Multiplícate por cero

Soy banquero y templé mi corazón

Las DABAgirls son un grupo de novias y esposas de ejecutivos de Wall Street que han abierto un blog humorístico en Internet para consolarse mutuamente en estos momentos de crisis, de desesperanza porque se han acabado las cenas en restaurantes exclusivos, los manolos último modelo... DABA es el acrónimo de Dating A Banker Anonymous, es decir, Saliendo con un Banquero Anónimo. Todas ellas son damnificadas de la caída en desgracia de sus parejas, parias sociales sobrevenidos, gente que ha llevado a muchos de nosotros a la ruina y a ellas a renunciar a las tiendas de la Quinta Avenida. Están Megan, Laney, Courtney... Está incluso Kathleen Fuld, esposa del ex presidente de Lehman Brothers, que ha tenido que empezar a vender su colección de arte para dar liquidez a su marido.

Si es duro ser pareja de banquero americano, ser el banquero mismo debe serlo todavía más. Los banqueros españoles han decidido cerrar el festín de liquidez que estaban dando en los últimos años, hasta te descontaban el abono para los toros. Las mujeres de los banqueros españoles no tendrán que abrir un blog, pero eso, probablemente, es la única buena noticia para sus maridos. Hoy, la imagen popular del banquero está bajo mínimos. En Estados Unidos, es un chorizo. Aquí, un desalmado, un listo que no quiere soltar el balón de crédito que le ha otorgado el Gobierno para que lo reparta entre los empresarios pequeños, autónomos, gente corriente que necesita el dinero que acumulan los banqueros para sobrevivir a la crisis.

¿Merecen esa imagen? Sin duda, lo que están haciendo, cerrar el grifo sin mirar a quién, quizá contribuya a la estabilidad del sistema financiero a largo plazo, pero no a la recuperación económica global y a la confianza social en el sistema, ni a corto ni a medio plazo. ¿Es eso motivo suficiente para generar tal sentimiento de jauría contra ellos, tanta ira, en la calle, en la política, en las empresas?

Cuando esa indignación les invada, recuerden por favor lo que cantaba Antonio Molina. Imaginen la melodía y escuchen:

Yo no maldigo mi suerte, porque banquero nací
y aunque el Gobierno es muy fuerte yo tengo miedo a prestar.
No me da envidia el dinero
porque de orgullo me llena
ser el mejor financiero
de toda Sierra Morena
de toda Sierra Morena.
Bajo al banco cantando
porque sé que en el altar
mi ‘mare’ queda rezando
por el paraíso fiscal.
Y cuando me pidas la pasta
lanzaré al viento tu aval.

Soy banquero... Y templé mi corazón con capital y solvencia
Soy banquero... Con cuotas y una comisión me quito las penas.
Soy financiero porque me quedo en la entreplanta
y sólo quiero el sonido de las finanzas.

Compañero, dale al ‘marro’ 1 pa cantarle a Zapatero
que al compás del ‘marro’ quiero repetirle al mundo entero: yo,
yo soy banquero.

En esta crisis de crédito hay muchas preguntas y nadie parece tener la respuesta adecuada. ¿Cómo reblandecer el alma del banquero, del cobarde dinero? ¿Entonando Corazón contento, de Palito Ortega, en su versión bancaria? Veamos:

Tú eres necesario en mi vida
aunque no te lo diga, aunque no te lo diga.
Yo te extraño en la empresa
Yo te extraño en el DIA.
Yo quisiera que sepas (la,la,la..)
Que nunca pretendí (la,la,la...)
Ser moroso en mi vida (la,la,la...)
Pero la crisis me ha hecho así.

Yo quisiera que sepas...
Que un crédito debo pedir...
El dinero no me alcanza...
Y ya no puedo seguir.

Tengo el corazón contento
Desde aquel momento
En que llegaste a mí
Y doy gracias al avalista
Y le pido a Botín que no me faltes nunca.

Hoy, una de cada cinco pymes no puede obtener crédito y ocho de cada diez tiene dificultades para financiarse.

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