Otras miradas

Susana arriesga y gana, el PP se hunde y Podemos irrumpe

Rafael Guerrero

Periodista

Rafael Guerrero
Periodista

La socialista Susana Díaz se convierte en la primera mujer que gana unas elecciones para el Parlamento de Andalucía, con lo que consigue reforzar no sólo su posición política institucional en la vieja Al Ándalus, sino también como referente interno de poder en el PSOE federal. Díaz asumió grandes riesgos al anunciar en enero la disolución anticipada de la Cámara andaluza, ya que disfrutaba de un pacto estable de legislatura con Izquierda Unida que le proporcionaba una mayoría absoluta a cambio de una coalición de gobierno PSOE-IU. Su objetivo no confesado era anticiparse a las crecientes expectativas electorales del ascendente Podemos que, en intención de voto directo a nivel estatal, supera a PSOE y PP. El anticipo electoral restando un año a la duración normal de la legislatura ha pillado desprevenido al PP con un candidato joven, desconocido y falto de carisma -Juanma Moreno- al que no ha servido de nada el esfuerzo de Rajoy y sus ministros de bajar a Andalucía para arroparle durante la campaña.

El Partido Popular ha cosechado uno de los peores resultados de su historia, pasando de ser la fuerza más votada en 2012 con 50 diputados a un batacazo que la sitúa segunda a gran distancia del PSOE con tan sólo 33 diputados. La debacle del PP es también resultado de las políticas de recortes y empobrecimiento económico y social aplicadas por Rajoy que, sin duda, también le pasarán factura en las próximas elecciones al Congreso. Queda por saber cuál será la proyección estatal del fracaso popular, sin perder de vista el antecedente que en 1982 protagonizó la UCD de Adolfo Suárez, que sucumbió primero en las andaluzas de mayo para hundirse definitivamente en las generales de octubre.

Pero la idea principal de Susana Díaz era resistir y frenar el ascenso de Podemos. Y lo ha logrado. Probablemente si hubiera esperado al final de la legislatura, Podemos habría podido organizarse mejor y con más tiempo en Andalucía y habría ganado fuerza tras los comicios generales en los que -esta vez sí- su gran objetivo es situarse como primera fuerza política en España, superando a las tradicionales formaciones que han encarnado el bipartidismo PSOE-PP.

Díaz consigue igualar los 47 escaños que tenía el PSOE que en las anteriores elecciones se presentó con José Antonio Griñán como candidato. Y eso es un éxito, considerando las precarias expectativas de voto que a nivel estatal tiene el PSOE encabezado por su cuestionado líder Pedro Sánchez. Tan segura estaba la trianera Díaz de sus posibilidades que en los carteles y banderolas de la campaña decidió eliminar por vez primera en la historia socialista el logotipo del puño y la rosa y las siglas del PSOE. Sólo aparecía su foto y el hashtag #YoconSusana. Una apuesta arriesgada que ha ganado.

Y ahora viene la segunda parte. ¿Cómo gobernará Susana si no suma mayoría absoluta y con 47 diputados le faltan 8 para lograr los 55 (sobre 109 escaños de la Cámara) que le den tranquilidad?

Hasta antes de disolver el Parlamento, Díaz presidía la Junta gracias a un pacto con IU (47+12=59). Pero ahora IU ha caído en picado y ha quedado con sólo 5 diputados, con lo que carece de capacidad matemática para ayudar a Susana. Izquierda Unida, cuyo candidato Antonio Maíllo ha protagonizado una solvente campaña, se ha desangrado arrollada por el tsunami de Podemos que le ha birlado la mitad de sus votos. La formación de Pablo Iglesias irrumpe en el Parlamento andaluz con 15 diputados, convirtiéndose en la tercera fuerza política. No obstante, se esperaba que pudiera llegar hasta los 20 diputados, y en esa merma virtual ha podido influir que su campaña electoral no ha sido precisamente la mejor de las posibles y, tal vez, la calculada limitación de la presencia pública de la candidata Teresa Rodríguez. Lo más sobresaliente de la campaña de Podemos fue la demostración de músculo social en el mitin de cierre que congregó a 15.000 personas en el velódromo de Dos Hermanas (Sevilla), el acto más multitudinario con diferencia de la campaña electoral.

Aunque dispone de diputados suficientes para apoyar a Susana, Podemos no va a hacerlo y hará una oposición dura. Ni una ni otros quieren pactar entre sí. La confrontación está servida.

Así pues, ¿quién podría echarle una mano a Susana Díaz para disponer de estabilidad parlamentaria para gobernar? Junto a Podemos, ha habido otra nueva y notable incorporación en la Cámara andaluza, la de Ciudadanos -el partido del catalán Albert Rivera- que está creciendo como la espuma a costa de los votos del PP con el objetivo de erigirse en un partido de centro derecha moderado y laico, al estilo de la derecha democrática europea. Su irrupción parlamentaria confirma su meteórica tendencia creciente, porque a la larga puede provocar la división de la derecha y/o la constitución de una derecha alternativa que jubile a un PP lastrado por la sumisión absoluta a las políticas económicas antisociales de Angela Merkel y, sobretodo, por la corrupción, el cinismo y la mentira tan enquistados en su estilo de hacer política.

Sin embargo, pese a que Ciudadanos, con sus 9 diputados, se estrena con fuerza en la Cámara de las Cinco Llagas como cuarta fuerza y relegando a IU a la quinta y última plaza, es improbable que asistamos a un pacto de coalición como pasó con IU. Las matemáticas (47+9=56) no son a estas alturas suficiente argumento. Por dos razones: porque a ninguno de los dos le interesa ahora un pacto, especialmente a Ciudadanos que asciende criticando el tradicional bipartidismo con su viciado lastre, y porque Susana Díaz está dispuesta a gobernar en solitario, con apoyos puntuales, ya que dispone de la ventaja de contar con un presupuesto de la Junta para este año que fue aprobado a finales de 2014 con los votos de sus anteriores socios de Izquierda Unida.

A bote pronto, sirvan estas reflexiones como análisis postelectoral y como prospectiva sobre el futuro político inmediato de Andalucía. Lo que vaya a pasar dentro de un año dependerá mucho de lo que suceda en las elecciones generales, cuyos resultados marcarán la pauta para fabricar y/o rehacer todo tipo de pactos, entre ellos para Andalucía que sí necesitaría entonces más estabilidad para aprobar sus cuentas para 2016 y dar más sustento a la gestión de gobierno, so pena de verse abocada a otras elecciones anticipadas.

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