Otras miradas

Estafadores

Fernando Álvarez Barón

Sociólogo

Fernando Álvarez Barón
Sociólogo

Durante los  500.000 años, que nuestros antepasados fueron cazadores-recolectores,  habitualmente, cuando se encontraban con un extraño, trataban de matarlo. Después de la invención de la agricultura,  unos 11.000 años A.C., esta conducta evolucionó hacia un comportamiento más acorde con la nueva forma de subsistencia. Estafar a nuestros congéneres ha sido un comportamiento más adaptativo entre los seres humanos desde que nos hicimos sedentarios.

Una persona se convierte en estafadora cuando hace creer, mediante engaño  o  astucia,  a otros, la existencia de algo, que en realidad no existe. Aunque, el comportamiento estafador está ampliamente extendido entre los animales, solo entre los seres humanos alcanza niveles de virtuosismo, gracias a que nuestro  enorme cerebro, que es capaz de construir hipótesis  y utilizar el lenguaje para inventar relatos.

El elemento más activo en una estafa, en contra de lo que pudiera parecer, es el estafado. Habitualmente, en la mente de los estafados existe una  realidad hipotética (el tercer elemento de la estafa), antes que la defina y la utilice  el estafador. El mundo griego, históricamente, ha producido  algunos de  los más famosos estafados de la historia. Homero, en la Ilíada ya nos cuenta que toda estafa es un negocio colaborativo, que requiere una estrecha sintonía entre la víctima y el verdugo. El caso de los troyanos es lamentable. Conocían perfectamente la catadura moral de los constructores del caballo, después de diez años de guerra durante los cuales intentaron infructuosamente asesinarlos. Y sin embargo, contra toda racionalidad, confiaron en los griegos. Alentados por el éxito de Troya los griegos repitieron la jugada siglos más tarde, con Euroestat, la oficina estadística de las Comunidades Europeas, a la que de nuevo hicieron creer la existencia de algo que en realidad no existía (una contabilidad honesta).

Siglos después que los reyes de Argos y Micenas, otra casa real griega muestra al mundo la universalidad de las estafas. Sofía de Grecia y Dinamarca, hija del rey Pablo I de Grecia, llegó a convertirse en una estafada tan virtuosa, que superó a los mismísimos Troyanos, al adoptar comportamientos simbióticos con su particular estafador. No solo firmó un contrato con el que la estafó, sino que colaboró en buscar especímenes similares de maridos para sus dos hijas. Es como si Eneas, después de huir de Troya y fundar Roma, les hubiera vendido los planos del caballo a los cartagineses, para que repitieran la jugarreta de los aqueos en la Ciudad Eterna.

Los humanos estafamos en primer lugar a nuestros seres más próximos según la siguiente secuencia; padres, cónyuge, hijos. Cuando somos bebés solemos simular más necesidades de las que tenemos, para forzar a nuestros padres, a través del llanto fingido y de la risa falsa,  a darnos más recursos (R.Dawkins). Hay especies de aves en que los pollos van más allá y se convierten en chantajistas, chillando para atraer la atención de los depredadores, y forzar así a los aterrorizados padres a que les suministren mas comida.

La adolescencia y la juventud tienen por finalidad la socialización de los individuos. En este tiempo aprendemos a desenvolvernos con otros humanos a través de roles teatrales que presentan una versión idealizada de nosotros mismos (resaltando algunos aspectos de nosotros y suprimiendo otros). En eso consiste  la vida adulta del individuo en sociedad; en el manejo de varias mascaras diferentes, en distintos escenarios  en los que nos toca actuar hasta la muerte; Erving Goffman.

La vida de cada persona se desarrolla dentro de su mente, que dista mucho de poseer la capacidad del libre albedrio y  de ser única. Las relaciones con los otros seres humanos no suelen ir mas allá de compartir ceremonias, rituales y encuentros sociales en general, en los que nos conocemos por los roles que representamos y las mascaras con las que actuamos. Las relaciones sexuales con uno de estos encuentros tipificados que permite a los actores, como en otras ceremonias,  actuar con gran libertad dentro de su mente, pensando en cualquier otro partenaire, menos el que tienen delante.

Pero ningún ser humano, estafador o estafado, reina o plebeya,  es culpable por engañar o dejarse engañar.  Los verdaderos responsables los desenmascaró Charles Darwin en 1859 en su libro El Origen de las Especies, y no son otros que los genes. Estas pequeñas unidades de material genético son las verdaderas responsables de casi todo.

Los genes son casi inmortales y van pasando sucesivamente por distintos cuerpos a lo largo de su existencia. Son menos identitarios que los humanos, ya que como promedio pasan la mitad de su tiempo en cuerpos de mujer y la otra mitad  en cuerpos de hombre. Nosotros los humanos somos su máquina se supervivencia, el vehículo que han construido para prevalecer frente a otros genes. (Richard Dawkins).

Los genes son responsables de su propia supervivencia en el futuro para ello dependen de construir maquinas de supervivencia muy sofisticadas (nosotros). Otros genes que construyeron otro tipo de maquinas de supervivencia como las ovejas o los cerdos, ahora son nuestros esclavos.

Nuestro enorme cerebro forma parte de la máquina de supervivencia llamada ser humano, que construyeron nuestros  genes. El paso del tiempo ha demostrado que fue una decisión acertada de nuestros genes, y un error garrafal de otros genes que al no evolucionar por esta senda han llevado a la extinción a sus maquinas de supervivencia.

La evolución es una carrera armamentística que consiste en la supervivencia de los más capaces, y que llevó a nuestro  cerebro a tener que dotarse de la conciencia de sí mismo, y hace unos 11.000 años a la creación de la Cultura, para gestionar unas maquinas de supervivencia que actualmente superan los 7.000 millones de unidades. Nada es lo que parece en el mundo de los humanos, ya que, los genes se ocuparon de dotarnos de la capacidad del autoengaño (Trivers) y del gusto por las historias coherentes, más que verdaderas.

Desde que los genes nos permitieron crear la cultura, hace unos 11.000 años la estafa y la mentira fueron adaptativas, y ayudaron a nuestros genes a gestionar una población de maquinas de supervivencia (los seres humanos)  de la que se calcula que llevan hechos unas 115.000 millones de replicas. A veces  los genes han permitido que de deslizaran grandes estafadores como Hitler o Stalin que causaron enorme dolor a los seres humanos. Otras veces han recurrido a estafadores mediocres como Barack Obama o Neville Chamberlain que han producido cantidades más moderadas de daño. La gestión cruel que los genes han hecho de los seres humanos solo tiene una esperanza remota de liberación, que no es otra que, nuestro enorme cerebro, algún día, rompa la tiranía cancerígena de los malditos replicadores y encuentre otro camino para nosotros, sus maquinas de supervivencia.

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