Fuego amigo

De qué material estará hecho el líder

Me asombra la capacidad de aguante de Mariano Rajoy. Ya había dado muestras de su cualidades y capacidad de encaje cuando en el último gobierno del PP fue comisionado por el cobarde de su jefe, el hombrecillo insufrible, en misión especial para aplacar los ánimos de sus paisanos de la Costa da Morte, cuando el desastre del Prestige. Los desastres, más bien: el ecológico y el político que supuso la gestión de la crisis.

Muchos pensamos entonces que aquello de los hilillos de plastilina era simplemente mala información, hasta que lo del primo del cambio climático vino a confirmar que lo suyo era en realidad una capacidad asombrosa para improvisar una explicación con la que salir del paso, por idiota que sea. Porque él sabe que en política, como en el matrimonio, el que calla otorga y que por fortuna siempre hay un montón de voluntarios dispuestos a creer cualquier argumento.

El otro día le oía a un mileurista, para quien encontrar un trabajo le había parecido un milagro, preguntarse qué tendrá el poder que atrapa en su vorágine a gente como Rajoy, con una vida asegurada por un sueldo de Registrador. Cómo alguien puede soportar pasar en un mes de héroe de la derecha a héroe de la izquierda, perdón, a villano de la derecha, de los mismos correligionarios que días antes le adoraban como líder indiscutible.

Porque esa era la burra que nos quisieron vender durante años: el liderazgo fuerte, como fuente de todas las virtudes políticas.

La Iglesia le dispara con todos los santos desde su emisora. Su secretario de Comunicación en funciones y director de campaña en las pasadas elecciones, duda públicamente de su liderazgo. Sus medios de cabecera se han pasado en bloque a sus enemigos. Y por si fuera poco -lo que más daño le podía hacer- despierta un sentimiento de compasión entre sus adversarios políticos.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra el más fino de todos ellos ha dicho que, como militante socialista, se alegra de su caída pero que, como demócrata, le preocupa lo que le pasa. Hay que ser flexible como el bambú para no romperse con tantos ataques, y de hierro para soportar tanto halago. ¿De qué material estará hecho el líder?
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Meditación para hoy:
Federico Trillo sabía, apenas una semana después del accidente del Yak-42 en el que murieron 62 militares españoles (deberíamos llamarle ya el Yak-62, en honor a las víctimas), que las identificaciones de los cadáveres eran erróneas. Errar es humano, pero mantenerse en el error, cuando se conoce al fin la verdad, es mentir, una inmoralidad que mantuvo durante cinco años ante los familiares de los difuntos y ante la opinión pública. Trillo es un insulto a nuestra inteligencia, una suma perversa de contradicciones. Fue ministro de Defensa, ministro de una institución como el Ejército que tiene al valor como virtud definitoria, y resultó ser un cobarde, incapaz de dar la cara ante un ejército de familiares que buscaban la verdad. Y como miembro del Opus Dei ha incurrido en el pecado de escándalo que tanto ofendía a Jesús de Nazaret, a su jesusito de mi vida. El otro día oíamos a una de las viudas declarar que la actuación de Trillo le había empujado a albergar dudas sobre la existencia misma de dios. ¡Qué ejemplo de vida la de este hombre!

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