Multiplícate por cero

A España se le puede pasar el arroz

España ha llegado tarde a muchas cosas. A la reestructuración bancaria es posible que también lo haga. Aunque ya hay siete procesos en marcha y muchas elucubraciones, el curso de los acontecimientos va demasiado lento. Tanto que puede llegar el momento en que Europa decida que se ha acabado el tiempo de las ayudas públicas para la reeestructuración bancaria y el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) apenas se haya estrenado.
 
Otros países están empezando a salir de la crisis y ya han hecho sus intervenciones bancarias. Para cuando el nuevo mapa financiero español esté completamente dibujado puede que sea tarde para recibir fondos. En España, las perspectivas más realistas señalan que la mitad de las entidades financieras españolas registrarán pérdidas en 2010 y el Banco de España está buscando gestores competentes que lleven a buen puerto las fusiones.

La próxima semana, los ministros de Economía de la Unión Europea discutirán cuándo se tienen que retirar los planes de ayuda pública a los bancos. Se trata de no seguir distorsionando la competencia ni manteniendo bancos no rentables. Y la Comisión Europea propone fecha de salida: junio del año que viene para empezar a suprimir los avales, subiendo el precio que se cobra a los bancos que los piden.

Tampoco es un detalle menor que esta semana el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, nuestra autoridad monetaria, haya avisado de que va a empezar a cerrar el grifo del dinero para los bancos y que en diciembre se hará la última subasta ilimitada de liquidez a un año. A estas subastas han acudido los bancos y cajas españoles a obtener dinero barato (el tipo de interés es el 1%) que luego han colocado en deuda pública o de otras empresas logrando una rentabilidad importante (1.600 millones de euros este año según cálculos
prudentes).

Dice el Banco de España en su último informe que el FROB “acelerará su actividad en los próximos meses”. Es más, asegura que “ese uso más intensivo del FROB será imprescindible para compatibilizar la inevitable reestructuración del sistema financiero y la financiación de la economía productiva una vez superada la actual fase recesiva”. Porque el objetivo tiene que ser que, sin volver al alto nivel de endeudamiento de los últimos años, el crédito fluya de nuevo a las familias y a las empresas –la financiación a las pymes ha caído un 30% en un año–.

Caja Madrid, ausente

Mientras se diseña el mapa bancario, hay una protagonista que podría jugar un papel principal y, sin embargo, está ausente: Caja Madrid, que en los últimos meses se ha limitado a ser campo de batalla política escenificando como no se había hecho hasta ahora la gangrena que pudre a varias de estas entidades. Mientras no se resuelva la pelea seguirá así, pero en cuanto haya nuevo presidente pocos dudan de que el Banco de España querrá utilizarla como salvadora de alguna otra entidad.

La necesidad de restar poder a los políticos en las cajas de ahorros es tan grande que hasta el presidente de la propia Confederación de Cajas de Ahorros (CECA) defiende que se reduzca del 50% al 25% la representación política en los órganos de gobierno de las cajas. El deseo de los gobiernos autonómicos de no perder poder en su región está obstaculizando las fusiones interregionales de cajas. De las que están en marcha (Cajastur-Caja Castilla La Mancha; Caixa Sabadell-Terrasa-Girona-Manlleu; Caixa Catalunya-Manresa-Tarragona; Caja España-Caja Duero-Caja Burgos; Caja Navarra-Caja General de Canarias; CAI-Caja Insular de Canarias-Caja Rioja), sólo son auténticas fusiones las de cajas de la misma autonomía; en el resto se trata de “fusiones frías” donde la integración se hace a medias, creando una sociedad para compartir riesgos pero manteniendo cada una sus órganos de gobierno. De esta manera se pierden sinergias que harían más fuerte a la entidad
resultante.

Y eso que la historia de las fusiones bancarias anteriores demuestra que, siempre, la primera consecuencia es una pérdida de cuota de mercado: uno más uno no suman dos, sino uno coma algo. Luego, al cabo de unos cinco años y sólo si los gestores son buenos, la fusionada empieza a sumar dos coma, tres o más. Eso, si no se les pasa el arroz.

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