Multiplícate por cero

Un brazo a la basura y la conciencia en la cloaca

Franns Rilles Melgar Vargas, inmigrante boliviano de 33 años sin papeles, trabajaba 12 horas diarias por 700 euros mensuales en una panificadora de Gandía. Días atrás su brazo izquierdo quedó atrapado por una máquina amasadora que se lo amputó por encima del codo. Pero lo que ha conmocionado a todo el país es la reacción de los patronos: dejarle sangrando en la calle a unos metros del hospital amenazándole para que no dijera cómo había ocurrido... y volver a la panadería para limpiar las huellas del accidente tirando el brazo a un contenedor. Con la misma despreocupación y falta de conciencia con la que habían tirado a la basura durante meses los derechos de Melgar y de sus compañeros, también sin papeles.

Sobrecogedor, pero no extraordinario. La explotación de los inmigrantes sigue estando a la orden del día. La siniestralidad laboral que sufre el colectivo de inmigrantes es superior a la de los trabajadores nacionales debido a su precariedad e indefensión. Dimitri Solomon, un inmigrante sin papeles falleció en un accidente laboral tras ser aplastado por el tractor que conducía cuando fumigaba una finca agrícola en Almiserá (Valencia). Un joven ecuatoriano murió aplastado por un montacargas mientras pintaba el local de la empresa. La muerte de un obrero rumano destapó que en el chalet donde trabajaba el fallecido se alojaban y trabajaban cinco trabajadores polacos que recibían 20 euros al día.

La reacción de estos empresarios sin escrúpulos es siempre la misma: echar la culpa al inmigrante. En el caso de Melgar dijeron que estaba borracho –los médicos que le atendieron en el hospital lo negaron rotundamente–. Al joven ecuatoriano fallecido llegaron a acusarle de ser un delincuente que había entrado a robar en las obras. Pero ni la Guardia Civil ni el juez se tragaron ese cuento y el empresario y sus hijos fueron condenados a dos años de cárcel. En el caso de Dimitri, la empresa dijo que trabajaba por su cuenta y que había alquilado el tractor. No coló la excusa y el Juzgado de lo Social nº 9 de Valencia condenó a la empresa a pagar una indemnización de 180.000 euros a su viuda.

Estos son casos donde el peso de la ley ha caído –aunque no con toda su fuerza– sobre patronos explotadores. Pero ¿cuántos hay que no se conocen?

Más riesgo

Según datos de la Agencia Europea de los Derechos Fundamentales, los inmigrantes que llegan a España sufren el mayor número de accidentes laborales, un 30% más en proporción que los trabajadores nacionales. Dramas humanos, incluso con prácticas esclavistas, se destapan de forma reiterada en los accidentes laborales donde se junta la economía sumergida, la falta de escrúpulos de algunos empresarios y la nula protección de los derechos humanos. Va mucho más allá de la prevención de la siniestralidad laboral, un área en la que, por otra parte, España ocupa un lugar destacado en el lado negativo de la tabla.
El año pasado, fallecieron 831 trabajadores por siniestro laboral, cinco más que en 2007, y se produjeron 922.253 accidentes laborales, 99.814 menos que el año anterior. Los accidentes han disminuido, especialmente en el sector de la construcción, pero las cifras pueden llamar a engaño porque también la actividad económica ha descendido y en la construcción, por ejemplo, hay medio millón de parados más, por lo que difícilmente pueden ellos sufrir siniestralidad laboral.

Evitar 300.000 muertes

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que cada año en el mundo mueren aproximadamente 2,3 millones de hombres y mujeres a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo, incluyendo cerca de 360.000 accidentes mortales y cerca de 1,95 millones de enfermedades mortales. Cerca del 4% del PIB mundial se pierde por ello. Si todos los Estados utilizaran mejor la prevención de accidentes, podrían evitarse unas 300.000 muertes

¿Cuánto tiempo se le dedica en el marco del Diálogo Social o del G-20 a debatir cómo se va a acabar con la explotación laboral, en especial de los inmigrantes? Lo pregunto más que nada por saber si avanzamos algo en humanidad o sólo en productividad.

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