Cabeza de ratón

En el burdel

"En este antro frecuentado por policías y guardias civiles..." Así describía la corresponsal de un diario madrileño el "despacho" en el que se gestaban los negocios de una trama de corrupción que implica a empresarios y políticos gallegos del PP, del PSOE y del BNG. Con tan selecta clientela, el burdel Queen’s tenía que ser sin duda vigilado de cerca por las fuerzas del orden por si una de las "decenas de mujeres sudamericanas de origen muy pobre" (sigo citando) esclavizadas por un hospitalario proxeneta tuviese la tentación de rebelarse y arañarle el rostro a uno de los empresarios o de los políticos que gozaban de la protección del generoso anfitrión y mentor de este peculiar foro de emprendedores. Hasta ahora resultaba inquietante la frecuencia con la que aparecían miembros de las fuerzas del orden como clientes asiduos de burdeles y puticlubs, cuando no como trabajadores de la casa, palanganeros con placa fuera de sus horarios laborales.

Hoy intuimos que estos sacrificados servidores de la ley estaban allí haciendo horas extras, velando por la seguridad, ya que no por la integridad, de empresarios, políticos y jueces, que de todo hay, o al menos eso afirma el empresario de Lugo y jefe de la patronal mafiosa de la zona, Jorge Dorribo, que incluye en su nómina  al presidente de la Audiencia de Lugo que pasaba por allí, por las inmediaciones del caso Carioca una enredada trama sobre explotación sexual de mujeres y mafias policiales. El interés extraoficial del juez Varela Agrelo por acceder al sumario secreto del caso Campeón, una ramificación de la gelatinosa red, como el caso Pokemón otro intercambio de cromos en el que participaba el exportero del Deportivo coruñés Songo'o, presunto intermediario en un negocio en el que implicó al juez, la construcción de una central eólica en Camerún, la corrupción no conoce fronteras.

A estas alturas de la narración, entre cariocas, campeones y pokemones, esclavas sexuales, proxenetas, policías y guardias,  empresarios, jueces y porteros de fútbol interesados por la energías alternativas, el lector y el autor nos encontramos metidos en un jardín, un laberinto que parece diseñado por un guionista friki de televisión adicto a los alucinógenos. Sirvamos el postre: La relación entre el empresario Dorribo y el juez Varela podría haber tenido como escenario el refinado marco de un club gastronómico 'Acción & Klasse' creado por el propio Dorribo para relacionarse con los tres pilares de la trama, el poder político, el poder económico y el poder judicial. Varela Agrelo figura como uno de los cuarenta padres fundadores del suculento club. Durante los selectos banquetes de trabajo se supone que policías y guardaespaldas se tomaban el rancho de la tropa en la cocina mientras se guisaba el condumio.

Pero no todo son sombras en el paisaje policial, la desmedida actuación de los antidisturbios en las concentraciones de septiembre junto al Congreso mereció del gobierno de la nación las calificaciones de "extraordinaria, espléndida, brillante y ejemplar" y hubo incluso reparto de medallas. El archivo de la causa contra los promotores de la manifestación del 25-S con las acotaciones del juez Pedraz sobre la "convenida decadencia de la denominada clase política" ha caído como una pedrada entre las filas gubernamentales que han reaccionado con algaradas verbales de madrugadores portavoces cantamañanas. El vocero mayor del PP, Rafael Hernando, ha hecho honor a su cargo pronunciándose de forma contundente contra el archivo ordenado por un "pijo ácrata" instalado en la Magistratura. "No es que lo sea –matizó después– pero ha actuado como si lo fuera". Entre pijoácratas y perroflautas el PP se siente rodeado y se apresta a la lucha con el lema de: Ladran luego rebuznamos.

Mientras, la denominada oposición, igualmente afectada por la  convenida decadencia denunciada en el auto, prefiere no darse por aludida y aprovechar la ocasión para cargar contra el gobierno. De la decadencia a la irrelevancia no hay más que un paso y la denominada clase política está muy cerca de darlo delegando sus poderes en la denominada clase financiera. Del gobierno de las urnas al de los cajeros automáticos.

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