Merienda de medios

Dudas, certezas y osos polares

10-24.jpgDesde que Descartes consagró la duda como método filosófico no han dejado de surgirle discípulos. Fijémonos en Aznar, que empezó estando seguro de que en Irak había armas de destrucción masiva y ahora –como el primo de Rajoy– duda del cambio climático y pone a caldo a los "abanderados del Apocalipsis"; o en Zapatero, que un día está seguro de que será uno de los arquitectos del nuevo capitalismo en la cumbre de EEUU y al siguiente, ninguneado por Bush, vacila entre cortarse las venas o dejárselas largas. Mark Twain, que era un sabio y un cachondo, aconsejaba estar callado aun a riesgo de parecer estúpido antes que abrir la boca y disipar la duda.

Afortunadamente, nuestros líderes de opinión son ejemplares nacidos para la certeza. Florentino Portero, el neocon de cabecera de Aznar, sabe las respuestas y, pese a ello, pregunta como un poseso: "Si el tándem Aznar-Rato hubiera estado al frente de la economía española ¿hubiera quedado España fuera de la convocatoria (de la cumbre)? O, por el contrario, ¿no habría estado nuestro Gobierno en la cocina de la propia convocatoria...?", se interroga en La Tercera de ABC.
Federico I, en su versión mundana, se aleja de los fogones, aunque lo suyo sea ese mismo fuego, la misma brasa diaria: "En tiempos de Aznar, España parecía mucho más de lo que era (...) Con Zapatero parecemos todavía menos de lo que somos...". Al argumento le falta quizás la trascendencia que destila Xavier Horcajo, en La Nación, el digital de la extrema derecha más civilizada: "Sainete de la pena. Réquiem por un país que pudo ser y no fue. Un país guiado por un tonto obsesionado por estúpidos gestos y verborreas gratuitas...". ¿Que qué es esto? Poesía, estúpidos.

Obviamente, la certeza es un concepto ambidiestro. Lo sabe Enric Sopena, el periodista más ecuánime desde la invención de la imprenta, para quien "Bush ha hecho un guiño a su amigo Ansar: ‘No te preocupes. Zapatero no estará en la cumbre. Podrá seguir poniéndolo a caldo. Tú y tus fieles podréis decir una y mil veces que Zapatero no pinta nada en el escenario de la política internacional’". Y si lo dicen es porque no han leído a Carlos Carnicero, también en El Plural, o lo han leído y no le han hecho ni puñetero caso. "Tratar de establecer relación con lo ocurrido con una mala gestión internacional de Zapatero es un acto injusto y miserable", asegura.

Ecologistas sensatos

Periodísticamente, la duda ofende. Lo de Ramón Pi es la fe en Dios o en Aznar, que viene a ser lo mismo. El miércoles, en El gato al agua de Intereconomía, cantó las cuarenta a los 2.500 científicos del panel de la ONU, estómagos agradecidos que ocultan que "lo de Kyoto (..) es una locura disfrazada de religión con unos inquisidores que están ahí y que resulta que viven de esto". Pi es un ecologista sensato, pero mucho menos que Román Cendoya, también presente en la tertulia, quien entre otras cosas tiene "un coche híbrido cuando no había subvención" y hasta ha participado "en un carrera de coches solares en Australia en 1992". A Cendoya no se la dan con queso. Que no le cuenten bobadas del deshielo o que "los osos polares se ahogan porque se echan al mar y no encuentran islotes". Insiste en que le presenten un oso, que no sea Yogui, que haga esa locura. ¿No hay nadie que le tome la palabra?

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