Cabeza de ratón

¿Qué hacemos con ellos?

La conmoción post electoral que ha sacudido la magmática estructura de los grandes partidos políticos ha provocado una eclosión de caras nuevas y de ideas de segunda mano que suenan a nuevo porque hace tiempo que estaban acumulando polvo en los desvanes de Génova y Ferraz (el desván de IU no sé muy bien por dónde cae porque están de mudanzas forzosas). Los apolillados archivos sin digitalizar de las ideologías políticas provocan algunas polvaredas cuando se hojean y hay quien estornuda cuando se invoca a Carlos Marx o se le quita el polvo al busto de Bakunin. La conmoción no parece haberse producido en el PP, los mismos perros con los mismos collares, pero la conmoción va por dentro, los dirigentes populares de toda la vida están preocupados por su futuro, o por la falta de un futuro. Hasta ahora en el PP minimizaban los daños de sus fracasos buscando rápido y feliz acomodo para sus cesantes, una asesoría por aquí, una puerta giratoria por allá y un pasaporte para tomarse unas vacaciones pagadas, cuatro años sabáticos en Bruselas, una estancia a pensión completa en ese balneario de las instituciones europeas en el que lo único que funciona es la contaduría, la economía, las altas finanzas y las bajas pensiones de esta Europa de recortable.

Han colocado de momento al pizpireto Cañete con algunos apuros y parece que se va a quedar sin comisaría, Juncker solicita paridad y ya se sabe lo que opina el señorito Cañete sobre las facultades intelectuales de las mujeres. De Guindos tendrá mejor fortuna por aquello que sabe de números y es más discreto. La pregunta es qué harán con los otros. ¿Volverá Mariano a registrar la propiedad? No se sabe dónde irán a parar sus fieles e irreemplazables ministros y colaboradores. ¿Qué harán con los que no les quepan en el Tribunal de Cuentas y otras instituciones benéficas del Estado y de sus aledaños? ¿Se les ocurre que podríamos hacer con Ana Mato?... No me lo digan: ¿la embajada de Malabo? Hasta que no tengan claro su futuro laboral, Mariano no moverá ficha. La empresa privada, que se benefició de sus políticas y que acogería con las arcas abiertas a sus benefactores, no pasa por un gran momento, algunos de sus más agradecidos beneficiarios están en la cárcel o haciendo cola para sentarse en los banquillos.

Y mientras, Rajoy juega al escondite con Mas en la previa de la próxima partida. ¿Mus? Más bien tute subastao. Mientras dure el juego, Artur Mas capeará el temporal en el que está a punto de naufragar la nave pirática de los Pujol que ha costeado todos los paraísos fiscales antes de colisionar con los acantilados de Andorra. En el PP todos miran hacia otro lado menos Esperanza Aguirre, que se encuentra como escualo en el agua, cebada y cegada por ese eje del mal bien engrasado que ha encontrado la receta alquímica para fundir el nazismo con el estalinismo, a Goebbels con Münzenberg, como dice el polítologo de cámara de Aguirre. ¿Münzenberg? Sí Münzenberger, que para eso está la Wikipedia. La cruzada aguirrista contra la plataforma "posibilista" tiene, como objetivo, la retroalimentación de la carrera política de Esperanza Aguirre en lo que podríamos llamar Operación Wyoming. Las pullas y las burlas de aquellos desfachatados reporteros de Caiga quien caiga promocionaron en su tiempo a la ministra de Cultura, Deportes y Tauromaquia, una paradoja propia de este país paradójico y esperpéntico. La nueva cruzada de la Esperanza dispara los titulares y anima las tertulias de los medios durante la canícula. Ojalá tengas un verano interesante es una maldición cuando se la dedicas a un periodista. Que alguien la detenga y la ponga en pausa para que no siga atropellando. Que se entretenga con la temporada taurina, actividad cultural en la que Esperanza Aguirre destaca. Si las cosas no fueran bien, la lideresa tendría como mínimo un puesto como asesora taurina de la Comunidad de Madrid y de la Unión Europea.

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