Memento

Los espacios culturales y su particular pandemia

La relajación de las medidas del confinamiento ha provocado que la gente vuelva a las calles. Las terrazas de los bares empiezan a llenarse, se comienza a trabajar para que llegue el turismo internacional y las grandes superficies ya están abiertas con limitación de aforo. De repente, la cultura, que demostró ser tan imprescindible en los momentos más duros de la cuarentena, ha desaparecido casi por completo de los discursos y de las noticias.

Los cambios de fase facilitarán que algunos espacios culturales puedan ir reabriendo poco a poco, mientras que otros todavía ven lejos su vuelta. En un sector donde el contacto físico y las aglomeraciones son prácticamente imprescindibles, parece difícil que se recupere la actividad hasta que haya vacuna o un tratamiento efectivo.

Garage Beat Club durante la actuación de Gigatrón. Foto: Diego Montana en Facebook
Garaje Beat Club durante la actuación de Gigatrón. Foto: Diego Montana en Facebook

Las librerías o tiendas de discos son los primeros espacios que están abriendo, pero la falta de lanzamiento de novedades y la suspensión de ferias les ha complicado el año. Rodrigo Laviña, librero y socio de la cooperativa La Ciutat Invisible de Barcelona, admite que el estado de alarma les pilló ultimando los preparativos para Sant Jordi, la fecha más importante para el mundo del libro en Catalunya. Además, añade, que todo "estalló justo después de que nos mudáramos a una nueva sede, La Comunal, compartida con siete proyectos cooperativos más. Nuestros planes de inauguración y dinamización del nuevo espacio se han visto alterados".

Más difícil incluso lo tienen pequeños teatros y salas de conciertos. Con la reducción de aforo, es prácticamente inviable que salga a cuenta la reapertura. Las agendas se detuvieron en marzo y el futuro más cercano no es prometedor. Ana Camacho, gerente del Teatro del Barrio del barrio Lavapiés de Madrid, afirma que el año empezó "fuerte y con mucha ilusión". Añade que el Teatro del Barrio "había demostrado ser un proyecto sostenible incluso con su gran número de actividades gratuitas para el público. Con más de 525 socias y con una programación muy potente, se nos presentaba un año muy interesante".

En la misma situación sorprendió la pandemia a Isaac Vivero, presidente de la Asociación de Salas de Conciertos de la Región de Murcia, además de gerente y programador de la sala Garaje Beat Club, de esa misma ciudad, que se encontraba en plena temporada y con varios conciertos con todo vendido para los siguientes días. "La temporada no estaba yendo mal, pero se terminó de repente". Además, los efectos de la pandemia han provocado el cierre absoluto de su sala. "Estos dos meses y medio hemos estado trabajando en la reconfiguración del calendario y, además, hemos hecho mucho trabajo asociativo con las diferentes asociaciones profesionales a las que pertenecemos".

También afectó de lleno al Teatro del Barrio que, pese a los ERTE, ha tenido que hacer frente a muchos gastos fijos sin ningún ingreso. Además, Ana afirma que viven con la incertidumbre de cómo será la vuelta ya que el Teatro del Barrio " como el mismo teatro en general, está basado en el contacto físico". "Cuando una persona viene al teatro, generalmente, no lo hace solo por ver una obra (para lo cual ya hace falta un contacto físico en mayor o menor medida) sino también por compartir ese espacio y tiempo con otras personas y debe ser un lugar en el que el público se debe sentir seguro". Al igual que Isaac, han hecho trabajo asociativo con el resto de las salas para intentar, juntas, "hacer un camino hacia la recuperación de nuestros espacios". Durante estos meses de cierre, el Teatro del Barrio también ha servido para centralizar la ayuda vecinal para repartir comida a 500 familias.

Voluntarios repartiendo alimentos en la puerta del Teatro del Barrio, de Madrid. Foto: Guillermo Martínez
Voluntarios repartiendo alimentos en la puerta del Teatro del Barrio, de Madrid. Foto: Guillermo Martínez

Menos ha afectado el parón a las librerías como La Ciutat Invisible, que, mediante distintas campañas, han conseguido "levantar la persiana con cierta actividad", afirma Rodrigo. También distintas librerías cooperativas de la zona metropolitana han coordinado la campaña #SempreÉs23. "La idea ha sido desestacionalizar Sant Jordi explicando que estamos funcionando todo el año, trabajar nuestra propia red articulando conjuntamente demandas, visibilizar la Economia Social y Solidaria en el mundo del libro".

La reactivación cultural

Aunque en la llamada nueva normalidad se valora la reactivación de la cultura y la reapertura de estos espacios, afecta de manera distinta. Mientras que La Ciutat Invisible está en marcha planteando nuevas actividades y buscando la manera de celebrar sus 15 años de vida, tanto el Teatro del Barrio como Garaje Beat Club ven un "suicidio" abrir con las nuevas medidas. En cambio, a Ana Camacho también le preocupa que teatros como el suyo son, muchas veces, "la única fuente de ingresos de compañías que ya están en una situación precaria".  Añade que tenían pendiente tratar esa situación antes del Covid y que se plantean que, si permanecen hibernando, "podría dañarlas seriamente".

Ambos afirman que las medidas de seguridad siguen sin estar claras.  Por su parte, Ana se pregunta si "habrá un público dispuesto a venir al teatro en verano después de una pandemia sin precedentes en nuestras vidas, con grandes pérdidas personales y económicas y tras dos meses casi encerrados en nuestras casas", Mientras,  Isaac cree que en una sala de conciertos con público de pie "da igual que haya un 100% de aforo o un 10%, la gente no respetará el distanciamiento social", pero se muestra optimista esperando abrir en septiembre sin reducción de asistentes.

La visión hacia el mundo político

Ante la pregunta sobre si se deberían reducir las restricciones, muestran su confianza en los criterios que dicten los expertos sanitarios. Afirman que la salud es lo primero y que nuestra sanidad pública "es un tesoro que hay apoyar y recuperar y es lo más importante ahora". En cuanto a posibles medidas, Isaac Vivero sí espera ayudas del Ministerio, del Gobierno autonómico y de los ayuntamientos. Aunque sí observa cómo hay conversaciones al respecto, espera que se materialicen pronto porque "una nueva normalidad sin salas de conciertos sería terrible. Las salas son el primer escalón en la carrera de cualquier músico, sin pasar por ese escalón es imposible subir el resto de la escalera, sería un desastre para la escena musical".

Rodrigo Laviña, segundo por la izquierda, junto a otras socias de La Ciutat Invisible. Foto: Facebook
Rodrigo Laviña, segundo por la izquierda, junto a otras socias de La Ciutat Invisible. Foto: Facebook

Ana Camacho, que cree que "la cultura es un bien necesario y este tiempo nos lo ha demostrado más", opina que es primordial que las distintas instituciones públicas "sostengan en un momento delicado como este a un sector precario en muchas de sus ámbitos como es la cultura". Cree que se debe plantear una ayuda para poder abrir "cuando la situación sea más segura, en un inicio de temporada con fuerza y unas normas para garantizar nuestra seguridad y que sean más accesibles que las actuales".

Por su parte, Rodrigo Laviña va más allá y señala que, desde La Ciutat Invisible, piden ayudas al conjunto de la población, más allá del sector concreto. "Renta básica universal, facilidades con los alquileres e hipotecas del conjunto de la población, soluciones concretas para los grupos más excluidos... Y también planes para rescatar lo público en tiempos de crisis. No es que se necesiten ayudas, sino que se debe revertir la tendencia de recortar y desmantelar lo público en la que hemos estado inmersos estos años". Sin duda, todas saben que, sin defender los derechos sociales del conjunto de la población, sus espacios culturales tampoco tendrían futuro.

Tres historias diferentes de tres espacios culturales distintos que nos sirven para comprobar el estado actual de estos lugares imprescindibles para el sector. Porque sin salas, sin teatros y sin librerías, ni los grupos, ni los actores, ni las escritoras tendrían una ventana para conectar con su público. La incertidumbre parece que no va a ser pasajera, pero, ante esta situación me quedo con el mensaje de Ana: "No dejo de ser una optimista que ve un futuro bonito". Que nada ni nadie frene ni el optimismo ni la cultura.

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