Extraños Delincuentes

El 'último bandolero'

Los bandoleros ya no existen... o, al menos, eso pensábamos hasta que este 18 de abril la Guardia Civil -máxima experta en esta delincuencia de trabuco y campo a través- ha informado de la reciente detención de un preligroso asalta caminos, armado y muy violento, que llevaba más de un lustro viviendo en Sierra Margarita (Cádiz) a golpe de atracos, amenazas y vivir en cuevas. Antonio Manuel se llamaba este moderno 'Curro Jiménez', aunque su alias oficial era 'El Lute', como aquel quinqui del tardofranquismo que tantas portadas de periódico consechó entonces. De hecho, la Operación que ha permitido su captura, y que ha obligado a desplegar 70 agentes por esos montes gaditanos, fue bautizada como 'Operación Camina', en recuerdo al libro autobiográfico de Eleuterio Sánchez.

El 'último bandolero'

Lo cierto es que Antonio Manuel demostró en el momento de su detención esa escurririza condición que le había permitido hasta ahora hacer de las suyas sin ser capturado. Cuando los agentes rodearon el campamento de cuevas y tiendas de campaña donde dormía en plena sierra, una jauría de ocho perros de presa que tenía adiestrados para alertarle de la presencia de intrusos en su reino de maleza y plantas de marihuana (tenía 23 plantas para traficar con sus hojas) le despertó con sus ladridos y pudo intentar la huída. Desnudo, pero armado con su escopeta, consiguió romper el cérco e internarse en el bosque. Poco después, rodeado y sin capacidad de escapatoria, Antonio Manuel optó por el más difícil todavía: lanzarse desde un barranco de tres metros de altura a un arroyo para escapar. No lo logró, pero consiguió arrastrar en su caída a dos guardias civiles que se le habían echado encima para arrebatarle la escopeta. Ahí acabaron, finalmente, sus andanzas de más de cinco años de robos y violencia por la sierra gaditana.

La principal sorpresa que se llevaron los agentes que le detuvieron no fue, sin embargo, su montaraz resistencia a ser detenido. Ni tampoco su arsenal de armas blancas ni los numerosos animales de granja que atesoraba de sus asaltos a pastores. Ni siquiera sus fieros guardianes ni su peculiar plantación, canalización de agua incluida, de marihuana. La principal sorpresa fue encontrar dentro de la tienda de campaña donde dormía a su compañera sentimental, una menor de 14 años que los agentes devolvieron ese mismo día al domicilio de su familia... que resultó estar emparentada con el detenido bandolero.

Lo que no sorprendió tanto a los agentes fue la violencia 'asilvestrada' con la que se comportó en las horas siguientes a su detención. En el vehículo en el que fue trasladado a la comandancia de la Guardia Civil intentó autolesionarse. Y, una vez en los calabozos, la emprendió a golpes con la cámara que vigila que ocurre en cada celda. De hecho, en su historial delictivo acumula, precisamente, eso: mucha violencia.

Unos ejemplos: en el asalto a una gasolinera el pasado mes de enero, como el encargado del establecimiento no dijo a todo que sí inmediatamente, le destrozó la cara a culetazos de su escopeta. Luego, en su huída, no dudó en disparar para 'convencer' a posibles testigos de que perseguirle podía ser perjudicial para su salud.

Otro ejemplo: en septiembre de 2009 fue 'pillado' por dos agentes de medio ambiente cuando, en compañía de otro individuo, se dedicaba a la caza furtiva. Su reacción no fue huir. Los apuntó con su arma y les amenazó con descerrajarles un tiro o, en el 'mejor' de los casos, destrozarles las piernas. A los forestales no les quedó mejor alternativa que salió corriendo para salvar sus extremidades inferiores.

Y un tercer ejemplo: en diciembre de 2010 amenazó a una pareja de senderistas que se cruzaron con él en el monte. Alzó la escopeta, se la apoyó en el hombro y les apuntó. Su delito: haberle mirado el rostro, algo que este bandolero del siglo XXI no soportaba.

Con estos antecedentes, no es extraño que tuviera atemorizados a todos los pueblos de esta sierra gaditana y que, dado el tiempo que llevaba campando a sus anchas por estos campos, estuviera a punto de convertirse en toda una leyenda negra con sus robos de ganado y hurtos. Muchas de sus víctimas no se atrevían a denunciar sus delitos por temor a su reacción. Ahora, un juez lo ha enviado a prisión por los delitos de robo con violencia, atentado contra agente de la autoridad, amenazas y contra la salud pública. Además, deberá responder ante un juzgado de Oviedo (Asturias) que había ordenado su busca y captura por un antiguo delito. 'Curro Jiménez' tenía un historial mucho más humilde.

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