ETA ya tiene el muerto que con tanto afán buscaba. Y ya tiene en los medios de comunicación las cansinas reacciones de siempre, los titulares que certifican su existencia, su alimento espiritual. Como confesaba el desalmado de De Juana Chaos tras ver por televisión el dolor provocado por el asesinato de Alberto Becerril y su esposa en Sevilla: "Sus lloros son nuestras sonrisas, y terminaremos a carcajada limpia. Me encanta ver las caras desencajadas que tienen. Con esta acción ya he comido para todo el mes".

Bueno. Una de las reacciones ha sido distinta de lo habitual, y quizá políticamente inoportuna por venir de donde viene, aunque me apuesto el cerebro de José María Aznar (me gusta correr riesgos) que recoge el sentir de una buena parte de españoles. El presidente de Cantabria, con su ya célebre incontinencia verbal, acusó al PNV de dar "alas a ETA" con su ambigüedad, palabras que luego matizó cuando la razón mandó callar al corazón.

A Ibarretxe las palabras de Miguel Ángel Revilla le parecieron injustas. Yo, como no soy político, puedo hacer uso de la memoria histórica depositada en las hemerotecas. Vaya por delante que estoy seguro de que el PNV y su lehendakari desean la desaparición de ETA, pero... también estoy seguro de que saben que sin ETA el nacionalismo vasco no tendría los suficientes votos para gobernar. ¿Por qué algunos somos tan mal pensados? Veamos.

Xavier Arzalluz, tras reunirse con HB, la tapadera de ETA, decía el 26 de marzo de 1991 que "nosotros somos los de siempre, nacionalistas. Sin revolución, sin marxismos ni tiros, pero con los mismos objetivos que vosotros. En el futuro, en el País Vasco sólo van a quedar dos fuerzas nacionalistas, el PNV y HB, por lo que habrá que pensar en algún tipo de colaboración (...) No creemos que sea bueno que ETA sea derrotada. No lo queremos para Euskal Herría".

Muchos años después, el 17 de febrero de 2006, Joseba Egibar, portavoz del PNV en el Parlamento Vasco, daba esta definición de la banda: "Es una organización política que hace uso de técnicas modernas de lucha de minorías contra mayorías, que son técnicas terroristas".

¿De dónde nace, pues, ese generalizado sentimiento, que a ellos les parece injusto, de que el PNV no desea la paz en Euskadi?
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Meditación para hoy:

Hablando de memoria histórica. Ayer, ocho de las asociaciones que trabajan por desenterrar (nunca mejor dicho) la Memoria Histórica de los represaliados por el franquismo pusieron en manos del juez Garzón más de 130.000 nombres de familiares y amigos que fueron torturados, asesinados o hechos desaparecer una vez terminada la Guerra Civil. Estos días, desde muy diferentes trincheras, hemos leído las dificultades que tendrá el juez "Campeador" para llevar adelante algo que se parezca a un proceso al franquismo. En realidad nadie demanda sentar en el banquillo de los acusados a los posibles supervivientes colaboradores o autores de aquel terror amparado por los vencedores. De lo contrario, dejaríamos sin su rico patrimonio, por ejemplo, a la Iglesia española, que tendría que hacer frente a demandas milmillonarias.

Y mientras unos buscan justicia histórica, otros la envenenan ondeando sus banderas nazis en el estadio Ruiz de Lopera. A eso le llaman, creo, Desmemoria Histórica.