Otras miradas

Los fundamentos de la Unión Europea

José Giménez Alcover

Abogado experto en Derecho Comunitario

José Giménez Alcover
Abogado experto en Derecho Comunitario

Recientemente y con relación a la llamada "Cuestión Catalana" o "Procés", a modo de mantra y con el fin de inocular la idea en las mentes de la gente, se oye repetir, que no hay democracia fuera de la ley.  Así hemos oído al Rey Felipe VI afirmar que "Fuera de la ley solo existe la negación de la libertad", a Rajoy sentenciar que "Sin ley no hay democracia", a Pedro Sánchez reiterar que "No hay democracia sin ley y sin respeto a la ley. No hay legalidad selectiva; toda ella exige su cumplimiento" incluso a un insigne jurista como Lesmes dictaminar que "fuera de la ley no hay libertad ni democracia, solo espejismos". Pues bien, ese mantra, por mucho que se repita, no es correcto, a mi juicio y de acuerdo con lo establecido en el Artículo 1 del Tratado de la Unión Europea, una norma que todos ellos conocen o debieran conocer, aunque lo omitan intencionadamente en sus discursos.

El citado Artículo 1 de la Versión consolidada del Tratado de la Unión Europea reza literalmente en su último párrafo: "La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres".

Y el orden de esos valores en los que se fundamenta la Unión Europea no es ni mucho menos baladí sino que establece claramente que sin dignidad humana no hay libertad y sin ésta no puede haber democracia y sin democracia no hay igualdad ni existe el Estado de derecho, o lo que es lo mismo, el imperio de la ley solo sirve si garantiza una igualdad, en democracia, que permita el ejercicio de la libertad con pleno respeto a la dignidad humana.

Primero y por encima de todo está la dignidad humana, después la libertad, después el principio de democracia y el de igualdad y tras ello, solo tras ello, el estado de derecho o, lo que es lo mismo, el imperio de la ley.

Para comprender las razones de ese orden de los valores que fundamentan la Unión Europea debemos acudir no solo a su interpretación gramatical - según el sentido de sus palabras - sino también a su interpretación histórica (teniendo en cuenta los antecedentes del precepto o norma), sistemática (en relación con el contexto), y lógica (atendiendo a la realidad social del tiempo en que ha de ser aplicada).

Pues bien, es evidente que las razones que llevaron a los Estados Europeos a constituir la inicial Comunidad Económica Europea y posteriormente la actual Unión Europea fueron, fundamentalmente erradicar las causas que dieron lugar, en la primera mitad del Siglo XX, a dos grandes guerras mundiales y evitar que, en el futuro, pudieran reproducirse hechos tan execrables como los realizados por el régimen alemán de Adolph Hitler.

Es a todas luces incuestionable que el régimen del dictador nazi actuó de acuerdo con las leyes dictadas por el mismo, es decir dentro del imperio de la ley, y que el mismo partido nazi alcanzó el poder mediante unas elecciones democráticas, es decir cumpliendo el principio de democracia, pero con su legalidad interna no solo conculcó la libertad de millones de ciudadanos sino que atentó, como nunca antes en la historia, contra la más elemental dignidad humana.

Precisamente por ello los valores que fundamentan la actual Unión Europea ponen por encima de todo esa dignidad humana sin la cual es vergonzante la libertad; después exigen la libertad, sin la cual no cabe hablar de democracia; y solo cumplidos esos requisitos cabe establecer el valor del imperio de la ley.

Para que el lector me entienda. Hay Estados en los que si robas la pena es cortarte la mano; es su ley, pero jamás será admitido algo así en la Unión Europea, porque eso atenta a la dignidad humana. Incluso podemos llegar a imaginar que algo así –amputación de miembros- fuera acordado mediante una ley votada por la mayoría o incluso por unanimidad en un parlamento elegido libremente en un Estado plenamente democrático, -algo impensable pero formalmente posible- pues bien, dicha norma jamás podría entrar en vigor dentro de la Unión Europea ya que, a pesar de ser ley en un Estado de Derecho, decidida democráticamente, e incluso en ejercicio de la plena libertad, sigue atentando a la dignidad humana y eso no cabe dentro de la Europa que nos hemos dado los pueblos europeos.

En consecuencia, de acuerdo a los valores en los que se fundamenta la Unión Europea a la que pertenecemos, fuera de la dignidad humana no hay libertad; fuera de la libertad y la dignidad humana no hay democracia; fuera de la democracia, la libertad y la dignidad humana no hay estado de derecho ni, por tanto, imperio de la ley.

Ciertamente, como no hay legalidad selectiva, toda ella exige su cumplimiento y, por delante de cualquier otra ley, existen los valores en los que se Fundamente la Unión Europea, la dignidad humana, la libertad y la democracia y solo si se cumplen esos valores podremos hablar del imperio de la ley.

En la Europa a la que pertenecemos, fuera de la dignidad humana, fuera de la libertad y fuera del principio de democracia no hay ley que valga, solo espejismos.

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