Otras miradas

Israel, Matisyahu y la campaña de boicot del mundo de la cultura

Jorge Sánchez. Miembro de la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina
Laura Camargo. Diputada de Podem al Parlament de les Illes Balears

La cancelación  por parte del Rototom Sunsplash Festival de la actuación del cantante Matisyahu ha suscitado un alud de noticias y artículos de opinión en los medios de todo el mundo. La mayoría de estos artículos acaban cayendo en los manidos lugares comunes del antisemitismo, la intolerancia y el sectarismo de las organizaciones que impulsan este tipo de acciones. Desde el New York Times al Jerusalem Post la noticia ha sido recogida de manera sesgada y sin contrastar en muchos casos con el movimiento que impulsa la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) hacia el estado de Israel. Tanto ha sido así que la organización del Rototom Sunspalsh Festival ha decidido dar marcha atrás y volver a invitar al cantante para que toque el próximo día 22. Hace falta, por tanto, una explicación de cómo se han sucedido los hechos. Para ello hay que hacer una breve explicación de una campaña que el pasado 9 de julio cumplió su décimo aniversario y que se referencia en la que en los años 80 y 90 se ejerció contra el régimen de apartheid en Sudáfrica. Hay que recordar que en sus inicios tanto la campaña contra el régimen de Pretoria como el hoy aclamado líder anti-apartheid Nelson Mandela, fueron tachados de radicales y en el caso de Mandela, de terrorista.

La campaña BDS, fue lanzada en el año 2005 por más de 170 organizaciones de la sociedad civil palestina contra el Estado de Israel, haciendo un llamamiento al movimiento de solidaridad con Palestina y a la sociedad civil internacional, hasta que se cumplan tres demandas de mínimos reivindicadas históricamente por el conjunto del pueblo palestino:

  1. La finalización de la ocupación y colonización de todas las tierras árabes y el desmantelamiento del Muro como dicta la resolución 242 de NNUU y la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya emitida en el 2004.
  1. El reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas árabe-palestinas de Israel para una igualdad completa.
  1. Respetar, proteger y promover los derechos de los palestinos refugiados hasta su retorno, tal como estipuló la resolución 194 de las NNUU.

Israel constituye el paradigma de la impunidad en cuanto al cumplimiento de estas leyes y resoluciones con el beneplácito y la inacción de la llamada comunidad internacional.

La campaña ha tenido un recorrido exitoso, se ha extendido como una gota de aceite, a día de hoy es asumida por la práctica totalidad del movimiento de Solidaridad con Palestina y empieza a trascender a este movimiento, siendo considerada la mejor manera de ejercer una solidaridad activa con un pueblo que sufre ocupación, asedio y un régimen colonial de apartheid con evidentes similitudes con la Sudáfrica de los Boers.

Si bien es cierto que la campaña tiene como "target" a instituciones que representan a Israel o que están financiadas por el mismo, hay casos en los que diferentes personas, por su implicación con estas políticas que alientan la violación continuada de los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, se convierten en objetivo de la campaña.

Matisyahu tiene un currículum ejemplar para considerarlo dentro de este apartado,  no sólo por su pensamiento y declaraciones de apoyo al sionismo o la justificación de los asesinatos a activistas de la Flotilla cometidos por Israel en el año 2010 en aguas internacionales. Con eso solo podríamos quedarnos en una duda razonable. Pero si cualquier persona con un mínimo de sentido común pretende que se pueda compatibilizar el apoyo, mediante la actuación en  conciertos para recabar fondos para el ejército israelí, y acto seguido actuar en uno de los festivales más prestigiosos del Estado español que tiene como activo en su seno la celebración de un foro sobre Derechos Humanos, paz y diferentes causas sociales, nos enfrentamos a un problema grave de falta de coherencia y de dudosos principios éticos.

Por mucho que la prensa internacional y muchos articulistas hayan puesto el grito en el cielo a raíz de la nota de prensa que sacó el Congreso Nacional Judío (CJM), y contrariamente a lo expuesto en las declaraciones de ciertos líderes del principal y más influyente lobby sionista AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel), lo cierto es que el BDS nunca ha hecho boicot a nadie por motivos de etnia o religión. El BDS es un arma política en la que participan muchísimas organizaciones, entre ellas organizaciones judías antisionistas. Es por esto que tachar de antisemita a un movimiento como el BDS responde a una tergiversación interesada y a la constatación de que la campaña está poniendo en muchos aprietos a todos aquellos que defienden que Israel es un estado democrático y normal.

Hace un año exactamente Israel inició uno de sus ataques más brutales contra la población de Gaza. Durante 55 días seguidos bombardeó y realizó incursiones terrestres dirigidas contra zonas civiles que arrasaron Gaza, destruyeron  infraestructuras como viviendas, hospitales y escuelas, asesinaron a más de 2.200 personas, entre ellas 551 menores, y dejaron más de 10.000 heridos. Muchos y muchas recordamos que esa situación, recurrente en la franja de Gaza y en Palestina en general, demostraba la falta de capacidad de la comunidad internacional para hacer frente a esa masacre. No cabía en el sentido común de la gente que no se pudiera hacer nada para parar ese ataque criminal contra un pueblo asediado. Pues bien, esta es la lógica del BDS. Ante la pasividad de nuestros gobiernos que siguen tratando con toda normalidad y mantienen excelentes relaciones con el Estado de Israel (incluso algunos líderes como el presidente Mas lo han puesto como  referente para su particular proyecto nacional), el movimiento BDS a nivel mundial ha cogido las riendas abandonadas por sus gobiernos a través de infinidad de organizaciones que se van sumando día a día y que ven en esta estrategia de resistencia pacífica un modo de presión para obligar a Israel a cumplir las tres condiciones mencionadas.

Primero fue Elvis Costello, luego The Pixies, Roger Waters o Lauryn Hill a nivel internacional, pero también Marinah de Ojos de Brujo, Santiago Auserón, Leo Bassi, o el grupo de hip-hop catalán At Versaris, entre muchos otros, ya se han adherido a una campaña que pretende lograr que las exigencias recogidas en las leyes internacionales se cumplan. Para de ese modo lograr que termine el régimen de apartheid y la paz se imponga después de más de 67 años de ocupación.

El BDS sigue adelante y los logros van en aumento. Por eso es normal que se incrementen las campañas encaminadas a acallar las voces críticas en el mundo de la cultura. Puede que esta vez la batalla no haya acabado con un final feliz y el Rototom acoja el concierto de Matisyahu. Desde el BDS estamos seguros de que el ámbito cultural es especialmente importante por su trascendencia y deseamos que desde ahí se decida ir un paso más allá y se atienda a la llamada del BDS. Una llamada que en definitiva tiene por objetivo algo tan básico como el cumplimiento de los Derechos Humanos. ¿Podría ser mediante un festival antiapartheid? Ese será pronto el siguiente paso. Y mientras tanto, como diría un expresidente del Estado español, hoy presidente de la Asociación "Amigos de Israel", los y las activistas del BDS "seguiremos trabajando en ello".

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