Revista Números Rojos

El show de la derecha sin complejos

Dispuesto a resucitar un partido lastrado por el franquismo, Aznar lanzó en el año 2000 a sus huestes a combatir al progre y arrebatar a la izquierda su hegemonía ideológica. Ahora, un PP envalentonado, que insiste en airear imposibles teorías conspirativas cuando el 'caso Bárcenas' lo acorrala, contenta incluso a la extrema derecha. Sus afines, especialmente en prensa, pero también en campos como la ciencia o la justicia, pueden por fin mostrarse tal como son. 

Texto: Juan Luis Gallego.

El show de la derecha sin complejos

Desaparecieron los tabúes para la derecha. Se acabó la corrección política. Abajo los progres, el ‘buenismo’ y las medias tintas. Una consejera de Sanidad que impulsa una campaña de educación sexual entre niños es una "zorra repugnante", una "guarra" y una "puerca" (ver punto 1 en el apoyo al final de este texto); la madre de uno de los fallecidos en el 11M enfrentada a la versión de la conspiración es una "plañidera" (2); el aborto no es solo una práctica "éticamente abominable", sino que, además, está "al servicio de la industria" de los refrescos (3); los jueces rinden pleitesía a los periodistas de la caverna aunque llamen "asesino" a un médico (4); los crucifijos presiden tomas de posesión y sesiones parlamentarias (5); los movimientos antidesahucios son "filoetarras" (6); la televisión pública presume de independencia con los premios dados a los que echó; (7); el matrimonio homosexual, digan lo que digan las leyes y el Constitucional, no es matrimonio (8)... y, cuidadito, que a quien critique al Gobierno se le puede venir encima una inspección de Hacienda (9). Señoras y señores, bienvenidos al show de la derecha sin complejos.

Otros, quizás, pero este no es un mérito que se le puede discutir a José María Aznar. Fue él quien abanderó, allá por el año 2000, tras un gobierno en minoría que le obligó a "hablar catalán en la intimidad" (y 10), la cruzada para dejar atrás décadas de acomplejada existencia y convertir al PP en lo que es: una auténtica "derecha sin complejos", según la etiqueta que él mismo apadrinó.

"No sé cómo tratarán a Aznar los libros de Historia, pero deberán reconocerle un papel histórico fundamental y exitoso en la relegitimación de la derecha, que estaba completamente desacreditada", explica a Números Rojos Julián Santamaría, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid. "Insistió en que no tenía por qué sentirse acomplejada y que estaba perfectamente legitimada para reivindicar y reclamar los valores propios de la derecha. Es algo que nadie le podrá discutir".

No se trata de una mera cuestión de actitud, sino de todo un "rearme ideológico" con el que "las nuevas derechas, liberadas de las ataduras del pasado", afrontaron por fin "la batalla de las ideas" frente a la izquierda, como cuenta el profesor Javier Muñoz Soro, del departamento de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense de Madrid, en su trabajo Sin complejos: las nuevas derechas españolas y sus intelectuales. Un estudio realizado en 2007 que Muñoz actualiza ahora en declaraciones a esta revista. Se trata, explica, de crear un substrato ideológico que sirva de caldo de cultivo para la implementación del nuevo modelo; una "reconquista cultural" para "arrebatarle a la izquierda su hegemonía" en ese terreno; "un esfuerzo organizado por construir una cultura que gane posiciones en la sociedad civil y ponga las bases de un proyecto político, el del Partido Popular". El objetivo último: "Imponer su modelo de sociedad, una revolución de derechas".

EL PESO DE LA EXTREMA DERECHA

La búsqueda del "centro como alternativa al socialismo" que presidió los años de Aznar en la oposición –fue unas de las banderas del XII Congreso del PP, en 1996, antes del  primer triunfo ‘popular’- ya no existe. No hace falta vender moderación. Hasta el punto de que, bajo el paraguas de esa derecha sin complejos, la extrema derecha parece haber encontrado un perfecto acomodo.

BADALONAUn sencillo cálculo permite comprobar el peso que esa extrema derecha tiene en el partido de Rajoy. Veamos. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) suele invitar en sus encuestas a los entrevistados a situarse ideológicamente entre el 1 y el 10, siendo el 1 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha. En noviembre de 2011, fecha de las últimas elecciones generales, el 3,1% de los encuestados eligieron el 9 o el 10, es decir, se consideraron de extrema derecha, pero es cierto que el porcentaje más habitual, teniendo en cuenta el histórico del CIS, ronda el 2%. Por tanto, de entre los 34,3 millones de electores llamados a votar, entre 690.000 (un 2%) y un millón (un 3%) son de extrema derecha. Demos por hecho que la abstención es igual en todos los sectores; como fue del 28,31%, eso indicaría que sí fueron a votar entre 494.000 y 716.000 de esos electores.

Y si los partidos que podríamos considerar de extrema derecha (Plataforma per Catalunya, España 2000, Falange Española y de las JONS o Democracia Nacional) no llegaron a los 75.000 votos en total, no parece disparatado deducir que entre 420.000 y 650.000 votantes de extrema derecha eligieron el PP, es decir, entre el 3,88% y el 6% de los 10,8 millones de votos que logró Rajoy.

"La extrema derecha está dentro del PP –confirma el profesor Julián Santamaría-, sobre eso no cabe ninguna duda. Y es una verdadera lacra", añade, en contra de la positiva valoración con que históricamente se ha acogido esa capacidad del partido para liberar al panorama político de una formación al estilo del Frente Nacional francés de los Le Pen. "No estoy seguro de que sea ese gran servicio a la democracia española de que siempre se ha hablado", afirma, convencido de que un partido de extrema derecha en el Parlamento, como el que en su día lideró Blas Piñar y que obtuvo un solo diputado en 1979, tendría menos peso en la vida pública del que ahora tiene en el partido del Gobierno, "condicionando muchas de sus políticas". Coincide en ese análisis el profesor  Muñoz: "Quizás sin la extrema derecha en su seno, sería una derecha más razonable".

Santamaría va más allá al afirmar que esta derecha ha recuperado las señas de identidad que la caracterizaron durante el franquismo, entre ellas: "Los privilegios de la Iglesia, con un neocatolicismo en línea con aquella época; la reivindicación del nacionalismo españolista frente a todos los nacionalismos periféricos y las ‘sospechas’ hacia Europa, que ha dejado de constituir una prioridad en favor del vínculo trasatlántico".

La mayoría absoluta parece ser el manto que permite al PP quitarse la careta. Ocurrió en 2000. Cuando Aznar lanzó su proclama para liberar al partido de los complejos, terminaba cuatro años de Gobierno en minoría en alianza con CiU y PNV, a los que tanto luego se enfrentó. "Sujeto como estaba por la necesidad de apoyos externos –recuerda el profesor Santamaría-, evitó destapar una buena parte de su proyecto ideológico", pero todo cambió "tan pronto como se vio amparado en la mayoría absoluta", tras las elecciones de marzo de ese año. Y algo similar ocurre ahora, "siempre que gobiernan, porque creen que el país es suyo", remacha el periodista José María Izquierdo, que ha seguido para la Cadena Ser durante años a los medios más afines a la derecha.

Una de las consecuencias de ese sentimiento es el desprecio al Parlamento que refleja, sin ir más lejos, la tardía y desvirtuada comparecencia (el 1 de agosto), para dar explicaciones sobre el ‘caso Bárcenas’, pero también los más de 30 decretos ley presentados hasta ahora (una fórmula que permite la aprobación de una norma sin pasar por las Cámaras), a pesar de que esa misma mayoría absoluta garantiza a cualquier proyecto superar indemne ese trámite. Pero también, añade Izquierdo, "desprecio a los ciudadanos", como lo demuestran las ruedas de prensa sin preguntas o bajo el paraguas de un plasma o la desinformación que preside gran parte de su gestión. Tal "arrogancia", continúa Santamaría, tuvo su punto álgido en la 'era Aznar', que "era arrogante por sí mismo", aunque Rajoy, "sin serlo personalmente, lo es políticamente, quizás también porque no ve una amenaza en el PSOE, dada su debilidad actual".

A lomos de ese PP, la derecha social en sus diferentes versiones –la mediática, la intelectual, la patriótica, la económica...- vive su momento álgido. Están "envalentonados", advierten los interlocutores de Números Rojos. El decálogo de perlas que abre este reportaje es solo una prueba del ‘todo vale’ que parece regir la actuación de la derecha.

EN COMÚN, LOS ENEMIGOS

Entre los elementos que unen a las diferentes facciones que pueden descubrirse en esta derecha más que las ideas comunes, destaca el profesor Javir Muñoz, pesa "el antagonismo hacia las del contrario". Con dos temas clave: la nación y la memoria histórica. Pero también con otros muchos: "La crítica a las reformas educativas; el multiculturalismo; la integración de los inmigrantes; el laicismo en relación con la moral pública, la bioética o el matrimonio homosexual; el pacifismo, antiamericanismo y presunto antisemitismo de la izquierda; la política exterior; la globalización; el ecologismo; el islamismo; la igualdad de género, la discriminación positiva, el lenguaje de lo políticamente correcto, el ‘progresismo’ o el denominado ‘buenismo’ zapaterista". "Una especie de populismo berlusconiano –explica Muñoz- que reniega de la corrección política con la excusa de comunicar con el pueblo sin la hipocresía de otros partidos".

ABORTOPero, ¿se siente cómodo el partido con esta cohorte crecida? "Hay una alianza absoluta" entre el PP y los medios de comunicación afines, afirma un periodista que sigue habitualmente la información del partido. "Tienen un cuidado exquisito con ellos, un trato preferencial", como demuestra la presencia habitual de destacados miembros del partido y del Gobierno en medios minoritarios en lo que a audiencia se refiere –como 13TV, la cadena participada mayoritariamente por el Episcopado español-. Este periodista asegura, incluso, que el departamento de Comunicación del PP cuenta con un grupo dedicado a ‘asesorar’ a informadores y tertulianos afines con el ‘argumentario’ del partido. Los hechos le dan la razón: el pasado 14 de marzo, el gabinete de prensa del PP de Palma de Mallorca envió un e-mail en el que, bajo el encabezamiento de "Buenos días, opinadores", daba cuenta de las noticias a comentar y de la posición del partido, que incluso se invitaba a retuitear. El problema: que, por error, el e-mail no le llegó solo a los afines, sino a todos los periodistas que cubren la información del partido. In fraganti.

 

 DECÁLOGO DEL TODO VALE

1.- "Zorra" y  "guarra" son los epítetos que utilizó Eduardo García Serrano al comentar, en junio de 2010, en Intereconomía, la campaña de educación sexual entre menores impulsada por la entonces consejera de Sanidad de la Generalitat catalana, la socialista Marina Geli. Poco después, pidió perdón "porque –dijo- soy hombre y soy católico".

2.- Fue el periodista Luis María Ansón quien, en 2005, publicó un artículo en el que se refirió a Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, como "plañidera mayor del Reino".

3.- Nicolás Jouve de la Barreda, catedrático de Genética, dijo en 2011 en Intereconomía que la industria del refresco y otras relacionadas con productos farmacéuticos y cosméticos, "encuentran en los cadáveres de los fetos humanos abortados, abortos al servicio casi de esta industria, un sustrato para elaborar sus fórmulas". En 2012 fue nombrado miembro del Comité de Bioética que asesora al Ministerio de Sanidad.

4.- El titular del Juzgado de lo Penal número 11 de Madrid, Ricardo Rodríguez, absolvió en enero pasado a los periodistas César Vidal, Federico Jiménez Losantos y Cristina López Schlichting aduciendo que, cuando acusaron al doctor Luis Montes de matar a 200 personas en el hospital Severo Ochoa, no utilizaron expresiones "vejatorias", ni "gratuitas" ni "innecesarias". El mismo juez condenó en 2009 a dos periodistas de la SER por publicar, en el marco de una noticia sobre afiliaciones irregulares en el PP, los nombres de los afectados.

5.- Juan  Cotino, del PP, juró su cargo como presidente del Parlamento valenciano el 9 de junio de 2011 ante un crucifijo que acabó presidiendo la primera sesión de la legislatura.

6.- A propósito de los  escraches ante domicilios de políticos, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, vinculó a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) con "grupos filoetarras" (25 de marzo). 

7.- El actual responsable de los Servicios Informativos de RTVE, Julio Somoano, recogió el 19 de febrero el Premio Nacional de Televisión 2011, otorgado a su equipo en los tiempos en que estaba liderado por Fran Llorente, removido del cargo por el PP tras su llegada al poder. El premio había sido criticado en su día por los ‘populares’, que hablaron de "pago a los servicios prestados".

8.- El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó el pasado 3 de marzo, en la Embajada de España ante la Santa Sede, que el matrimonio entre personas del mismo sexo "no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural", porque con él "la pervivencia de la especie no estaría garantizada".

9.- En tan solo unos días, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dejó caer sobre tres colectivos diferentes la sospecha de que, entre ellos, había defraudadores: contra los actores, contra los socialistas y contra "los creadores de opinión". En ningún caso, aportó nombres ni pruebas.

10.- Tras ganar, el 3 de marzo de 1996, las elecciones generales con un ajustado resultado que le obligaba a pactar con los nacionalistas para ser investido presidente, Aznar dijo que "la leo (la lengua catalana), la entiendo y, además, cuando estoy en círculos reducidos, la hablo también".

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