Cabeza de ratón

Un euro por dioptría

Entre la espesa y gelatinosa masa de las noticias del día, donde todo quebranto tiene acomodo, y tras la ingestión de nuevas, que son viejísimas, informaciones sobre sobornos y corruptelas, desfalcos y ajustes de cuentas, caen mis ojos fatigados sobre un titular marginado en las últimas páginas de un diario. Bruselas exige que España suba el precio de las gafas y de los audífonos. ¿Impondrán el euro por dioptría? Todavía no, pero subirá el IVA hasta el 21% para que los ciegos y los sordos, los miopes y los astígmatas españoles dejen de abusar con sus gafas de diseño y sus audífonos de lujo. Total, para lo que hay que ver y lo que hay que oír, una realidad borrosa y emborronada y unas predicciones más negras que la tinta de un calamar gigante de las profundidades abisales.

La miopía puede ser muy útil. Los empleados, los diputados y los cargos del PP que trabajan en su sede de Génova, no veían al extesorero Bárcenas cuando aparecía por sus despachos y pasillos, acudía a su sala de archivos particular o daba instrucciones a su secretaria. Hace tiempo que no sabemos nada de ese señor que ya no trabaja con nosotros decían sus portavoces. Nunca vimos esos sobres de sobresueldo que nos daban todos meses, no los veíamos porque eran opacos.

Cuando tus colegas te conocen como Luis el Cabrón algo habrás hecho para merecerlo aunque cabrón no sea necesariamente un insulto y se profiera en ocasiones con un deje de envidia: Hay cabrones con suerte, cabrones con pintas y a tiempo completo. Siempre desconfié de los tipos que se ofrecen voluntariamente a ejercer de tesorero en una agrupación. Si se tratara, por ejemplo de un club de remo, el tesorero nunca dará un palo al agua pero es probable que se lleve una comisión por cada remo comprado por los atletas y meta mano en la caja de las cuotas. No lo pueden remediar y además saben que resultan imprescindibles cuando se trata de financiar o de hacer colecta.

Se me dan mejor las letras que los números, los números no los entiendo ni con gafas nuevas, los números crecen y se multiplican, cientos de miles, millones de euros que saltan de cuenta a cuenta y tiro porque me toca, de paraíso fiscal a paraíso fiscal. La corrupción llega hasta las Islas Vírgenes donde guardan su dinero tantos cabrones e hijos de puta. No se que tienen los archipiélagos para que aniden en ellos los fondos buitres y los fondos de reptiles, de las Islas Caimán a las del Canal pasando por Suiza que también es una isla. Suiza siempre fue como ese lugar en el que los contendientes ponen a salvo sus pertenencias, sus chaquetas y sus carteras, antes de liarse a mamporros. Guardando la ropa y el dinero siempre están los tesoreros que no se pelean pero cruzan apuestas sobre el resultado de la pugna.

"Nace en las Indias honrado/ donde el oro le acompaña/ viene a morir en España/ y es en Génova enterrado/ y pues quien lo trae al lado/ es hermoso aunque sea fiero/ poderoso caballero/ es Don Dinero." La quevedesca copla que cantaba Paco Ibáñez, sirve de sintonía de estos tiempos. El oro que generosos y "desinteresados" donantes enterraron en Génova se repartió por los bolsillos de los más fieles en discretos sobres opacos y nadie preguntó ni de que cielo caía ni cuanto cobraba de comisión el tesorero Bárcenas, aunque ya se sabe, según un principio generalmente aceptado, que el que parte y reparte se lleva la mejor parte y la entierra donde le da la gana, en Génova o en Panamá.

Entre las obligaciones del buen corrupto, del profesional del ramo, está la de repartir la corrupción de manera que cuando llegue el momento, si llega, de poner las cartas sobre la mesa, todos los jugadores callen porque saben que tienen cartas marcadas y ases en la manga. ¿De dónde salieron los 22 millones de euros que llegó a atesorar el tesorero? ¿Cuál era el origen de los fajos de billetes de 500 euros que paseaba Jordi Pujol Ferrusola por Europa con su novia maltratada? ¿De dónde sacó el presidente madrileño Ignacio González, los 770.000 euros para comprarse ese ático de Marbella que según sus palabras solo tenía alquilado?

Esta frenética zarabanda de millones viajeros y viajeros millonarios se produce por genuino arte de birlibirloque, experimentados tahúres y trileros de élite, escamotearon, nos escamotearon, los dineros ante nuestros ojos y oídos. Aunque las gafas y los audífonos nos salieran casi de saldo no vimos nada. La mano es más rápida que la vista, y aún veremos menos cuando tengamos que pagar un euro por dioptría.

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