Merienda de medios

Linces y condones

La campaña de los linces de la Conferencia Episcopal sobre el aborto ha coincidido con el inicio en Camerún de la gira africana del Papa, donde ha proclamado con mucha santidad que el reparto de condones agrava el problema del sida. Según Benedicto XVI, el contagio no se evita con Durex, sino con responsabilidad y, si esto falla, Dios proveerá. Lo decía ayer ABC: "Los hospitales de la Iglesia católica curan a un cuarto de todos los enfermos de sida del mundo". ¿Por qué se lo tenían tan callado?

La gente se muere de sida por voluntad divina y, según la Iglesia y el columnismo de sacristía, ha de nacer de la misma forma. Las madres tienen que entender que son meros receptáculos. De ahí que interrumpir el embarazo sea "crimen organizado y negocio al canto", según la docta opinión de Alfonso Ussía en La Razón. "Aquí no estamos hablando de progresismo y avance de la sociedad. Sí de sangre inocente, sí de vidas arrancadas, sí de trituradoras, sí de millones de euros".

Ahora bien, comparar los derechos de un lince y los de un sonrosado bebé puede ser peligroso. ¿Acaso no se seleccionan los embriones de este felino para procurar su superviviencia? "Me gustaría que el obispo auxiliar de Madrid nos dijera también si su campaña ampara también a los nacidos", se preguntaba Ignacio Martínez en el Diario de Jerez en referencia a Andrés, el niño de 7 años salvado por un hermano recién nacido y genéticamente seleccionado. "Andrés también podría hacerle a Camino la misma pregunta: ¿Y yo?".

La Iglesia tiene derecho a gastarse en vallas lo que recauda con la cruz del IRPF, incluso a movilizar a los médicos ultracatólicos para que barnicen de ciencia su propio dogma, pero eso no les autoriza a equiparar aborto y asesinato ni a frivolizar con una campaña made in Benetton. "No sé quien es el genio al que se le ha ocurrido la infeliz idea, pero le aseguro que provoca una reacción contraria a la que persiguen", sostenía Julia Navarro en el diario Levante.

Chiste papal

"Los principios absolutos no suelen tener más remedio que descender al terreno resbaladizo, mixto, impuro de lo humano", afirmaba ayer Belén Altuna en la edición vasca de El País. ¿Se puede estar contra el aborto y al mismo tiempo contra los métodos anticonceptivos? ¿Qué sabe de la humanidad un Pontífice que predica la abstinencia en el continente del sida y reniega de los preservativos? ¿Qué chiste nos está contando?

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