Otras miradas

Cataluña: una lectura actual, posiblemente incompleta y sesgada, de Ángel Ganivet y del noventayochismo

José Mª Fernández Seijo
Titular del Juzgado mercantil número 3 de Barcelona y miembro de la asociación Juezas y Jueces para la Democracia

«España sola sobrepuja a todas las demás naciones juntas, por el número y excelencia de sus sangradores»

Nací en Madrid, llevo más de 25 años viviendo en Cataluña, soy jurista. Tengo razones más que suficiente como para no opinar sobre lo que ha sucedido y está sucediendo en Cataluña los últimos días/semanas/meses/años.

Además, es prudente no opinar porque cualquier opinión caduca en cuestión de minutos. Hay cientos de opinadores que han escrito verdaderas sagas que actualizan día a día, series completas que espero leerse en el futuro como ahora podemos leer las crónicas de Chaves Nogales sobre Cataluña durante la república (¿Qué pasa en Cataluña ?, conjunto de artículos periodísticos escritos por Manuel Chaves Nogales entre 1931 y 1936 para el periódico Ahora).

Tantos sucesos y tanto análisis de grueso o fino calibre conducen a la saturación, por eso he intentado refugiarme en lecturas de libros antiguos, descatalogados, buscando el refugio de quien ha pasado por situaciones de desmoronamiento. Pensé que Ángel Ganivet podría ser un buen cobijo. Un intelectual melancólico que tuvo la capacidad de ver España con la distancia a finales del siglo XIX. El libro Idearium Español (Granada, 1897) buscaba una reconstrucción de ética de España desde planteamientos no patrioteros. El libro, de apenas 163 páginas, leído en la actualidad puede parecer ingenuo, creo que en nuestro tiempo hay razones de peso para reivindicar la ingenuidad.

La cita que encabeza este artículo, la referida a España como excelente país de sangradores, me ha animado a escribir. La generación del 98 permite constatar que no hay nada tan español como hablar mal de España, como considerar que España es el origen o la consecuencia de todos los males. Es paradójico pensar que quienes critican agriamente a España estos días no hacen mostrar una de las facetas más genuinas del auténtico espíritu español. A cualquier arquitecto le preocuparía construir su casa sobre los cimientos de una ciénaga, seguro que preferiría suelo firme y sólido, no un barrizal.

Un repaso de la historia de España desde 1898 hasta nuestros días permite constatar que el regeneracionismo que defendía Ganivet y sus compañeros de generación no caló en el país, por lo menos no caló hasta 1978. La Constitución de 1978, con sus zonas grises, ha sido un instrumento razonable para reconstruir un país maltrecho.

Idearium español puede leerse como la historia del fracaso de un intelectual, también puede acudirse al libro como una bitácora para sentar las bases de una futura convivencia. En el Idearium hay muchas citas que dan claves para comprender lo que está sucediendo: «Abramos una historia de España por cualquier lado y veremos constantemente lo mismo: un pueblo que lucha sin organización»... «Siempre que en España surge un conflicto que demanda ser resuelto por la fuerza de las armas, presenciamos el espectáculo de la insubordinación de todas las clases sociales, deseosas de suplir la acción del Estado, en la que no se tiene absoluta confianza, y de tomar sobre sí la dirección de la guerra».

Son también útiles las reflexiones sobre la trascendencia de la ley y el respecto a la legalidad: «Un criterio jurídico práctico se atiene a la legislación positiva y acepta de buen grado las desviaciones que la idea pura de justicia sufre al tomar cuerpo en instituciones y leyes; un criterio jurídico idealista reacciona continuamente contra el estado de derecho impuesto por la necesidad y pretende remontarse a la aplicación rigurosa de lo que considera justo»...«Existe, pues, una contradicción irreductible entre la letra y el espíritu de los códigos y por eso hay naciones donde se profesa poco afecto a los códigos; y una de esas naciones es España».

La desobediencia que desde las instituciones catalanas y una parte de los catalanes tiene sus raíces intelectuales en este espíritu español que describe Ganivet.

Ángel Ganivet no es el único intelectual del 98 al que puede acudirse para buscar confort en la actualidad, Miguel de Unamuno ha cobrado todavía más actualidad, Joan Coscubiela en el Parlament dijo: venceréis, pero no convenceréis. La cita es de Unamuno y su referencia completa es sobrecogedora: «Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España».

Con esta frase Unamuno contestaba al general Millán-Astray, que había dado vivas a la muerte y había reclamado la desaparición de los intelectuales.

Da miedo pensar que en el Parlament de Cataluña se dieron hace unos días condiciones similares a las que obligaron a reaccionar a Unamuno.

El noventayochismo ofrece elementos intelectuales y emocionales para intentar recuperar en un futuro cercano una idea no patriotera de España, para eso se necesitan políticos generosos, respetuosos con el Estado de derecho y con las leyes, políticos audaces, capaces de generar nuevos consensos... No parece que haya muchos de ellos en el horizonte.

Uno de los elementos aglutinadores de la generación de 1898 fue la reivindicación del Quijote y de Sancho Panza. Conviene recordar que don Quijote recobró la cordura en Barcelona, eso sí, previamente había recibido una paliza monumental en la playa de la Barceloneta. Así que podemos considerar muy catalana la reivindicación del Quijote en estos días.

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