Otras miradas

Hermanos putativos y reyes defenestrados

Javier López Astilleros

Analista político

La amistad del rey emérito con los monarcas saudíes siempre ha sido entrañable. Parecía una cosa de Estado. El mensaje era claro: nos unía la milenaria historia de los grandes hombres y ciudades, conectadas a lo largo de miles de kilómetros, del Oriente hasta el Jardín de las Hespérides (Iberia).

Hoy ese cuento parece una historieta.

La relación de Juan Carlos con el fallecido rey Fahd (1921-2005) era como la de ‘dos hermanos’. ¿Qué gustos les unía, que pasiones e intereses de sociedades tan dispares y alejadas?. Ahí están los afortunados regalos, los viajes continuos, los veraneos en la costa de Málaga.

Era una época en la que no se discutía la dignidad del ‘yihadismo’, ensalzado en su lucha contra el demonio soviético en Afganistán (1978-1992). La valoración sobre la guerra depende de las percepciones volubles del patrón, y las fechas en lugares tan dispares del mundo se coordinan en eventos que se encadenan.

Es posible que los dos monarcas sintieran fascinación por lo improbable, esa atracción irresistible que sentimos las personas por lo que no entendemos o incluso rechazamos.

Alguien cercano a Juan Carlos-tal vez fue una iniciativa personal-vio la oportunidad de invocar la historia para apuntalar a la monarquía borbónica. En definitiva, un rey godo pedía dinero al custodio de los Santos Lugares del Islam.

Vimos con normalidad al representante del Estado junto al rey de uno de los países más caprichosos y opacos del mundo.

El Borbón tuvo el mérito de pedir dinero al propio Sha de Persia y al monarca saudí. Demostró una visión de conjunto muy peculiarhoy envidiable, aunque no parecía digno de un jefe del Estado.

Lo más doloroso es que el vínculo histórico-la península bajo el islam y la posterior expulsión, se invocara sobre transacciones y dádivas de ese cariz.

En nuestro inconsciente, la cultura del sobre es esencialmente oriental, lo que no parece mal cimentado en la actualidad. Y para algunos, un saudí es equivalente a aquellos árabes del sable y el camello, que por arte de magia conquistaron ciudades desde los confines de Asia al Mediterráneo Occidental.

Pero nuestros sistemas políticos eran muy diferentes. Solo las relaciones personales de Juan Carlos parecían atajar las diferencias.

Es verdad que se han conseguido contratos estupendos. Es chocante que sea la tecnología española la que asume la responsabilidad de trasladar, en unas pocas horas, a miles de personas entre las dos ciudades sagradas del Islam. Un trayecto que representa la hégira del profeta. También Franco enviaba al peregrinaje a los moros de su cruzada fratricida.

Por otro lado, vienen los saudíes al rescate de uno de los lugares más deprimidos de España. El encargo para Navantia-cinco corbetas- supone un gran alivio para la Bahía de Cádiz. Más de 2.000 millones de euros. El mayor contrato conseguido por parte de unos astilleros públicos.

Pero la operación hégira del AVE es inquietante. Un  traficante de armas. Comisionistas. Oscuros intermediarios. Corinna acaba de señalar a su ex amante, el rey emérito. Según la empresaria alemana, Juan Carlos pidió una comisión por su intermediación tras la adjudicación del AVE. La obra está participada por un consorcio de empresas españolas como OHL, Indra, Adif, Cobra, Talgo, Ineco, Dimetronic, Consultrac, Imathia e Inabensa. Representa un reto magnífico en medio del vacío y la arena. El contrato: 6.700 millones de euros.

Se trata de sortear-y acelerar- el recorrido y la distancia entre una ciudad que acogió a los huidos procedentes de la ciudad del poder, la soberbia Meca, a la ciudad de acogida, Medina. Un símbolo que va más allá de los números, y que los saudíes comprenden muy bien. Pasarán reyes, Corinnas y Villarejos, pero no las vías del tren, piensan los ingenieros.

En muchas ocasiones la Historia sirve al reino de las ideas e interpretaciones. Pero resulta grosero que las relaciones históricas y culturales sirvan a unas pocas personas que representan a todo un Estado.

Entre hermanos-putativos-queda la cosa.

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