de los piratas es un sobrino de Zapatero. (Inciso: ¿no os habéis fijado en que el tono de Soraya es muy parecido al de "sabemos cómo te llamas y dónde vives, chaval"?).

O como el domingo, en León, cuando acusó al presidente de estar tomando cañas en su día de descanso, con su mujer y los militantes de su partido, mientras los jóvenes de este país "no pueden acceder a una vivienda". ¿La demagogia va a sustituir a la grosería en el nuevo curso político? ¿Cuál de las dos será mayor tortura? ¿Se puede pedir una ligera subida del nivel de oposición? ¿O es que un ateo como yo tendrá que pedírselo por dios?