Extraños Delincuentes

"Señor policía, nuestra madre nos prostituye"

Las páginas de sucesos de los periódicos suelen ser el mejor instrumental espeleológico para descubrir hasta qué profundidades de la Tierra puede llegar a hundirse la condición humana. Asesinos, pederastas, violadores, sádicos, maltratadores... nos hacen dudar un día sí y otro también si aquello de que el hombre es un ser racional es realmente cierto en determinados sujetos. Es el caso de Mihaela M., una mujer rumana de 42 años a la que la Policía detuvo el pasado 1 de octubre en la localidad de Velez Málaga por prostituir presuntamente a sus dos hijas gemelas de 16 años. Mihaela, cuyo instinto maternal está claramente bajo mínimos, acompañaba a diario a los clubs de alterne a las dos adolescentes para vigilarlas de cerca y quedarse con todo el dinero que recibían de sus clientes.

Un suplicio que las propias jóvenes no dudaron en contar con todo lujo de detalles cuando la policía las localizó. Me contaba un agente que los investigadores vieron aquel sábado a una de las jóvenes en el portal del domicilio de la localidad malagueña donde residían la peculiar 'madam' y las menores de edad. Iba sóla y aprovecharon para abordarla y confirmar las sospechas sobre su edad. "¿Son ustedes policías?", les interrogó la muchacha soprendida en un primer momento. Cuando le contestaron afirmativamente, sonrió y comenzó a relatarles los días y noches de sexo al mejor postor al que le sometía su propia madre. Quince minutos después, los agentes arrestaron a la madre y entraron en el piso donde residían las tres. Allí, en un dormitorio, descansaba la otra víctima a la espera de su traslado al prostíbulo de turno. Ésta confirmó a los policías punto por punto todo lo que había relatado minutos antes su hermana gemela.

Según el relato de las adolescentes, su trágica historia había comenzado seis meses antes, cuando un individuo  llegó a la localidad rumana donde vivían y ofreció a la madre un negocio redondo: trasladarse con sus hijas a España para ganarse la vida gracias a los atractivos físicos de las menores . Poco después, el proxeneta y las tres mujeres emprendían el viaje en autobús camino de un prostíbulo de la provincia de Girona.

Allí estuvieron unos meses, en los que las hermanas gemelas recibieron sendos pasaportes rumanos falsos que 'acreditaban' que tenían más de 18 años. Era importante que si a la Policía se les ocurría entrar en el local y pedir la documentación a las chicas que 'trabajaban' allí no supieran que ambas eran menores de edad. Mientras, la madre las controlaba a diario para impedir que se escapasen y repartía con el proxeneta, al 50%, el dinero que recibían las gemelas por los servicios sexuales que prestaban.

Meses más tarde, Mihaela se cansó supuestamente de compartir los beneficios y decidió trasladar a sus particulares 'gallinas de los huevos de oro' hacia el sur, en concreto aVelez Málaga, en cuyos alrededores abundan los clubs de alterne para aliviar las necesidades sexuales de los conductores. Allí empezaron a ejercer la prostitución ambas chicas, a las que la madre seguía acompañando a a diario para hacer la recaudación 'in situ'.

Sin embargo, a comienzos de septiembre llegó a la Policía la información de que en los prostíbulos de la zona había dos jóvenes que parecían no haber cumplido aún las 18 primaveras. Los agentes rastrearon club tras club hasta conseguir una pista que les llevó al domicilio donde madre e hijas residían cuando no estaban en el local del alterne. Los investigadores acudieron al lugar y confirmaron sus sospechas gracias a las declaraciones de las propias muchachas. En el domicilio, los agentes encontraron también los falsos pasaportes, expedidos a nombres supuestos, y los originales que demostraban que a ambas chicas aún les quedaban un par de años para alcanzar la mayoría de edad.

La Policía busca ahora al individuo que trajo a víctimas y 'madam' desde Rumanía , y que compartió durante meses los pingües beneficios de la explotación sexual de las adolescentes. Sobre el paradero de la condición de ser humano de Mihaela, sin embargo, no tienen dudas: debe andar, junto a su instinto maternal, por el incandescente núcleo de la tierra convertido en cenizas.

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