Otras miradas

Transformando desde el municipalismo: las potencialidades del trabajo en red

Kate Shea

Baird, Marta Junqué, Susanna Segovia y Laura RothBarcelona En Comú

Kate Shea Baird, Marta Junqué, Susanna Segovia y Laura Roth
Barcelona En Comú

Cuando varias candidaturas ciudadanistas ganaron las elecciones municipales alrededor del Estado en mayo de 2015 muchas de las personas que formábamos parte ya anticipamos que esta red tenía posibilidades de convertirse en uno de los mayores desafíos al régimen del ‘78. Teníamos la esperanza de que el municipalismo transformador se articulara para plantar cara a unas instituciones caducas y centralizadoras. Los acontecimientos en Cataluña, Murcia y Galicia durante las últimas semanas refuerzan esta hipótesis; nos muestran la necesidad imperiosa de construir alianzas de solidaridad entre los distintos territorios del Estado.

Y es que el movimiento municipalista que se está desarrollando aquí es actualmente de los más potentes en el mundo en cuanto a su extensión territorial, su diversidad y, sobre todo, su presencia en el gobierno de las ciudades más importantes. Aunque tienen más visibilidad Madrid y Barcelona, plataformas afines gobiernan también en Badalona, Zaragoza, Valencia, A Coruña, Iruña, Càdiz o Santiago de Compostela, entre otras. Y eso sin hablar de los cientos de candidaturas que trabajan desde la oposición en municipios como Terrassa o Málaga.

A nivel internacional, en cambio, las ciudades gobernadas por movimientos municipalistas transformadores suelen ser una excepción en su país, como es el caso de Valparaíso en Chile, Jackson en los EEUU, o Grenoble en Francia. A su vez, donde sí hay movimientos municipalistas articulados en diversos municipios, como en Italia o Polonia, muchas veces su representación institucional es escasa. En este contexto, el movimiento en el Estado español se ha convertido en referente global.

En definitiva, hay que ser conscientes del tesoro que representa esta red de candidaturas y proyectos municipalistas afines. La misma alberga un inmenso conocimiento temático y organizativo que hay que explotar con el fin de fortalecernos unas a otras. Su estructura capilar y permeable nos permite recopilar las preocupaciones y demandas de miles de barrios como ningún partido estatal. Su toma de decisiones horizontal y democrática y sus reglas éticas muestran que es posible cambiar la forma de hacer política y no solamente su contenido. Cuando se juntan, las voces de las personas que están en primera línea se hacen escuchar fuerte y claro. Será imprescindible profundizar el trabajo en red para aprovechar este recurso.

En este sentido, antes que nada hay que poner en valor el trabajo hecho durante los primeros años de mandato. A pesar del desborde que implicaba asumir tareas de gobierno y la necesidad de implicarse un ciclo electoral intenso a nivel estatal y autonómico, se han dado pasos importantes hacia una mayor articulación. A nivel institucional, las ‘Ciudades del Cambio’ donde el movimiento gobierna se han unido en diversas ocasiones para tener incidencia común a nivel estatal alrededor de objetivos compartidos, con el apoyo de grupos parlamentarios afines. Las iniciativas a favor de la acogida a refugiados, el cierre de los CIEs o la derogación de la Ley Montoro han sido los primeros movimientos coordinados de este tipo.

A nivel político, el acto ‘Ciudades por el bien común’ que se celebró en Barcelona en septiembre de 2015 mostró la capacidad aglutinadora de las nuevas alcaldías y generó expectativas de futuras colaboraciones. Tres meses después se realizaba un nuevo intercambio y debate conjunto en A Coruña. Después de un paréntesis impuesto por las diferentes contiendas electorales del 2016 (generales y autonómicas gallegas), el encuentro ‘Ciudades sin miedo’ organizado por Barcelona en Comú el pasado junio representó un salto cualitativo y cuantitativo, reuniendo un centenar de plataformas municipalistas de más de 40 países.

También han sido importantes a nivel político las campañas de solidaridad conjuntas, por ejemplo denunciando la represión de los titiriteros en Madrid o las agresiones islamófobas sufridas por la concejala de Badalona, Fátima Taleb.

Para seguir avanzando hacia una articulación real de esta red embrionaria, las candidaturas que la componemos nos enfrentamos a una serie de retos. El primero es asegurarnos de que la red no se reduzca a una serie de encuentros puntuales sino que se consolide como un proceso de intercambio y colaboración continua, fluida y descentralizada. En este sentido, el trabajo en base a objetivos concretos, por muy modestos que sean, es fundamental. Esta colaboración debería cristalizarse tanto a nivel institucional como entre organizaciones, estén o no en el gobierno. Tendría que abordar políticas públicas (como ya hace la Red municipalista contra la deuda ilegítima y los recortes), modelos organizativos y campañas de comunicación que generen un relato común, entre otros asuntos.

Un segundo reto es evitar la trampa de la formalización de la red y los enredos que ella implicaría. Lejos de una red con miembros, estructura, marca y estatutos, el contexto actual premia la apertura, la flexibilidad y en trabajo en base a capas de diferentes niveles de afinidad. De la misma manera que las confluencias han puesto los objetivos y las maneras de hacer por delante de las siglas a nivel local, la red municipalista debería hacer lo propio a nivel autonómico, estatal e internacional. Todas las candidaturas de la red, tanto las de las ciudades más grandes como las de los pueblos más pequeños tienen un papel a jugar. Todas tienen algo que aportar y todas tienen aspectos a mejorar o fortalecer.

Por último, hay que desmentir el mito según el cual el mayor obstáculo a la colaboración en red es técnico. El trabajo en red no solo se fomenta montando una plataforma digital, creando una wiki o abriendo un grupo de Telegram. Lo que hace falta es voluntad política, recursos financieros y humanos y proyectos que ilusionen y den resultados concretos.

En el ecuador de este primer mandato, habiendo aprendido mucho cada plataforma en su entorno local, es momento de juntarnos y poner todo nuestro aprendizaje y fuerza en común. Nuestros adversarios nos quieren aislados pero nos encontrarán en red, tejiendo, desde abajo, las alternativas políticas que tanta falta hacen y mostrando que se puede hacer política de otra manera.

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