Otras miradas

¿Sonreír, quedarse en casa y confiar?

Sònia Farré

. Diputada en el Congreso, miembro de la Coordinadora Nacional de Catalunya en Comú i de Anticapitalistes

Sònia Farré. Diputada en el Congreso, miembro de la Coordinadora Nacional de Catalunya en Comú i de Anticapitalistes

Hace unos días leí un tuit de Pau Llonch en que se sorprendía de que la presidenta de la Associació de Municipis per la Independència (AMI) le había oído decir que lo que teníamos que hacer de cara al #1-O las catalanas era "sonreír, quedarnos en casa y confiar ". Y no, no es eso, y estos últimos días de represión judicial y política han sido clarificadores. El 11 de septiembre volvió a ser una muestra del momento de bifurcación en el que vivimos. Precedido por la Guardia Civil registrando imprentas y seguido por los impedimentos diversos para hacer actos en Madrid o Xixón a favor del derecho a decidir y del TSJC imponiendo restricciones informativas en los medios de la Corporació Catalana de Ràdio y Televisió, los requerimientos a los alcaldes de la AMI , las amenazas de suspender pagos. Seguro que me dejo alguno o que cuando este artículo se publique tendremos más en la lista. Eso era el "choque de trenes". Una y otra vez me viene a la cabeza lo que cantábamos en el 15M: "Lo llaman democracia y no lo es". Porque a pesar de que el #1-O sea la ocasión para responder si queremos o no la independencia, el tema no es solo ese. Está en juego la propia estabilidad del marco político creado en 1978 y todas las que nos oponemos a ese régimen tenemos una gran oportunidad y un inmenso reto para abrir una grieta irreversible. De ahí que tengamos que felicitarnos en particular de las muestras diversas de solidaridad de todo el Estado y las tomas de posición valientes, aunque minoritarias, sobre el referéndum, la libertad de expresión, el derecho a votar, etc . de compañeras de fuera de Catalunya que han entendido lo que està encima de la mesa.

Había otra frase que cantábamos en las calles no hace tanto, hablando de recortes: "Escucha Convergència, se nos acaba la paciencia" y lo evoco porque es difícil olvidar los últimos 11S autonómicos y las elecciones del ‘voto de tu vida’, y las hojas de ruta que han tenido que subsanarse, porque a la derecha catalana esto de la ruptura le venía de nuevo e iba ganando tiempo permanentemente. Es cierto que ha habido una institucionalización del movimiento independentista durante los últimos dos años, pero también es cierto que es un movimiento popular y transversal (aunque muy decantado hacia las clases medias) lo que ha hecho que ahora estemos ante la posibilidad de desafíar al régimen del 78 con más posibilidades desde el 15M, y que eso se materialice de manera irreversible.

No sirve «sonrisa, quedarse en casa y confiar»: hay que tomar masivamente las calles. El 11S ya fue una prueba, como lo están siendo las reacciones a la represión del estado. Hay que tomarlas para exigir que el Gobierno de la Generalitat cumpla con los compromisos y no se retire. Y, sobre todo, para detener la escalada represiva en la que estamos inmersos. Porque el #1-O el pueblo debe votar, y la garantía vendrá dada por la participación masiva y por la capacidad que tengamos de evitar las trabas que el Estado intenta poner para impedirlo o distorsionarlo.

No basta con movilizarse por la Diada o para hacer campaña y votar. Para que esto vaya en serio y abramos la posibilidad de romper con el candado del 78 será necesario que la movilización sea sostenida, con participación de la ciudadanía.

Estamos donde estamos, a pesar de haber delegado en las Instituciones, por la movilización popular, y sólo la autoorganización puede sostener lo que se debe construir después. El primer paso es votar y contribuir a que el #1-0 la participación sea lo más alta possible, para que el referéndum proyecte un mensaje claro. Votar, sí ... Pero sin olvidar que quedará mucho trabajo después para conseguir que, si el referéndum va bien, el mandato popular que surja tenga consecuencias.

Pero, si de votar se trata, ¿cuál es el voto que más daño hace al actual marco institucional? ¿Cuál es el voto que abre más posibilidades? Yo lo tengo claro: votar "Sí". El "No" es una opción democrática legítima, pero yo votaré ‘Sí’, pero será un ‘Sí’ no nacionalista. Votaré ‘Sí’ para que se abra una oportunidad de poner en marcha un proyecto de transformación social que distribuya la riqueza y otorgue el poder al pueblo tal y como reclamábamos en el 15M. Si gana el ‘Sí’, todo empezará en ese momento. Nuestro reto es que el "Sí" ensanche su potencial de ruptura. Que no se quede sólo con un "Sí" a la República Catalana, sino que lleve a una ruptura con el status quo y abra el camino a una República Catalana del 99%. Un "Sí" que sirva para construir relaciones fraternas con el resto de pueblos de España, Europa o el Mediterráneo, desde la plena soberanía del pueblo catalán.

Necesitamos un proceso constituyente popular y desde abajo para que las clases populares podamos defender nuestros intereses desde el empoderamiento y la participación directa y vinculante. No vale delegar y que cuatro políticos decidan entre cuatro paredes cómo debe ser la República Catalana.

Y mientras se lleva a cabo ese proceso, será necesario un programa de izquierdas transformador hacia una sociedad más justa, solidaria y sostenible, lo que implica construir otra mayoría política en Catalunya. Un programa que rompa de una vez por todas con la austeridad impuesta que sólo cronifica las consecuencias de la crisis mientras nos dicen que ya hemos salido y que todo está bien. Hay que trabajar para poner la vida en el centro, una vida digna de ser vívida, con consciencia de los límites del planeta. El #1-0 no garantiza nada de esto. No nos confundamos. Pero abre posibilidades y, al menos, sirve para ampliar las fronteras de la democracia.

El #1-0 es el final de una etapa y el comienzo de otra. Aquellas que hacemos política con espíritu constituyente y rupturista tenemos que estar sin duda presentes. Presentes de forma activa, comprometidas con el éxito de este desafío democrático y defendiendo la opción de voto con más potencial de ruptura.

Así que sonrisa, sí. Confiar, también, pero en la movilización popular, no en la derecha catalana ... Ahora en vez de quedarnos en casa, habrá que movilizarse.

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