Otras miradas

Cada una de las víctimas pudimos ser nosotras

Emilio García García
Padre de persona trans*, @egarciagarcia

Cada 20 de noviembre, desde hace ya diecinueve años, se celebra el Día Internacional de la Memoria Transexual, jornada dedicada al recuerdo de las personas que han muerto víctimas de la transfobia. Aún reciente el Día Internacional de Lucha Contra la Patologización de las Identidades Trans*, algún lector puede pensar que existe un exceso de fechas conmemorativas en el colectivo trans*. Sin embargo, son en realidad pocas. No habría días en el año para denunciar todas y cada una de las situaciones de marginación cotidianas de las que son objeto nuestros hijxs trans*: Rechazo en mundo laboral, negación de la existencia de sus cuerpos diversos, preguntas insidiosas sobre su orientación sexual, negación del acceso a medios de reproducción asistida, ...

En 2017, la celebración del Día Internacional de la Memoria Transexual tiene un matiz especial en Madrid. Un pequeño espacio del barrio de Chueca, en la confluencia de la calle de San Gregorio con la calle de San Lucas, está destinado a ser la Plazuela de la Memoria Trans. Aún a la espera de fecha de inauguración oficial,  la existencia del espacio urbano se aprobó el pasado mes de abril por la Junta Municipal del Distrito Centro, con la habitual oposición abstencionista hacia el colectivo trans* del Partido Popular. El impulso definitivo para crear en Madrid este área de homenaje permanente a las víctimas mortales de la transfobia fue la triste muerte de Alan, el adolescente trans* que se suicidó en Barcelona en diciembre de 2015 tras vivir el infierno del acoso constante.

La transfobia, esa palabra que no existe según la Real Academia Española, mata. Alan no fue un caso aislado. Como recuerda un reciente estudio publicado por Transgender Europe, uno de cada cuatro personas trans* de nacionalidad española han intentado suicidarse el último año. Pero no son sólo suicidios y no sólo sucede en España. En 2008, se estableció el proyecto de seguimiento de muertes por transfobia. Desde entonces, se han registrado 2609 muertes, 325 en el recuento realizado este año  entre el 1 de octubre de 2016 y 30 de septiembre de 2017 frente a los 295 registrados en el mismo periodo del año anterior. En la lista figura una víctima española, Lorena Reyes Mantilla, asesinada en Santa Cruz de Tenerife el 24 octubre de 2016, objetivo de una de las frecuentes agresiones transfóbicas que sufren nuestros hijxs.

Las identidades trans* han existido desde los albores de la humanidad, también las víctimas mortales de la transfobia. El Día Internacional de la Memoria Transexual es el momento de recordar también a todas las personas que han sido víctimas del odio transfóbico, mortales o no, a lo largo de la historia. En particular, es momento de recordar a aquellos que nos son más cercanos en el espacio y sobre cuyas luchas se está edificando el reconocimiento del derecho a ser de nuestros hijxs. Hablo, principalmente, de ellas, de Petroleo, Salvaora y todas aquellas mujeres trans* que desafiaron al fascismo en España subidas sobre unos tacones y con carmín en los labios.

Nunca conoceremos el número de víctimas trans* del franquismo. La brutalidad de la dictadura no distinguía entre orientación sexual e identidad de género. La Ley de Vagos y Maleantes y la Ley de Peligrosidad Social fueron los instrumentos que hasta 1978 condujeron a cárceles de hombres a mujeres trans*. En la cárcel de Carabanchel de Madrid, algunas de ellas terminaron con sus vidas saltando al vacío desde "El Palomar", la tercera planta de la quinta galería. Otro de los recintos donde transcurrieron terribles historias de odio fue la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefia, en Fuerteventura. Entre 1954 y 1966, cerca de una centenar de personas LGTBI+, probablemente entre ellos varias mujeres trans*, habitaron un paraje semidesértico entre tratos vejatorios continuados de sus vigilantes y picando piedra de sol a sol. Un antiguo carmelita dirigía aquel campo de concentración bajo una extraña interpretación de la caridad cristiana, según lo que relata alguno de sus supervivientes.

El recuerdo de Alan, la vida de Petroleo y Salvaora, o el ejemplo de memoria viva que son las biografías de lucha de Mar Cambrollé o Carla Antonelli, son historias que justifican la necesidad de un ámbito trans* en el Centro Nacional de la Memoria Histórica LGTBI, que se ha incluido en la Proposición de Ley contra la Discriminación LGTBI. Más allá de celebrar la pronta existencia una plazuela, el Día Internacional de la Memoria Transexual debe ser un día también para reivindicar un Centro donde se recuperen los relatos de todos a los que en esa fecha se recuerda.

El Día Internacional de la Memoria Transexual no debería ser ajeno a nadie. No sólo nuestros hijxs son potenciales víctimas de la transfobia. Gwen Smith, fundadora del día, señalaba correctamente que cualquiera de nosotros puede ser víctima de la violencia contra las personas trans*.  El odio está en el que mira. Tan solo basta que nos crucemos con alguien que considere que nuestro modo de expresar nuestro género no casa con su idea del binarismo social. Recordemos a todas las víctimas de la transfobia, porque cada una de ellas pudimos ser nosotras.

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