Otras miradas

Al sur de las fuerzas del cambio: ¿hacia una nueva cuestión meridional?

Javier García Fernández

Historiador, coordinador del Grupo de Estudios Díaz del Moral y miembro de la Secretaría de Formación del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as

Javier García Fernández
Historiador, coordinador del Grupo de Estudios Díaz del Moral y miembro de la Secretaría de Formación del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as

Tal y como señala Pablo Iglesias de forma reiterada los retos cruciales que enfrenta la democratización del Estado español son tres: la cuestión social, la plurinacionalidad y la corrupción sistémica. Podríamos decirlo de otro modo: la cuestión de clase, o lo que es lo mismo, el empobrecimiento de las clases medias y populares; la reinvención del Estado plurinacional; y la construcción de una institucionalidad estatal democrática que desarticule la concepción nacional-patrimonialista hacia una nueva concepción público-popular de las instituciones del Estado.

El Estado español abigarra de forma muy compleja la cuestión de clase entre naciones que conviven en su seno, esto es, su división económica interna comporta  una cierta división del proceso productivo y un desigual reparto de la riqueza entre los sujetos nacionales que forman parte del Estado, existiendo una importante matriz de empobrecimiento en los territorios del sur, tales como Extremadura, Castilla la Mancha, y fundamentalmente Andalucía. Esta es una cuestión importante que atraviesa las tres presentadas anteriormente/al inicio, y fundamental para que las fuerzas del cambio acumulen una compresión política que permita, por un lado, refundar el Estado y por otro, caminar hacia un escenario de procesos constituyentes plurinacionales. Esto es lo que todos los teóricos y analistas de Podemos habrán leído en Gramsci, como la cuestión meridional, y que se puede extrapolar a España por el cercano desarrollo histórico de Estados como el español o el italiano.

El desarrollo de los Estados contemporáneos implicó una serie de conquistas que los pueblos de la Europa feudal imprimieron sobre territorios de la Europa no feudal, la Europa del sur,  habitada por pueblos que coexistían dentro de otras geopolíticas, especialmente en la del mundo musulmán y el Imperio bizantino (siglos XV y XVI). Tal es el caso de la Península Ibérica y de la Península Itálica. Que las fuerzas  políticas organizadas del norte de estas penínsulas impusieran militarmente las formas de organización política de los territorios del sur, generó en los siglos venideros (XVII y XVIII) situaciones de claro desarrollo desigual y mecanismos de dependencia económica, que han sido elementos estructurales de nuestra historia contemporánea, tanto en Italia como en España. Los latifundios, las culturas políticas nacidas del conflicto rural, la desposesión campesina, las estructuras de Estado señorial, las relaciones de cacicazgo y clientelismo, la oralidad frente al marcado carácter documental del Estado o los personalismos como vehículo de las relaciones comunitarias, son algunos de los cuadros teóricos y analíticos que han diferenciado estos territorios meridionales de los territorios hegemónicos de sus Estados. El minifundismo feudal, las industrializaciones, el republicanismo liberal, las culturas políticas basadas en el asociacionismo editorial y el obrerismo organizado, la cultura ciudadana y representativa, son elementos que explican el desarrollo contemporáneo de la mayor parte de los territorios y pueblos del norte de Europa, también los del norte del Estado español y del Estado Italiano.

Vayamos ahora al Estado español: la Historia de España ha sido muestra de cómo imbricar estas culturas políticas diversas en el seno y desarrollo de conflictos políticos y sociales de ámbito Estatal, y Europeo. La Guerra Civil fue un conflicto armado que condensó casi tres décadas de conflictividad social acumulada y que tuvo como elementos de síntesis el movimiento sindical de los latifundios andaluces y la cuestión territorial o nacional en el norte. La transición política, también entendida como II Restauración borbónica, tuvo también como dos de sus puntales los procesos de toma de conciencia nacional en el Norte, y la cuestión social y de clase en el Sur, manteniendo la ciudad de Madrid una personalidad conflictiva propia en ambos contextos históricos.

La crisis de régimen que deja  tras de sí  el agotamiento del modelo económico español (desplegada en la crisis económica de 2008) y el nuevo tiempo político, del cual el movimiento 15 de Mayo fue partero, estallan también bajo la lógica de estos dos elementos siempre recurrentes en la Historia de España. La cuestión social, agudizada especialmente en el sur, y la voluntad plurinacional expresada con más intensidad desde el colapso del modelo del Estado de las autonomías que estalla con la ilegalización del Estatut catalán, la disolución de la organización armada ETA y el declive de los espacios del andalucismo político organizado. Quedan por tanto abiertos los dos frentes políticos más importantes en el seno del desarrollo histórico del Estado español . ¿Qué fuerzas políticas, serán capaces de dictar y definir un nuevo modelo social de democracia económica para las clases medias y populares dentro del Estado español?, ¿quién sabrá definir y aglutinar legitimidad para dibujar un nuevo escenario de convivencia de los pueblos y nacionalidades que hoy permanecen en el Estado español? ¿de qué forma los territorios empobrecidos del sur, en nuestro caso Andalucía, sabrán conquistar nuevas cuotas y defender las ya conquistadas hacia el derecho a la igualdad desde el derecho a la diferencia? Estas tres preguntas hoy están sin contestar, nosotros solo vamos a tratar de dar claves sobre la tercera.

Si analizamos la composición histórica de las izquierdas en el Estado español comprobamos que las grandes federaciones de los partidos de izquierda estatal han sido y son las federaciones andaluzas, tal y como sucede actualmente con la federación andaluza del PSOE, el PSOE-A, o con el Partido Comunista de Andalucía, dentro del PCE, incluso en la federación andaluza de Izquierda Unida. La izquierda española es la izquierda andaluza (PSOE-A, IU-CA y PCA). No sucede igual si atendemos a la situación interna de Podemos respecto a Andalucía. ¿Por qué en Podemos no sucede esto? Es una pregunta cuya respuesta está por contestar.

Paralelamente a esta pregunta, sobrevuela la siguiente respuesta a otra pregunta que también está aún por enunciar. La dirección estatal de Podemos sabe que nunca podrá acumular el poder electoral necesario para tomar el Gobierno de España sin conquistar electoralmente Andalucía, salvo en alianza con el PSOE-A. Si tomamos una fotografía un poco más enfocada, vemos que ni siquiera en la alianza actual Podemos-PCE que ha supuesto Unidos Podemos por Andalucía, los resultados no  darían, ni tan siquiera,  para ser primera fuerza de oposición, pues el PP-A seguiría siendo el principal partido de la  oposición, pudiendo incluso alcanzar el Gobierno de la junta si pactara con Ciudadanos.

Aún está por explicar por qué en el territorio más empobrecido del Estado, donde las desigualdades territoriales han sido históricamente más acentuadas, donde la crisis ha provocado consecuencias más graves, los espacios de articulación de las izquierdas, las llamadas fuerzas del cambio, siguen sin tener aún ni tan siquiera opciones hegemónicas, ni de gobierno, ni de fuerzas de oposición real. ¿Por qué esta extrema debilidad de las fuerzas del cambio en Andalucía?

Esta pregunta sólo se puede  atender si encaramos primero otra cuestión: ¿Cuál es la traducción política de las fuerzas del cambio en Andalucía? Únicamente podemos señalar dos espacios más o menos definidos por un lado Podemos-Andalucía, donde los anti-capitalistas de Teresa y Jesús Rodríguez cuentan con mayorías orgánicas pactadas con la dirección Estatal, y por otro lado la federación andaluza del PCE, esto es, el PCA. Es decir las dos grandes sucursales en Andalucía de la izquierda española. La Coca-cola  la Pepsi-cola de la izquierda española.

Porqué en Andalucía no ha surgido ninguna expresión organizada propia yespecíficamente andaluza que dé lugar a un espacio andaluz de confluencia social, política, ciudadana y popular?, ¿No hay actores ni protagonismos sociales que hayan sabido transformar políticamente la esencia nacional-popular andaluza para construir una referencia, un proyecto andaluz en el seno de los procesos de toma de poder institucional que han supuesto en el resto del Estado, las llamadas fuerzas del cambio?

A esto tendríamos que sumar la siguiente observación: Las distintas expresiones organizadas del nacionalismo andaluz, especialmente el Partido Andalucista desde el centro izquierda y las Candidaturas de Unidad de los Trabajadores desde la izquierda radical, fuerza asociada al Sindicato de Obreros del Campo, han llegado al escenario actual de forma senil, abordando múltiples facturas, divisiones y en lo fundamental, una crisis profunda del nacionalismo andaluz, que no ha permitido la existencia de un "interlocutor andaluz" que traduzca las fuerzas del cambio al escenario político andaluz como sí han hecho en otros lugares fuerzas como Anova, Compromís o Catalunya en Comú.

Esto tiene que ver con que el proceso de actualización de las culturas políticas nacionales no ha tenido correlato en Andalucía, ni el 15-M, ni Podemos han tenido un desarrollo importante, tan sólo en la ciudad de Granada, no así en Sevilla, centro político de los andalucismos realmente existentes.

La crisis del régimen del 78, no es la crisis de un régimen político, sino la crisis senil de un tiempo histórico. La crisis del régimen, ha sido, también, la crisis de las culturas políticas que de una u otra forma construyeron régimen o fueron su excedente utópico. Los movimientos políticos y espacios electorales de las nacionalidades históricas también han visto transformadas sus culturas políticas y sus expresiones organizadas.

La crisis del BNG que resultó del Gobierno PSG-BNG, (entre 2005 y 2009), y que dio lugar a la escisión de Anova, permitió y privilegió una interlocución gallega que supo anticipar las coordenadas que más tarde iban a dibujar las fuerzas del cambio en Galicia, dando a Podemos una lectura propia, y siendo uno de los agentes aglutinantes de las Mareas que hoy tienen el poder institucional en Santigo, A Coruña y Ferrol.

En el País Vasco el proceso de paz y el cierre definitivo del periodo de confrontación armada (del ‘alto el fuego’ de 2010, al cese definitivo de la violencia en 2011 y el desarme unilateral en 2017), da lugar al agotamiento de una forma de comprender la conflictividad popular y las resistencias al Estado. Tras 10 años de ilegalizaciones, la dirección abertzale da lugar al cambio de estrategia del que resulta tanto Sortu como EHBildu, que en el año 2013 ocupan la Diputación de Guipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, entre otros muchos espacios, y que permite hoy que existan dos polos de izquierda en el País Vasco y Navarra, llegando a un punto de acumulación de poder electoral que ha permitido gobernar la Comunidad Foral de Navarra e Iruña, dejando dos espacios de fuerte acumulación de fuerzas en la Comunidad Autónoma Vasca.

En Cataluña, donde el 15M supuso un terremoto en los espacios políticos: el nuevo tiempo histórico fue partero por un lado del estallido cuantitativo y cualitativo de las Candidaturas d´Unitat Popular (que hoy gobierna espacios municipales que suman a más de 800.000 personas), y por otro del surgimiento del espacio político de los Comunes, que hoy gobierna con apoyo del PSC el Ayuntamiento de Barcelona.

En Valencia, lugar histórico de las derechas españolas, la renovación del valencianismo político, fundamentalmente liderada por el BNV y Compromís, han sabido traducir a los términos políticos del valencianismo la ola de cambio político estatal, consiguiendo en las últimas elecciones autonómicas y municipales el Ayuntamiento de Valencia y la Vicepresidencia de la Generalitat Valenciana.

¿Y Andalucía?, ¿y el sur?, ¿por qué toda la franja sur del Estado no ha tenido una traducción electoral, ni un proceso propio auto-centrado de acumulación de fuerzas ni de interlocución entre las fuerzas centralistas de ámbito estatal y fuerzas propias?

El precio que Podemos tiene que pagar para Gobernar en las ciudades y en el norte con apoyo del PSOE es el de dejar que el PSOE gobierne en el sur. Entregar los territorios del sur (ilegibles para Podemos) al régimen, a cambio de consolidarse en sus ciudades del norte. Pero la estrategia de pactar unos territorios por otros no funciona si entregas a la base social empobrecida de un país, que es quien alberga la posibilidad de una polarización electoral masiva. Esto es, los pobres, en este caso los territorios empobrecidos del sur.

Podemos no ha sabido leer Andalucía, no han sabido pensar en andaluz, y hoy entre el PCA de Maíllo y los anticapitalistas de Teresa, dan un Unidos Podemos de 20 diputados sobre más de 100.

Andalucía necesita una intelligentsia política propia que sepa traducir el proceso político de cambio, que sepa generar un nuevo relato político de cambio, que explique a su pueblo cuál es el lugar de Andalucía en este proceso en marcha. "¿Si no queremos PSOE tenemos que querer Podemos? ¿Si  no votamos a Podemos es porque nos gusta el PSOE?" El papel de los andalucismos hoy es más importante que nunca, hoy es vital, es esencial no sólo para tomar Andalucía sino para sumar las fuerzas que se requieren hacia un proyecto constituyente, que será inevitablemente plurinacional, si es que desde Andalucía se quiere y si es que desde fuera se la deja. Un contexto de proceso constituyente no tiene posibilidad si el PSOE continúa frenando su proceso de desintegración, si continúa acaparando el grueso del poder electoral en los territorios meridionales. Un proceso plurinacional no tendrá sentido si no se define cuál será el papel de Andalucía en esas constituyentes plurinacionales.

Las izquierdas andaluzas, los sindicalismos, las luchas obreras autónomas, las resistencias organizadas del mundo rural andaluz, los cooperativismos y la economía social, la intelectualidad, los círculos de pensamiento académico y universitario, el ateneísmo, el asociacionismo y los municipalismos, nuestros feminismos, las resistencias y luchas feministas de Andalucía, los movimientos de resistencia gitana, las coordinadoras pro-derechos humanos, las plataformas contra las fronteras, las luchas contra la islamofobia, los espacios de solidaridad mediterránea e internacional y contra el ascenso de las derechas en Europa... Re-unificar las luchas en un espacio donde confluyan las formas de pensar políticamente Andalucía, desde Andalucía. Tenemos la obligación de re-pensar nuestra cultura política propia hacia un nuevo sujeto político andaluz en esta fase abierta hacia el próximo 4 de diciembre, en el 40 aniversario de las movilizaciones populares masivas por nuestro auto-gobierno.

No se trata solo de una Andalucía sin futuro, sino de un futuro sin Andalucía. Debemos definir políticamente Andalucía y construir un sujeto político de cambio, ya que Andalucía será, tal y como fue, partera de nuevo tiempo político. Como bien dijo nuestro compatriota Antonio Machado en el exilio, "Hagamos política, porque si no la hacemos, otros la harán y la harán contra nosotros".

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