Multiplícate por cero

El derecho a un trabajo y un sueldo digno

A las empresas, especialmente a las que cotizan en bolsa, se les exige que alcancen los beneficios que pronostican en sus planes de negocio. Si no lo hacen, incluso si parece que no es posible que vayan a hacerlo en el futuro, los llamados "analistas" les ponen las banderillas y recomiendan "vender" a los accionistas, la mayor parte de los cuales son fondos de inversión o de pensiones, inhumanos por naturaleza.

La bolsa se muestra, en estos casos, como un sistema perverso de dirección de empresas, donde sólo importa el corto plazo. Cuando eres el director financiero de una empresa en bolsa y tu bonus depende de la cotización, sufrir recomendaciones de "vender" te deja a los pies de los caballos. Así que tú, tu consejero delegado y tu consejo de administración tomáis decisiones: como no es posible ingresar más, hay que gastar menos. Así que despedís gente. Eso da un empujón a las expectativas de los analistas sobre el valor en bolsa a corto plazo. Los accionistas, contentos, y los despedidos, a tomar el sol.

Quizá algo esté cambiando. Ya hay empresas, sobre todo las que no cotizan en bolsa, que buscan alternativas a los despidos: congelación o reducción de salarios o jornada, pactados con los trabajadores a cambio de mantener los puestos de trabajo mientras la crisis dure.

No suena mal, si efectivamente son medidas pactadas, temporales y si los trabajadores van a ser resarcidos cuando la situación mejore. Pero también es abrir una puerta a que las empresas impongan salarios más bajos per secula seculorum con la excusa de la crisis.

Ahora, algunas patronales sectoriales pretenden incumplir convenios colectivos plurianuales ya firmados y fijar subidas salariales por debajo de la referencia del 2% de inflación. Y la negociación colectiva entre patronal y sindicatos se encuentra en punto muerto.

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