Fuego amigo

La pena de muerte no merece la pena (de muerte)

El presidente Rodríguez Zapatero acudió el otro día a la Asamblea General de Naciones Unidas para hablar (no se habla de otra cosa) de la crisis económica mundial. Pero como por fortuna tenemos un presidente capaz de pensar y comer chicle al mismo tiempo, por mucho que a Mariano Rajoy eso le parezca una proeza, pidió a los líderes allí reunidos que no se escuden en la crisis económica para dejar de lado los Objetivos del Milenio, la lucha contra la pobreza y la erradicación, entre otros, de la pena de muerte.

Como diría el muñeco de Jesulín de Ubrique, la pena de muerte es como las corridas de toros (por cierto, nunca se habla de si a las vacas les gusta esa forma tan violenta de practicar el sexo). Ambas son una reminiscencia del lado oscuro de la humanidad, que perdurarán mientras a alguien les guste, como la prostitución.

Por eso cuando eligieron como presidente del Supremo al que se ha dado en llamar "un jurista de reconocido prestigio", católico de misa diaria, me preguntaba cómo un juez de tanta altura intelectual, que basa su prestigio no sólo en la habilidad para aplicar las leyes sino por pensar sobre ellas, se las arreglaría para conciliar normas bárbaras heredadas de los estadios más primitivos de la humanidad, como es la pena de muerte.

Aunque en España no existe esta pena, el juez Dívar no tendría problemas en aplicarla pues la Iglesia que gobierna su conciencia la ha utilizado con largueza, aderezada con tortura, a lo largo de la Historia.

En este punto se me ocurre una pregunta para el señor juez. Él piensa que los niños vienen al mundo con un pecado original, heredado de sus primeros padres, un delito que conlleva la pena de muerte eterna. Así que me gustaría saber qué piensa un jurista de reconocido prestigio sobre el hecho de que exista un Código en el que los hijos están condenados a pagar por las faltas cometidas por sus padres.

Es más, cuándo llegue al Paraíso, ¿utilizará su reconocido prestigio para decirle a dios que su idea de justicia es una salvajada? Creo que, mientras, no nos queda otro remedio que confiar en el buenismo de Rodríguez Zapatero. Por lo menos, está demostrando que es más bueno que dios.
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Meditación para hoy:

Por cierto, Mariano Rajoy criticaba ayer la intervención de Rodríguez Zapatero ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Según él, "puso colorados a una mayoría de españoles por vergüenza" porque "parecía alguien de otro planeta, quizá un marciano". No nos ha explicado qué es lo que le ha parecido vergonzoso, si pedir una moratoria para la pena de muerte en el mundo, si el reivindicar un "nuevo orden financiero internacional", en vista de que el capitalismo de los ultraliberales como Rajoy se ha mostrado más peligroso que el cambio climático, o su exigencia de que los gobiernos actúen más responsablemente en su labor reguladora de los mercados financieros.

Quizá piense que lo correcto es utilizar las Naciones Unidas, no para enviar mensajes de paz o para pedir responsabilidades a los gobernantes que incumplen sus compromisos, sino para invadir países después de inventarse la existencia de armas de destrucción masiva. Una vez más, el patriota Mariano echando una mano al gobierno español en los foros internacionales. Lo que demuestra que, en definitiva, es un hombre de estado... de estado de nervios.

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