Multiplícate por cero

Los ‘working poor’ están por todos lados

Pobreza no es únicamente indigencia. Pobreza es no tener dinero suficiente para pagar la calefacción cuando hace frío o para comer pollo tres veces a la semana.

La vulnerabilidad se acentúa en los dos extremos de la vida: niños y ancianos. Son los más pobres. Ahora que se están elaborando los presupuestos del Estado –y de las comunidades autónomas– deberían tener sus responsables como libro de cabecera el Informe sobre Inclusión Social de Caixa Catalunya. En especial un apartado donde se dice que entre 1999 y 2006 (cinco años de gobierno del PP y tres de gobierno del PSOE) España ha empeorado su capacidad para reducir la pobreza infantil (que llega al 52% entre los niños inmigrantes) y entre los ancianos. Porque, aunque las rentas públicas han logrado proteger a los mayores de las formas más severas de pobreza, muchos pasan estrecheces económicas por encima de los 65 años (el 31%).

Además, llegar a ser pobre está ahora al alcance de cualquiera. El riesgo de caer en la pobreza es una fina línea ligada al ciclo vital. Y trabajar no te protege de la pobreza: la precariedad y los bajos salarios provocan que haya working poor. Estos pobres que trabajan van desde el joven con un contrato temporal y salario ínfimo, hasta la madre cabeza de familia monoparental que no llega a fin de mes. Son las nuevas formas sociales de ingreso en el colectivo de los pobres.

Desde 1995, alrededor del 19% de la población es pobre. Se nos ha llenado la boca con lo mucho que se ha desarrollado la sociedad española, pero seguimos con la misma pobreza. ¿También mental?

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