Fuego amigo

Mi maltratador es una bellísima persona

Alguna vez hemos debatido sobre las diferentes formas en que se manifiesta el "síndrome de Estocolmo", una suerte de perversión del comportamiento que lleva a las víctimas de un secuestro a disculpar e incluso defender a sus captores. Quizá el caso más extravagante que recuerdo es el de Patricia Hearst, nieta del magnate de la prensa William Hearst, secuestrada por una banda que vio en la rica heredera un filón de oro. La niña rica acabó huyendo con sus secuestradores y formando parte de un supuesto Ejército de Liberación Simbionés que se dedicaba a atracar bancos a punta de metralleta.

Estos días estamos asistiendo al caso de la mujer que se negó a denunciar a su maltratador, aún después de que éste hubiera dejado en estado de coma al hombre que acudió a defenderla. "Es una bellísima persona (...) no me considero maltratada" declaraba ante los medios de comunicación, mientras su inoportuno defensor se debatía entre la vida y la muerte en un hospital. Como decía ayer el portavoz de Consejo General del Joder Pudicial, "lo desgraciado es que esa mujer seguiría con ese agresor condenado" si no hubiese sido detenido.

No es un caso aislado. En los últimos meses hemos conocido casos de mujeres asesinadas por sus maridos o novios, maltratadores reincidentes que habían sido perdonados varias veces también de forma "reincidente" por la víctima. En algunos casos, la pareja convivía en el mimo domicilio a pesar de existir una orden judicial de alejamiento.

Quizá el síndrome de Estocolmo más clamoroso es el vivido por la mujer a lo largo de la historia en las sociedades dominadas por las religiones "del Libro". En su secuestro milenario han incorporado a sus genes que la mujer ha nacido para servir incondicionalmente a su captor, y tan sólo, y con no poco trabajo, en la sociedad occidental han conseguido superar el síndrome.

El caso de las sociedades islámicas es el paradigma de lo que digo. El velo islámico, el hiyab, fue una imposición del profeta más rijoso de todos los tiempos para esconder a sus esposas, algunas de ellas apenas niñas, de la mirada concupiscente de las visitas. Es decir, Mahoma se inventó una revelación del arcángel para disculpar su mente enferma de celos, su machismo disfrazado de mensaje místico.

Y sin embargo... desde entonces, millones de mujeres de las sociedades islámicas, incluidas universitarias instruidas, defienden con orgullo la utilización de la prenda como símbolo de su pertenencia a un credo determinado, y no como lo que es, una agresión, una imposición velada, disculpando a sus secuestradores sin pararse a pensar en el origen de semejante indumentaria: la obligación de esconder el reclamo de sus encantos femeninos, propiedad privada de los hombres de su entorno.

Recuerdo en los años de postguerra a mi madre y a sus amigas haciendo valer su identidad como "señoras de", muy orgullosas ellas de perder su identidad diluyéndola en la de sus maridos. Las mismas que en misa debían cubrirse con un velo, su particular hiyab, porque su religión machista les había enseñado que la mujer ha de ser recatada, es decir, no debía exhibir ante su dios sus encantos femeninos.

Casi media humanidad, la formada por las mujeres, padece todavía hoy, en mayor o menor grado, ese síndrome de Estocolmo, cómplice casi de forma inconsciente del machismo que las tiene relegadas a un papel secundario en la sociedad. Y algunas de ellas, como hemos visto, encantadas con la forma violenta con que sus amantes demuestran su virilidad.
----------------------------------------------------------------------------
Primera meditación para hoy:
El gobierno anuncia un programa bianual para hacer frente a la crisis, con 24 reformas. No ha entrado en muchos detalles, aunque se le vieron las ganas de demostrar al PP que "no está de vacaciones". Cristóbal Montoro ya se apresuró a declarar que algunas de ellas, como la eliminación del Impuesto sobre el Patrimonio que tan insistentemente había pedido el PP, "llegan tarde". Si no llegan, porque no llegan; y si llegan, lo hacen tarde. Está dentro del nivel de oposición diseñado hace dos días por Rajoy: exigir que el gobierno cumpla con el estatuto catalán... que el PP tiene recurrido ante el Constitucional. ¡Qué nivel!

Segunda meditación para hoy:
Un inmigrante nigeriano, que malvive en Sevilla vendiendo pañuelos de papel en los semáforos, entrega a la policía una cartera que se encontró en el suelo con 2.700 euros dentro. Meditad, meditad, hermanos: ¿qué habríais hecho vosotros en su caso? ¿Veis como no se puede consentir que nos invada una chusma de negritos delincuentes que en vez de montar una red municipal de recalificación de terrenos se dedican a dar mal ejemplo con su honradez, devolviendo lo que no es suyo? ¿A dónde vamos a ir a parar?

Más Noticias