Memoria Pública

Hilda y Carmen, dos mujeres valientes

El acto de apoyo a las víctimas del franquismo celebrado ayer en el teatro Bellas Artes de Madrid recogió los testimonios de algunos represaliados entre música, poesía, vídeos y fotografías

Una historia de amor truncada y una infancia condenada a la orfandad. A Carmen Arrojo (Madrid, 1918) y a Hilda Farfante Gayo (Cangas del Narcea, 1931), novia una e hija otra de fusilados, no les tiembla la voz cuando hablan de sus recuerdos ante un auditorio numeroso.

Ayer participaron en el acto de apoyo a las víctimas del franquismo, celebrado en el teatro Bellas Artes, en Madrid. Pusieron su memoria al servicio del público allí presente, "para que se sepa", decía Hilda antes de subirse al escenario.  "Toda la gente que he
conocido en Sol me da fuerzas", asegura sobre el movimiento que desde hace casi dos años se reúne cada jueves en la madrileña Puerta del Sol con imágenes de desaparecidos durante la represión franquista.

Carmen Arrojo e Hilda Farfante
Carmen Arrojo e Hilda Farfante

Mientras, Carmen repasaba entre bambalinas el texto que momentos después tendría que recitar ante la platea a rebosar del teatro. Nerviosa y emocionada leía el fragmento de la obra de Max Aub ‘Campo de los Almendros’ una y otra vez con el folio pegado a sus ojos. "No pasa nada si cambio alguna palabra, ¿no?", señaló divertida. Lo que tenía claro es que si la vista le fallaba, tiraría de recuerdos. "Me llevaron al campo de concentración de Albatera desde el  puerto de Alicante. Allí estuve unas horas hasta que separaron a hombres y mujeres.  Después a nosotras nos llevaron a un cine que hacía las veces de cárcel". En ese campo de la Vega Baja alicantina Carmen se despidió de su novio Eugenio. "Me ayudó a subir al camión y esa fue la última vez que le vi; después lo fusilaron".

Hilda, algunos años más joven que Carmen, y también ducha en encarar grandes auditorios, revisaba sus notas minutos antes de salir a las tablas. Ya en el escenario, lanzó su grito, ‘el grito de Hilda’, como ya se conoce a su vehemente mensaje. "Grito por la verdad, por la justicia que tanto merecen. Ahora sé que los nietos seguiréis gritando. Y seguiremos buscando, ¿hasta cuándo?’.

Han pasado diez años desde que Hilda se sacudió el miedo y comenzó a hablar. Desde entonces no ha dejado de hacer sonar su mensaje. "Es algo que me digo cada noche". Y asegura que seguirá contando su historia a todo aquel que esté dispuesto a escucharla.

A Carmen, el texto de Aub le provocó un asalto de recuerdos antes y después de salir a escena.  Uno de ellos le empañó la mirada: "Mientras esperábamos en el puerto, un hombre que esperaba junto a sus hijas de 13 y 17 años se cortó el cuello delante de todos". Carmen siente que el alarido que escuchó de aquellas chicas aún  resuena en sus oídos.

La trayectoria vital de Hilda también está salpicada de recuerdos amargos. Cuando tenía 5 años fusilaron a sus padres, maestros durante la Segunda República. Aún siguen desaparecidos pero ella mantiene la esperanza de darles una sepultura digna algún día. Es por ello que acudió al juez Baltasar Garzón. "Me impresionó tanto lo que hizo [Garzón] con Pinochet que pensé ‘¿cómo no va a poder hacer lo mismo con lo que pasó aquí en España?’".

Carmen e Hilda son dos militantes en la lucha antifranquista, ambas maestras y con una predisposición intacta a enseñar esa historia que para muchos estuvo vedada durante mucho tiempo. Ayer,  en el teatro Bellas Artes enseñaron algunos fragmentos de sus vidas ante las más de 400 personas que llenaron el patio de butacas.  Hilda lo seguirá haciendo cada jueves en la madrileña Puerta del Sol. Y Carmen continuará abriendo las puertas de su casa a todo aquel que sienta curiosidad por escuchar una historia que no figura en los libros de texto oficiales.

Lecturas realizadas durante el acto de homenaje.

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