Fuego amigo

La izquierda debería estar más atenta

En Galicia, el sistema caciquil del PP de Fraga Iribarne se cimentó durante muchos años sobre el viejo axioma de que era mejor votar a los caciques que a los partidos de izquierda porque los ricos ya no tienen la imperiosa necesidad de robar. Ya vienen robados de casa. No resultaba extraño, pues, que campesinos hundidos en la miseria siguiesen votando de manera reverencial a quienes se suponía que eran unos profesionales del poder, saciados de dinero.

Cuando parecía que los escándalos urbanísticos, que salpicaban a todos por igual, ricos por la casa y pobres de solemnidad, echaban por tierra el viejo axioma, la izquierda sufría uno de los peores golpes con el caso Roldán, aquel director de la Guardia Civil con el PSOE que se levantó de la caja más de 2.000 millones de pesetas.

La teoría de que el rico se sacia antes que el pobre se nos está viniendo abajo. Ayer, el alcalde socialista de Estepona (Málaga) recibió la visita de la policía para llevárselo detenido, acusado de los supuestos delitos de cohecho, tráfico de influencias, prevaricación y blanqueo de capitales. Vamos, las actividades normales de los alcaldes chorizos cuando se aburren en horas fuera del horario de oficina.

Cuando saltan este tipo de noticias, mi mujer (mi 50% de sentido común) siempre se pregunta cuál es el punto de saturación de un ladrón, cuándo un rico alcanza ese nivel óptimo de riqueza que le impediría absorber más dinero, al igual que el aire se satura de humedad. Ella piensa que la avaricia se circunscribe a un problema físico, porque en algún sitio leyó que la riqueza es como el agua salada, que cuanto más se bebe más sed provoca. Su madre, cuando veía estas noticias en el telediario, recitaba como una letanía la venganza de los pobres: "rico y de repente, no puede ser santamente".

El PSOE debería grabar con fuego la sentencia de mi santa suegra. Ha tenido los suficientes reflejos para suspender de militancia cautelarmente al alcalde y los concejales socialistas de Estepona, pero la izquierda debería estar más atenta a las alarmas. No es tan difícil. Ya Averroes nos avisaba hace casi mil años que la estupidez y la riqueza no pueden esconderse durante mucho tiempo.

La estupidez es congénita, y se la ve venir desde lejos. Así que basta con centrar la atención en detectar los casos de abundancia repentina e inexplicable, la riqueza súbita de sus cargos públicos.

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