Cabeza de ratón

Morir por las ideas sí, pero de muerte lenta

Hara- Kiri, precedente del Charlie Hebdo se presentaba, en los kioscos de Francia, como revista bète et mechant (mala y perversa) y con un eslogan provocador: "Si no puede comprarla, róbela". En España ni siquiera podíamos robarla en el kiosco y la mera posesión de algunos ejemplares fue, en ocasiones, motivo de denuncia policial. Los ataques devastadores de los redactores y dibujantes de la revista a las religiones, la política y el capital resultaban excesivos hasta para las tolerantes y laicas leyes galas.

En los años sesenta, Siné, uno de los grandes maestros de la sátira gráfica, autor, entre otras joyas, de unos discursos del general De Gaulle ilustrados, invitaba a una exposición de sus dibujos con una tarjeta en cuyo dorso figuraba, en vez de la clásica lista de exposiciones anteriores, una relación de las multas y cárceles con las que le había obsequiado el general. Muchos de los conflictos de la publicación tenían relación con la religión católica, escarnecida y ridiculizada con alevosía en cada número y objeto de la ira inquisitorial de la derecha clerical francesa. El impecable argumento que presentaba en su alegato la defensa se basaba en el trato de favor que el estado laico francés otorgaba a una religión en concreto.

En aquellos años, la prensa del país vecino publicaba a menudo chanzas y sátiras sobre Buda, Mahoma o Jehová sin producir las mismas reacciones que los ataques a la religión católica. Las nutridas manifestaciones contra la legalización del matrimonio homosexual que se han producido recientemente en Francia, dan fe de que los creyentes militantes de la derecha más rancia siguen formando parte importante del cuerpo social en el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Durante muchos años los dibujantes y redactores de Charlie defendieron la multiculturalidad, la inmigración y la tolerancia, sin fisuras y sin complicidades. Un musulmán y un judío ortodoxo se jactan de ser intocables en una portada de la revista,  en otra un árabe y un judío se besan apasionadamente en la boca, provocaciones.

Los dibujantes y los redactores de la revista no son ni antisemitas, ni antimusulmanes, ni anticatólicos,  sencillamente son enemigos acérrimos de toda superstición colectiva que pretenda convertirse en verdad única y fundamento de las leyes y las costumbres sociales . Libertarios y defensores de la libertad, los muertos del Charlie nunca quisieron ser ni héroes ni mártires. Como cantaba Brassens, otro santo laico del anarquismo y de la sátira: "Morir por las ideas, sí, pero de muerte lenta".

Wolinski, una de las víctimas, seguía siendo a los setenta años satírico y sátiro, erotómano y cínico, en el sentido filosófico del término, el dibujante desvergonzado diseminaba entre cópulas, tetas y culos, auténticas cargas de profundidad contra la intolerancia y el fanatismo que acabaron con su vida.

En la larga y tenebrosa historia de los atentados contra la libertad de expresión recuerdo el atentado contra la revista catalana y satírica El Papus en los primeros tiempos de la Transición. A los fanáticos les aterra más el ridículo que cualquier otra ofensa. Si entre nuestros ideales y la realidad no ponemos un colchón de sentido del humor, nos volveremos fanáticos, decía Lin Yutang.

Malos días, muy malos días corren sobre el humor. Hace una semana moría en Madrid Máximo Sanjuán, humorista, filósofo y geómetra, irónico y cartesiano, creador de un humor demasiado profundo para los adictos al chiste fácil y al trazo grueso, en el polo opuesto y, sin embargo, complementario del descarnado humor de la escuela de Hara- Kiri. Coincidí con Máximo en la redacción de una revista a finales de los años sesenta cuando él era el dibujante del diario Pueblo y yo daba mis primeros y torpes pasos como periodista y humorista. Coincidimos años después en El País y mantuvimos siempre la amistad, aunque últimamente nos viéramos poco. Máximo, amigo y maestro, Wolinski y sus compañeros también ejercieron sobre mí su magisterio a distancia y a ellos les debo una visión del periodismo satírico en la que continúo militando. Salut les copains.

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